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Cecilia Ramos Mejía conoce estos caminos desde que tiene memoria. Sus padres la trajeron por primera vez de vacaciones a Rincón de Cobo, las tierras de la estancia familiar ubicada sobre la costa a 13 kilómetros de Mar de Ajó, cuando tenía tres meses, y con el correr de los años ella hizo lo mismo con sus hijos. Por eso, estaba segura de que era el lugar indicado para iniciar un emprendimiento destinado a quienes valoran la combinación insuperable de mar y campo. Con su experiencia como diseñadora de interiores y junto con el estudio Alric Galíndez Arquitectos pensaron Tamariscos,una chacra marítima construida en madera y chapa, con techo a dos aguas, expansiones amplias y una decoración tan cálida como inteligente.
Desde el comienzo del proyecto tuve claro que la casa debía ser elevada para aprovechar lo mejor del entorno e integrarse al paisaje.
La casa tiene dos expansiones bien pensadas que le dan un encanto único a la casa: la galería del frente con vista al mar es abierta para recibir el sol de la mañana y la de la parte de atrás, que veremos más adelante, más reparada del viento.
El interior
La distribución de los ambientes está pensada en espejo: detrás de la cocina y de la biblioteca se encuentran las las puertas que llevan a los dos cuartos que están en planta baja y las escaleras que llevan a otros dos cuartos que están en los altillos que balconean hacia el estar.
"Había surgido la idea de pintar la casa de amarillo, pero en mi mente estaba el blanco que es luminoso, elegante y combina perfectamente con la madera para crear una ambientación de estilo nórdico, simple y relajante"
Cecilia y su hija estuvieron al frente de un Bed & Breakfast en Palermo. De allí vienen algunos de los elementos que forman parte de la ambientación. Y el
La cocina
La cocina tiene salidas independientes hacia las dos galerías. Detalle fundamental para la buena convivencia y para la necesaria ventilación cruzada.
"Me gusta buscar cosas originales en casas de remate en lugar de ir a una tienda y llevar lo obvio", dice la creadora de Tamariscos que le dio su toque personal a la chacra y se nota en detalles como la composición de calcáreos que diseñó para la alzada.
Descansar de maravilla
El cuarto principal remite al estilo clásico y rural de las estancias hubo en estos campos de dunas y vientos indómitos. Aquí, reversionado por Cecilia con textiles cálidos y una vista incomparable.
Para optimizar los metros que generó la cubierta inclinada y teniendo en cuenta que iba a ser una casa para recibir huéspedes, se plantearon los dos entrepisos que balconean hacia la sala de estar.
"Nada mejor que contemplar el paisaje durante un baño de inmersión. De ahí surgió la idea de hacer la bañadera al ras del piso".
Horizonte sin fin
La casa se apoya sobre el terreno por medio de un sistema de cuatro postes que confluyen en una base de hormigón. Así alteramos mínimamente el médano existente.
En los extremos de la galería, las paredes que protegen el living y el comedor del viento tienen finas rajas verticales que dejan pasar la luz y sentir que no se corta del todo el paisaje.
La dueña bautizó “Tamariscos” a esta casa por los arbustos tan típicos de los médanos. Esos que bailan con el viento y sirven de reparo cuando empieza a hacer frío y no dan ganas de irse de la orilla del mar.
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