Hace tres décadas, bajo las órdenes de James Cameron, la actriz Jamie Lee Curtis protagonizó un baile erótico que hizo historia
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Ya pasaron 30 años y en todos los reportajes le siguen preguntando lo mismo. Y es que el 15 de julio de 1994 se estrenó uno de los grandes y más espectaculares tanques de James Cameron, Mentiras verdaderas, y dentro de ella el striptease más desopilante del cine: el baile erótico de Jamie Lee Curtis quitándose la ropa sin saberlo para su marido en la ficción, Arnold Schwarzenegger, en una escena con dosis exactas de sensualidad y torpeza, suspenso y mucho humor. Son dos minutos geniales que han quedado grabados en la historia grande de Hollywood. Jamie Lee ya tiene 65 y ha pasado mucha agua bajo el puente pero ese striptease sigue siendo una de sus marcas registradas.
La entrañable Helen
Cuando se filmó Mentiras verdaderas, Jamie Lee Curtis tenía 36 años y se comía el mundo. Dueña de una belleza personalísima, ya había participado de varios éxitos cinematográficos (entre ellos las primeras entregas de la saga de Halloween, que la catapultaron como una reina del cine de terror), pero la convocatoria de James Cameron para su película le abrió la posibilidad de jugar en las grandes ligas. En Mentiras verdaderas es Helen Tasker, la esposa del personaje de Schwarzenegger, un ama de casa con una vida muy poco atractiva que de golpe se ve envuelta en una trama de espías y termina descubriendo que su “aburrido” marido es en realidad un agente secreto en lucha contra el terrorismo internacional.
Así las cosas, en la previa del striptease en cuestión vemos a Helen llegando a un hotel, convencida de que está formando parte de una misión de espionaje. Ella está muy emocionada. Cree que tiene que seducir a un hombre que la espera en su habitación, aunque los espectadores sabemos que ese hombre es en realidad su marido, que ha orquestado todo este bluff sólo para entretenerla. En el pasillo, antes de entrar a la habitación, Helen se mira al espejo y se da cuenta de que con su recatadísimo vestido negro con volados no va a llegar muy lejos. Entonces decide pasar a la acción: se arranca a tirones todos los volados, se abre el escote, se moja el pelo con el agua de un florero y allá va nuestra entrañable ama de casa convertida en una femme fatale para entrar a la habitación y dar vida a ese striptease apoteótico, con lencería negra y chimenea incluidas.
Hace un tiempo Jamie Lee Curtis recordó en una entrevista con la revista People todos los detalles del rodaje de la escena. Contó que no hubo ensayo y que se sentía bastante nerviosa porque temía no encontrar el equilibrio justo entre el atractivo sexual y la torpeza cómica que caracterizaban a su personaje. Cameron le preguntó qué tema quería para su striptease y ella eligió Alone in the dark, de John Hiatt, y se concentró para bailar como lo hacía en su casa cuando no había nadie alrededor. Se quitó los restos del diminuto vestido negro que le quedaban y se lanzó: “Cerré los ojos y lo dejé todo. Después se hizo un silencio absoluto… Fue una experiencia poderosa: sólo éramos yo, la música, tres cámaras y aproximadamente cien tipos alrededor”.
Hubo un momento –siguió contando Curtis- en el que Helen bailaba agarrada al poste de la cama y todo se volvió muy real, tal vez “demasiado” sexy. Entonces Cameron se le acercó y le susurró al oído “¿querés soltar el poste?”, entendiendo que un tropiezo de Helen en medio del baile hot rompería el hechizo y les recordaría a los espectadores que, después de todo, se trataba de una comedia.
Sabio, Cameron. Helen efectivamente tropieza, cae al suelo, rebota, vuelve a levantarse y sigue bailando como si nada hubiera pasado. Desopilante: “Nunca me reí tanto en mi vida”, dice Jamie Lee.
Hollywood en las venas
En esa misma entrevista la Curtis recordó también que el día del estreno de Mentiras verdaderas se sentó en el cine al lado de su padre, el popularísimo actor Tony Curtis, hoy ya fallecido. Jamie Lee contó que “él se puso un poco intranquilo durante esa secuencia (la del striptease) porque es una escena un poco sexy… Había miles de personas y se hizo también un gran silencio… Luego, cuando Helen se cae y se vuelve a levantar, ¡oh, Dios mío!, la caída rompió el silencio”.
A pesar de la incomodidad de ese momento en el estreno, la Curtis confiesa que en esta escena se sintió mucho más cómoda que en su otra escena anterior sexy , en la película De mendigo a millonario, de 1983. En ese entonces, ella era muy joven y aceptó hacer un topless del que, dice, siempre se arrepintió: “Tenía 22 años y el papel requería que mi personaje se quitara el vestido… ¿Me gustó hacerlo? No. ¿Me sentí avergonzada? Sí. ¿Me veía bien? Sí. ¿Sabía lo que estaba haciendo? Sí. ¿Me gustó? No. ¿Lo estaba haciendo porque era el trabajo? Sí.” “Hoy no lo haría –siguió Curtis-, es lo último que haría en el mundo ahora. Además estoy casada desde hace años, no estaba casada entonces. Tengo dos hijos. Absolutamente no”.
A pesar de sus reparos con el tema, digamos todo. En las dos películas Curtis está divina, y además es una actriz fabulosa.
La genética le juega a favor. Ya dijimos que su padre fue Tony Curtis, aquel galanazo de Espartaco y Una Eva y dos Adanes y su madre era Janet Leigh, la protagonista de Psicosis, de Hitchcock, con la escena inmortal en la que es acuchillada en la ducha. En esa ilustre familia de Hollywood nació Jamie Lee, el 22 de noviembre de 1958, en Santa Monica, California. Y pasó una infancia marcada por el divorcio de sus padres y el alejamiento de Tony Curtis (dice que sólo lo veía de tanto en tanto) pero rodeada de actores, directores y gente de cine.
Comenzó la carrera de Derecho pero la vocación por las leyes le duró seis meses y se metió en cuerpo y alma en la actuación. Su primer gran papel fue en La noche de Halloween (1978), dirigida por John Carpenter, a la que le siguieron sus sucesivos alejamientos y regresos a esa saga de terror, una de las más taquilleras de la historia, y su participación en otros grandes éxitos de Hollywood como Los enredos de Wanda, De mendigo a millonario, Puñales por la espalda, Un viernes de locos (ahora está en marcha la secuela) y, por supuesto, Mentiras verdaderas. Su actuación en la película Todo en todas partes al mismo tiempo, de 2022, le valió su primer Oscar después de 40 años de carrera. Subió a recibirlo al escenario, radiante en su vestido color nude de Dolce & Gabbana, con su 1.75 de altura, imponente, su pelo corto y plateado de canas, su figura impecable, pura sonrisa y personalidad.
En medio de su prolífica carrera en Hollywood y sus decenas de papeles en televisión, Jamie Lee se hizo tiempo para casarse con el músico, actor, guionista y director de cine Christopher Guest (están juntos hace 40 años), tener dos hijos, escribir varios libros infantiles, encabezar varias fundaciones filantrópicas y desarrollar su talento para los inventos: de hecho, patentó un ingenioso pañal descartable que cuenta con un bolsillo exterior para guardar toallitas.
De la súper acción al disparate
La versatilidad de Jamie Lee Curtis para responder a las duras exigencias físicas de su rol en Mentiras verdaderas es asombrosa, pero ella siempre destaca la complejidad de la escena del striptease: “Fue la secuencia donde más ruda me sentí. Helen Tasker está ridículamente fuera de su elemento haciendo un striptease para su marido. Además la filmamos muy temprano en el programa de rodaje y eso me puso muy ansiosa porque no tuve tiempo ni para dejar de comer lo que fuera que estaba comiendo o de hacer un par de abdominales. Sólo ensayamos la ubicación de la cámara”.
Lo cierto es que ganó varios premios por su interpretación de Helen, incluido un Globo de oro, y es razonable porque su personaje es para lucirse y abarca un registro muy amplio, pasando de la acción al romanticismo, y de ahí a la comicidad y el disparate. Ella lo logró y más.
Sin embargo, Cameron tuvo que luchar bastante con los productores para contratarla, porque ellos estaban empecinados en darle el papel a Jodie Foster, que venía de dos exitazos, Acusados y El silencio de los inocentes. Cameron insistió y tuvo razón: hoy es imposible imaginar a otra actriz en la piel de la multifacética Helen.
Curtis rodó escenas que le exigían abarcar desde un extremo al otro, desde nuestro striptease hasta electrizantes secuencias de súper acción. Una de las más famosas es la del puente, cuando Helen tiene que pasar del techo corredizo de una limusina que corre a toda velocidad sin control hasta quedar literalmente colgada de un helicóptero en vuelo… La actriz no aceptó que contrataran a una doble de riesgo para esta escena y la rodó ella misma. Se filmó en el fabuloso Puente de las Siete Millas, en Florida, una maravilla de la ingeniería construida sobre el mar que conecta la península con los siete cayos. Allí se rodaron también escenas de otras películas como Misión Imposible III y una de James Bond, Licencia para matar.
Dicen que, a diferencia de Jamie Lee Curtis, el gigante Schwarzenegger sí usó dobles de riesgo en varias escenas y que lo que más le costó fueron los dos pasos rudimentarios de tango que intenta en la escena final. Pero esto es harina de otro costal.
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