Chat de mamis: miedo, egoísmo y protocolos en la era del Covid-19
Desde el regreso a las aulas los padres se vieron sometidos a un sistema de alarmas encendidas por los posibles contagios entre sus hijos
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En este momento en Argentina casi la totalidad de la población de riesgo tiene la vacunación completa. Es la época de mayor apertura de negocios y actividades, con reuniones sociales, con las camas de terapia intensiva en su menor nivel de ocupación y con la cifra de casos y fallecimientos por Covid-19 en franco descenso.
Al mismo tiempo, las escuelas, uno de los espacios más seguros y con consecuencias potenciales menos graves, están saturadas de protocolos y prevenciones, mucho más que en lugares con mayores riesgos. Desde el comienzo de la pandemia, hace más de un año y medio, sabemos perfectamente que para los niños esta enfermedad no es más peligrosa que otras clásicas de su edad.
Los cuarentenistas menos obtusos aceptaban este hecho, pero se apuraban a convertir conceptualmente a los párvulos en armas letales que desintegrarían a sus abuelos al menor contacto no protocolizado. Hoy, no hay adultos mayores que no estén con la doble dosis aplicada y ese riesgo se ha minimizado al extremo. No hay ningún motivo para que los niños de 5 a 13 años tengan que estar horas en el aula con un barbijo puesto. No tiene el menor sentido, afecta sus relaciones interpersonales, elimina una fuente de comunicación con sus compañeros y docentes y los hace respirar con dificultad.
La libertad llega con la campana de fin de clases, allí los niños salen del instituto educativo y se juntan con amigos a hacer deportes, jugar a la Play o simplemente a estar juntos. La farsa de las burbujas es en la práctica insostenible. Sin embargo, se perpetúa mediante un consenso misterioso en donde a través de un intrincado sistema de miedos e incentivos el chat de padres y madres de alumnos se convierte en la última fortaleza del encierro.
Para quien tuvo un hijo en edad escolar antes de la pandemia no es un conocimiento arcano saber que el niño se resfriará varias veces, especialmente en el primer año de escolaridad, con su sistema inmune recién en formación. Como los síntomas del Covid-19 suelen ser similares a los de un resfrío simple, la alarma resulta demasiado sensible y va sonando y activando los protocolos de suspensión de clases y aislamiento una y otra vez.
Considerando nuestra experiencia previa, es difícil pensar en un aula con 20 alumnos en los cuales alguna semana al menos uno de los chicos no hubiera faltado porque tenía tos, mocos, fiebre o todas las anteriores. Ahora, con las alarmas y el sistema de burbujas, que le pase a uno es motivo para que los otros 19 no tengan clases hasta que el famoso test determine si es o no covid. Con esa metodología es probable que un curso no tenga clases durante muchas semanas, aunque en ese lapso ni uno solo de los chicos se contagie de coronavirus.
Mamis, no avisen aj jardín que la bendición tiene febrícula. Le dan termofren o ibu al 4 hasta que se recupere y ahí lo mandan de nuevo. Y ni nos vimos.
— Esteban Schmidt (@estebanschmidt) September 3, 2021
Niño va a consulta con alergista, siempre tiene mocos. Lo mandan a hisopar. Como lo mandan a hisopar avisan en el colegio. En el colegio suspenden las clases presenciales (quinta semana consecutiva que le pasa a alguna de mis hijas mayores). No me lo contaron, lo estoy viviendo.
— Javier Porta Fouz (@JavierPortaFouz) September 7, 2021
La semana pasada mi hijo perdió 3 días de clase porque una compañera tenía mocos. Ahora, 20 minutos antes de entrar al colegio, me avisan que se aisla la burbuja por síntoma sospechoso. Hay que parar esta locura. Los chicos son los que menos se contagian y los más restringidos.
— Gonzalo Garcés (@GonzaloGarces5) September 9, 2021
El jueves mi hija menor no pudo ir al colegio porque un compañero tenía síntomas de covid. Negativo. El viernes tampoco pudo ir porque ahora 1 docente era sospechoso. Negativo. Ni ayer ni hoy mi hija del medio tuvo clases, por otro caso. Negativo. ¿Hasta cuándo vamos a vivir así?
— Paula Sanchez Becker (@paulitasb2004) September 8, 2021
Un nene tiene tos.
— Caviar Marolio (@Caviar_Marolio) September 9, 2021
Mami avisa al colegio.
Suspenden clases.
3 dias para hisoparse.
Era resfrío.
Y asi.. en loop.
La gente es pelotuda o hay que cambiar los protocolos?
O ambas cosas.
Ahora bien, el funcionamiento de las alarmas depende de una serie de protocolos establecidos por las autoridades sanitarias y educativas que deben ser obedecidas por las escuelas. El filtro de racionalidad queda a cargo de los padres. Ante el niño con tos, dolor de garganta y/o mocos, el padre tiene dos caminos. Uno es dejarlo en su casa, esperar y, en el último caso en el que los síntomas se acumulen y un test confirme la existencia del coronavirus, avisar a la escuela. El otro es soltar la alarma inmediata y hacer que se suspendan las clases por las dudas. Los incentivos son los siguientes: con la actitud prudente y con espera, tratando de no desbaratar el normal funcionamiento del aula, el padre corre el riesgo de ser acusado de irresponsable, antivacunas, terraplanista y propagador del virus. Si hace suspender las clases porque el pequeño tenía mocos va a recibir felicitaciones, aplausos y mensajes diciendo “cuidémonos todos” y se va a sentir virtuoso, una tentación difícil de resistir. El costo de esta serie de incentivos cruzados es que las clases que fueron sacrificadas durante un año y medio ahora son entrecortadas y esporádicas.
El padre, así, se protege del miedo. Miedo a la enfermedad, por supuesto, pero sobre todo a desafiar el consenso. De esa manera, repite la actitud de la mayoría de los gobiernos del mundo que extremaron los cuidados para sentirse virtuosos, haciendo caso omiso, o peor, ocultando, las consecuencias negativas de esos cuidados a más largo plazo. Cuidar su propia reputación simulando estar velando por el bien público es una de las formas de egoísmo más monstruosas.
El caso ORT
Desde ya que alguno de esos mocos pueda provenir no de las enfermedades clásicas sino del Covid-19. Es posible que eventualmente alguno de esos contagios se propague en un colegio, provocando un brote. Eso es lo que habría sucedido en el colegio ORT, un colegio de alta matrícula que incluye primaria y secundaria.
Son 43 los casos confirmados en Ort primaria, Belgrano (Incluida mi hija). Pueden y seguramente aparezcan más porque todo empezó el sábado y hoy se hisopan muchos contactos asintomáticos. El colegio se está portando impecable, contactando, conteniendo e indicando pasos a seguir. pic.twitter.com/JtM0uuhtVm
— Tatiana Schapiro (@tati_schapiro) September 10, 2021
Aquí, un hilo interesante trata de poner la situación de la ORT en perspectiva.
Un hallazgo muy interesante los resfrios comunes pueden protegerte del covid, afila"" tu sistema inmune.increible.. pero esperable los encierros debilitaron al máximo tu sistema inmune,,
— bekho tigre . dr branemark (@branemark1) September 12, 2021
El episodio de ORT, todavía con muchos datos por conocer, se magnifica especialmente con la incorporación de la expresión “la delta”. La variante delta es tratada como una enfermedad totalmente nueva, aunque en realidad se trate de una variante más de la cepa original. Se trata, como toda cepa que pasa a predominar, de una variante más contagiosa, pero de efectos similares a los conocidos, particularmente respecto de su peligrosidad por edad. Por razones que desconocemos totalmente (especulaciones hay varias), su entrada en Sudamérica se ha demorado mucho, permitiendo que en muchos países se avance en el esquema de doble vacunación. Particularmente en Argentina, que, como decíamos, ya tiene satisfactoriamente cubiertos a los grupos de riesgo. Hoy, objetivamente, por efecto de la vacunación, la variante es mucho menos amenazante que hace tres meses, cuando se comenzó a hablar de ella.
En definitiva, el discurso del miedo se vuelve a imponer haciendo que el costo, una vez más, lo paguen los más pequeños, que son los menos afectados por el virus. El egoísmo de los mayores tiene pocos antecedentes en la historia. Ese costo se lo venían haciendo pagar los gobiernos. Ahora colaboran los padres.
Dejen de robarles días de clases a los chicos. Basta.
— Javier Porta Fouz (@JavierPortaFouz) September 7, 2021
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