Charlie Parker, a la vanguardia de una época dorada
Charlie Parker no estuvo solo en el surgimiento del bebop como movimiento rupturista: con Dizzy Gillespie conformó un dúo inolvidable y Miles Davis hizo sus primeras armas a su lado. El legado de una mente brillante.
Se le atribuye a Charlie Parker haber afirmado que la música es indivisible de la propia experiencia y, de alguna manera, quizá mística aunque todavía inexplicable, da forma tanto a los pensamientos como a la sabiduría de quien la ejecuta; en definitiva, sugiere el recordado saxofonista, es una expresión vital, despojada de elucubraciones en el momento en que se realiza: "Si no la vives, no se manifestará en tu instrumento. Nos enseñan que existe una línea fronteriza para la música. Pero, hombre, no hay un límite para el arte".
Creador de uno de los estilos más frenéticos y virtuosos del jazz, el bebop, puente entre las versiones bailables y la modernidad del género y protagonista de una de las revoluciones musicales que florecieron en los Estados Unidos hacia el fin de la agitada primera mitad del siglo XX, Charlie "Bird" Parker no solía hablar acerca de sus composiciones; sin embargo, al leer aquella excepcional reflexión, citada por varios de sus biógrafos, es difícil no compararla con su intrépida carrera artística, así como con su creativa, vertiginosa y también dolorosa existencia que tuvo lugar hace un siglo. ¿Cómo se forjó su leyenda? ¿Cómo se transformó en genio e innovador en su instrumento? ¿Cuál ha sido su aporte a la música y el arte universal? ¿Cómo fue su relación con otros legendarios referentes del jazz como Miles Davis o Dizzy Gillespie?
"El 100° aniversario del nacimiento de Charlie Parker es un buen momento para reflexionar sobre su arte, impacto y legado", reflexionó en diálogo con LA NACION revista Carl Woideck, saxofonista, historiador de jazz de la Universidad de Oregon y autor de Charlie Parker: His Music And Life, una de las más recientes biografías. "Como músico, sus habilidades aparentemente no tenían límites. Con respecto al arte, el trabajo de Parker sondea las profundidades de la experiencia humana y expresa toda una gama de emociones", agrega.
Charlie Christopher Parker nació en los suburbios de la ciudad de Kansas, Estados Unidos, el 29 de agosto de 1920; hijo de afroamericanos, tuvo una infancia tranquila y consentida, solo eclipsada por el abandono de su padre, un cantante y bailarín de vodevil en decadencia.
Si bien en su hogar había un piano y escuchar a Louis Armstrong, Bessie Smith o Duke Ellington en el fonógrafo era un hábito cotidiano, sus biógrafos coinciden en que el joven Charlie no demostró mayor interés por la música hasta promediar los 13 años, cuando ingresó a la orquesta estudiantil del colegio Lincoln. Su madre, Addey Parker, quien se había puesto al hombro el sostén del hogar, renunció al deseo de ver a su hijo convertirse en doctor y gastó los ahorros para regalarle su primer saxofón alto, un fierro usado con el que Charlie empezó a hacer sus primeras melodías.
La vocación por el jazz
Kansas en los años 30 era una verdadera fiesta de jazz y swing. Durante el régimen de Tom Pendergast, que ignoró la ley Volstead, la proliferación de teatros, cabarets y clubes de jazz, protegidos por la corrupción policial y política, fueron terreno fértil para el florecimiento de nuevos talentos artísticos. Las jam sessions, aquellos laboratorios musicales, vieron nacer a las orquestas del pianista Count Basie y a célebres saxofonistas como Lester Young, uno de los grandes ídolos de Charlie Parker.
Ross Russell, biógrafo de Parker y fundador del sello Dial en el que se grabó gran parte de la obra del músico, describió que Bird por entonces no sabía nada de armonía y tanto su digitación como la manera de llevar el instrumento a su boca eran muy defectuosas, propias de un autodidacta. Pero se destacaba por su enorme potencial y dedicación. "Charlie era serio. Tenía la capacidad infinita para practicar y eso lleva incluso a un hombre sin talento a una distancia considerable", cuenta Russell en su libro Bird Lives! The High Life And Hard Times of Charlie (Yarbird) Parker, editado hace años en español por Ediciones B.
Es que el camino para convertirse en el genio que cambió el estilo del jazz no estuvo exento de derrotas. Parker, antes de consagrarse, fue el hazmerreír en unas jam sessions de la noche de Kansas, aquellas batallas musicales de virtuosismo y egolatría en las que anónimos intérpretes se batían a duelo para satisfacer su aspiración al éxito o sucumbir ante la crítica de los comensales.
El más célebre fracaso de Parker tuvo lugar una noche de 1937. Jo Jones, el entonces baterista de Count Basie, era la gran atracción de una jam en el club Reno de Kansas. Confiado, Bird subió a tocar "I Got Rythm", el clásico de George Gershwin. Comenzó con fluidez, incluso se llevó la atención del público con sus primeros fraseos; entonces quiso arriesgar una melodía al doble del tiempo. Fue cuando se encontró con una secuencia de acordes que no supo dominar, trastabilló y perdió el ritmo, una deshonra ante el club repleto que lo escuchaba con atención inquisidora. Como un castillo de arena, la improvisación se desmoronó, hasta que Jo Jones dejó de tocar, lanzó uno de sus platillos al escenario y, ante risas y burlas, dio por finalizado el round al grito de: "¡Qué pase el que sigue!".
Aquella batalla perdida lejos de desmotivarlo, sumergió a Bird en un trance de estudio y devoción por la perfección y apuntó a un dominio de excelencia del instrumento. Sus biógrafos lo recuerdan durante un veraneo en las montañas de Ozark gastando púas de su tocadiscos portátil para aprender en detalle el estilo de sus maestros. Se dice que llegó a estudiar hasta 15 horas por día.
"Lentamente, memorizó cada uno de los solos de Lester Young. Los tarareó y cantó para sí mismo. Aprendió a tocar nota por nota, experimentando con la digitación y melodía hasta sonar como Lester", cuenta Russell, quien detalló cómo al poco tiempo Bird tuvo una revancha exitosa en el Club Reno, dando inicio a una etapa de reconocimiento y admiración.
El gran improvisador
"La música de Parker se define desde la improvisación. Una manera de entender su forma de tocar es reconocer que antes que él los músicos de jazz improvisaban usando la melodía como base para crear sus solos. Tocaban desde el sentimiento y lo que escuchaban", explica a LA NACION revistaClarence Smith, director del American Jazz Museum en Kansas. "Parker empezó improvisando sobre la base de los acordes y las progresiones. Es sabido que 'Cherokee' fue la canción que le permitió a Parker trascender y encontrar el sonido que siempre escuchó en su cabeza", explica Smith, en referencia al clásico fox trot de Ray Noble.
La evolución fue tal que para 1937 los músicos de jazz de Kansas se asombraban con el salto que había dado Parker desde aquella humillación en el Club Reno hasta convertirse en un referente del instrumento. Ya había conseguido su propio sonido.
Por entonces también comenzó su relación con las drogas. En 1936, junto a un grupo de amigos, Bird iba camino a realizar una serie de shows en Eldon, Missouri; el Chevrolet en el que viajaban perdió el control en el asfalto congelado y provocó un desastre: uno de sus ocupantes murió y Parker sufrió fuertes golpes en las costillas. Algunas versiones sugieren que el consumo de opiáceos empezó para calmar los dolores de las lesiones.
Lo cierto es que a los 19 años, convencido de ser el mejor saxofonista de jazz, Bird se fue a Nueva York a expandir su horizonte musical. Parker, quien había conseguido un trabajo temporal de lavacopas en una restaurante, era una verdadera esponja de ideas. Así como una vez se había nutrido de las música de Lester Young, en otra ocasión prestó especial atención a la versatilidad de Art Tatum, quien tocaba el piano en el trabajo de Bird.
"Tatum tenía un truco que a Charlie le gustaba: solía agregar citas de melodías populares en los temas, pedazos de "Them There Eyes" en el medio de "Begin the Beguine", "Goodbye Forever" dentro de "The Man I Love", cuenta Russell, y agrega: "Charlie se preguntaba si el saxofón podía ser tocado con la velocidad y exactitud de Tatum. Si fuera posible, sería un avance".
Esta referencia a clásicos también se reflejaba en sus composiciones; Parker y otros músicos de su generación tomaban la estructura armónica de temas populares y creaban sobre ellas nuevas melodías: así, por ejemplo, "I Got Rhythm", de Gershwin, lo inspiró para componer "Chasin’ the Bird" y "Anthropology"; o "Scrapple From The Apple", que responde a variaciones sobre "Honeysuckle Rose", de Fats Waller.
Dizzy y Bird: el nacimiento del bebop
"Maestro, ¿usted qué extraña del pasado?", le preguntó en la década del ‘80 el pianista Danilo Pérez a Dizzy Gillespie, quien respiró profundo, se llevó la mano a la frente y con lágrimas declaró: "Charlie Parker".
Pérez, quien integró en aquellos años unas de las últimas formaciones del legendario trompetista de bebop, reconstruyó la anécdota en diálogo con la nacion revista a raíz del centenario del nacimiento de Bird. Devoto del bebop en todas sus formas, Danilo Pérez hoy celebra el aniversario redondo del saxofonista de Kansas a través del Berklee Global Jazz Institute, faro rector del jazz internacional, con el que viene presentando el concierto Bird Goes Global, un sentido homenaje que permite acercar la música de Charlie Parker a las nuevas generaciones y mantener vivo el legado.
Cuenta Woideck que el saxofonista y Dizzy Gillespie se conocieron en la ciudad de Kansas circa 1940. "Luego Parker dijo que él oficialmente conoció a Gillespie cuando la orquesta de Jay McShann tocó en el Savoy Ballroom a comienzos de 1942", explicó Woideck, en referencia al tradicional club de jazz de Harlem; lo cierto es que el encuentro de estas dos mentes brillantes de la música y del jazz permitieron la emergencia de un estilo nuevo, vigoroso y joven, pensado para enaltecer el carácter artístico del género: el bebop.
Coinciden historiadores del jazz, en que el epicentro del bebop fue un sótano en el que melómanos, músicos de vanguardia, pero también adictos a la heroína se reunían noche tras noche a beber y a escuchar, a finales de la década de 1930, a las bandas de swing: era el club Minton’s Playhouse. Allí se lucieron no solo los vientos de Charlie Parker y Dizzy Gillespie, también las bases rítmicas de Kenny Clarke, Max Roach y Art Blakey, o el piano de Thelonius Monk, un críptico músico autodidacta y genial compositor que cautivaba al público bailando o golpeando el teclado en cada jam session. La voz corrió como un rayo y la curiosidad ante esta música del futuro hizo que Nueva York se rindiera a los pies de los boppers.
¿Qué nuevo paradigma trajo el bebop? "El jazz dejó de ser bailable, algo que sucedía por primera vez en más de cuarenta años", explicó a la nacion revista Manuel Fraga, pianista legendario de la escena de jazz porteña, y agregó: "En la era del swing, años 30 y parte de la década del 40, los adolescentes iban a bailar con las grandes bandas, como las de Glenn Miller, Benny Goodman, Chick Webb, Duke Ellington, Count Basie, etc. Esa fue la época en la que el jazz fue más popular que nunca. El bebop cambió completamente ese escenario".
Es que el sonido del bebop era más parecido a un diálogo de músicos con el foco puesto en el virtuosismo por sobre los ritmos bailables, sumado a una pretensión artística inédita en el género. De esta manera los intrincados fraseos, los acentos imprevisibles y el magnetismo de temas como "Ornithology", "Anthropology" o "Groovin' High", tocados a un tempo frenético, hicieron a la música de Gillespie y Parker enfrentar a las melodías agradables y cantables de la era del swing.
Sin embargo, esta alianza creativa entre ambos titanes no estuvo exenta de contrapuntos. "Charlie Parker y yo tuvimos diferencias", le confesó Dizzy a Danilo Pérez, y le contó que Bird había elegido darle la espalda a la audiencia y meterse en su mundo; Gillespie, en cambio, quería que la gente volviera a bailar con el jazz. Las diferencias conceptuales, sumada a la incontrolable adicción del saxofonista, que llegó a estar internado tras un colapso mental, forzó la separación del legendario dúo.
Admiración mutua
Cuando Miles Davis escribió sus memorias, no lo dudó: las primeras líneas del prólogo explican que la sensación más fuerte que experimentó en su vida, y que intentó reproducir a lo largo de su carrera, fue haber escuchado con 18 años al dúo de Parker y Gillespie en la banda de Billy Eckstine, en un teatro de St. Louis, Missouri.
Fue una noche inolvidable para el joven trompetista: Davis cuenta que el mismo Dizzy le pidió reemplazar a uno de sus músicos enfermo. La ocasión, única, no la desaprovechó, y arriba de las tablas quedó estupefacto ante los fraseos de Parker. "Simplemente, dejaba a todos muertos con su música", cuenta Davis, quien no dudó en afirmar que "en aquellos tiempos Bird tocaba como un dios".
Hacia mediados de los cuarenta, Parker, instalado en Nueva York, decidió formar un quinteto en el que la trompeta estuvo a cargo del joven Miles Davis. Muchas de las grabaciones de esta época, para los sellos Savoy y Dial fueron memorables y encontraban a Bird en su apogeo creativo. Fruto de aquella alianza se destacan los registros de "Now's The Time", "Billie's Bounce", "Ko-ko" o "Donna Lee", entre otros.
Sin embargo, Miles Davis recordó aquella época con claroscuros: si bien se nutría de los conocimientos musicales de Bird, por otro lado la vida vertiginosa del genio de Kansas lo incomodaba. "Una de las cosas que nunca comprendí de Bird era por qué se entregaba a tanta actividad destructiva. Macho, Bird estaba por encima de aquello. Era un intelectual. Solía leer novelas, poesía, historia, cosas así. Podía sostener una conversación con prácticamente cualquier persona sobre toda clase de temas", afirmó el creador de Kind of Blue, y agregó: "Era realmente sensible. Pero llevaba dentro de sí aquel impulso destructivo que se apartaba de lo normal".
El legado de Bird
"Él fue un genio. Genio es una palabra sobreutilizada, pero ciertamente se aplica a Charlie Parker", reflexiona Carl Woideck, y agrega: "Los saxofonistas de hoy que han estudiado en la universidad o en conservatorios pueden tocar fácilmente tan rápido como Charlie Parker, pero él creó un lenguaje musical y lo desarrolló. Jugó con la autoridad que solo un creador puede. Su música comunica humanidad".
"Él venía de un ambiente muy difícil y a través de su música pudo trascender", reflexiona Danilo Pérez quien recuerda que el primer disco que escuchó de Parker fue Jazz at Massey Hall. "Me llamó la atención la virtuosidad, la fluidez rítmica que había en su manera de tocar y la perspectiva que tenía del instrumento. Pero cuando empecé a estudiar su progreso, su entrenamiento con Jay McShann y cómo saltó del swing, me quedé más impresionado aún. Fue un tipo súper versátil".
Pérez, quien compartió con LA NACION revista una versión inédita y ralentizada de "Donna Lee" junto con Joe Lovano, consideró que existía "una especie de resistencia" en la música de Parker. "Había algo que intentaba decir sobre su experiencia afroamericana. Quería trascender esa mentalidad que afirma que la música es solo para entretenimiento -reflexiona Pérez-. Siento el coraje y la valentía, la capacidad creativa, el potencial del ser humano que demuestra que con trabajo y talento puede desarrollar la genialidad. Tenía una meta que cumplir y él sentía ese llamado. Y lo hizo para compartir, para elevar, para humanizar". A un siglo de su nacimiento, la música del saxo alto de Charlie Parker todavía invita a volar.
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