El capitalismo implica competencia. En los mejores casos, es una competencia sana que, en teoría, conduce a la innovación con precios económicos. En la práctica, esa competencia no siempre es tan saludable, sino que está repleta de recelos, envidias y engaños varios. Pero el rubro de la cerveza artesanal intenta escapar de este destino. Con un imparable crecimiento a lo largo de los últimos 10 años –hasta 2019, cuando la crisis comenzó a sentirse fuerte en el sector–, los cerveceros artesanales supieron construir una comunidad de lazos duraderos que van más allá del negocio inmediato. "La colaboración es algo muy arraigado en la industria artesanal", dice Marcelo Roggio, uno de los creadores de Peñón del Águila. "Cuando empezamos, los que estaban de antes, como Antares, nos abrieron las puertas y nos mostraron lo que hacían con enorme generosidad. Hoy, hacemos lo mismo con quienes nos preguntan. Entre todos compartimos conocimientos técnicos, información de proveedores y equipamientos. Somos una industria que nació en desventaja: en el país no había insumos y, menos aún, un mercado desarrollado, y nuestra competencia eran los gigantes multinacionales. Por eso, si hacemos crecer la industria artesanal, a todos nos va mejor", afirma.
Incluso en una coyuntura de crisis dominada por el cierre de los bares, la comunión cervecera crece. "La pandemia nos asustó mucho, fue un golpe tremendo, pero como comunidad estamos más unidos que nunca. La mayoría somos empresas chicas y jóvenes, nunca vivimos algo similar y estamos llenos de preguntas. Entre nosotros nos escuchamos, aprendemos de las experiencias de cada uno", explica Tomás Santa María, de la cervecería Filidoro. Tal vez, el mayor ejemplo visible de esta fraternidad sean las cervezas colaborativas elaboradas por dos o más fábricas artesanales, compartiendo recetas, insumos y fuerzas comerciales. "Siempre hicimos cervezas colaborativas; es una manera de jugar y hacer estilos distintos. Como ahora todos estamos produciendo menos, las colaborativas nos permiten dividir la inversión de una cocción entre varios, ganando además más puntos de venta", dice Tomás. En medio de la pandemia, las cervezas colaborativas hacen su camino: una competencia que corre por detrás de la amistad.
Avalancha de feats
Este año, Peñón del Águila presentó junto a Ogham su Pura Vida Light Lager, y también una Australian Session IPA con Dos Dingos. Filidoro lanzó una NEIPA junto a UNS y cocinó la Algo Contrigo, una witbier junto a Cervecería Charlone. Entre Mur, Gorilla y Dos Dingos idearon su Trilogía Nostálgica, tres cervezas que juegan con los sabores de la infancia (con ingredientes como cereales azucarados, chicles Bubbaloo de uva y Bananita Dolca). Entre Grunge y Buller sacaron a la calle una fantástica IPL 4.20 (una lager con lúpulo americano), mientras que Prinston y Juguetes Perdidos están ofreciendo El Padrino III, que lleva un corazón de lúpulos Idaho7 y Citra. Y esto es apenas una mínima parte de las decenas de colaborativas que dan vueltas en las mejores cervecerías artesanales.
Un gran ejemplo de esta unión y fraternidad, expresada a través de una lata de cerveza, es la de Todo va a estar bien, elaborada en conjunto por siete cervecerías (y un restaurante que se sumó a la cruzada). "Entre nosotros jugábamos al fútbol todas las semanas; teníamos un grupo de WhatsApp para coordinar esos partidos. Y, con la pandemia, empezamos a usarlo como de autoayuda, hablando de trabajo, de lo que nos pasaba y de lo que pensábamos. Así, en medio de la preocupación, salió la idea de hacer una megacolaborativa", explica Tomás, de Filidoro. Todo va a estar bien es una mini-NEIPA cocinada en conjunto entre marcas como UNS, Gante, Strange, Charlone, Federal, Pardo, Filidoro y Almacén Comunal (un restaurante del barrio de Chacarita). "Le pusimos ese nombre primero de manera irónica, riéndonos de esos que repiten todo el tiempo que todo va a estar bien, cuando en realidad todo se está yendo al carajo. Pero lo mejor es que, al final, incluso nosotros nos lo creímos: nos hizo muy bien a la cabeza trabajar juntos, volver a divertirnos y, al mismo tiempo, hacer un birrón fantástico", culmina Tomás.
Nuevos tipos de IPA
Hasta hace no muchos años se distinguían fácilmente dos tipos de IPA: la inglesa, más floral y no tan amarga; y la americana, más potente y cítrica. En los últimos años, al mando de las cervecerías craft norteamericanas, las IPA se multiplicaron. Y, de las muchas versiones, la más exitosa es la NEIPA (acrónimo de New England India Pale Ale), nacida en la costa atlántica del país del norte. Una cerveza turbia y cremosa (suele tener avena), de color amarillo intenso y muy frutada. Todo va a estar bien se identifica con este estilo, en una versión ligera en alcohol y fácil de beber, con el aroma a lúpulo que inunda la nariz apenas se abre la lata.
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