Catherine Zeta-Jones, en la piel de la madrina de la droga
PASADENA, California.– Catherine Zeta-Jones habla gesticulando las manos y haciendo caras todo el tiempo. Es muy expresiva, lejos de la frialdad norteamericana y especialmente de las actrices de Hollywood. "Mucha gente piensa que soy latina –se ríe la morocha nacida en gales en 1969–. De hecho, este es mi acento". Y sí, tiene un acento sensualmente galés. "Casi nadie conoce mi acento original, sos un privilegiado". Quizá por su pelo negro o porque interpretó varios personajes de origen iberoamericano, a Zeta-Jones le confunden su origen. Pero ella no se enoja, sino que lo disfruta. "Tengo una casa en España a la que voy hace veinte años y me siento adoptada por los españoles. Recuerdo que en la alfombra roja de La máscara del Zorro todos los latinos me preguntaban por mis orígenes. Me siento muy conectada a la gente latina porque soy apasionada como ellos aunque solo en tres películas en toda mi vida interpreté a hispanas".
Ahora vuelve a una latina, aunque muy diferente de las anteriores. Una latina real: Griselda Blanco, conocida como La Madrina, pero también la Viuda Negra, por haber matado o mandado a matar a tres de sus esposos. Durante los setenta y los ochenta, la colombiana que escapó de su casa en Medellín a los 14 años se erigió como unas de las narcotraficantes más despiadadas creando la ruta de Colombia hacia los Estados Unidos a través de Miami donde construyó un imperio. Si Tony Montana, el famoso personaje de Al Pacino en Caracortada, hubiera sido alguien real, Blanco habría sido la competencia y seguramente fuera ella quien habría ganado la guerra entre narcos.
"Estaba viendo el documental Cocaine Cowboys, que cuenta la guerra contra la droga en Miami en los ochenta, y todos los entrevistados mencionaban a una Griselda", recuerda Zeta-Jones sobre el inicio del proyecto. "Griselda, Griselda… y lo hacían con miedo. Entonces me puse a investigar sobre esta mujer misteriosa", agrega la actriz sentada en un coqueto salón del gigantesco hotel Langham Huntington en Pasadena, al norte de Los Ángeles.
Películas y series sobre mafiosos existieron siempre, desde los films de gángsteres de los 30 y 40 de Warner Bros. hasta El padrino, una de las mejores películas de la historia, superando para muchos a la eterna El ciudadano. Quizás por la atracción que despiertan su vida y la de los personajes, en los últimos años ha venido creciendo la producción de series sobre el tráfico de drogas principalmente colombiano, con El patrón del mal y Narcos a la cabeza. Hasta Javier Bardem y Penélope Cruz se animaron a interpretar a Pablo Escobar y a su amante en el largometraje Loving Pablo del año pasado. Pero siempre hay historias para contar sobre el tema y la última es Griselda: la reina de la cocaína, que acaba de estrenar el canal Lifetime.
El proyecto tomó tres años en concretarse, hasta que finalmente Zeta-Jones aprobó el guion y a Guillermo Navarro para que la dirigiera. El mexicano es conocido por ser el realizador de la fotografía de varias de las películas de Guillermo del Toro y director de varios capítulos de series como Narcos. Como curiosidad, en un momento el proyecto le fue alcanzado al argentino Santiago Mitre, quien lo rechazó.
"Soy actriz y me gusta meterme en el personaje, tener la actitud y el lenguaje corporal. Interpreté más veces a norteamericanas, que no lo soy, pero nunca me preguntan si soy de los Estados Unidos. Sí me preguntan si soy latina. Me acuerdo del casting de Zorro, mi primera película grande en Hollywood. Había dos actrices europeas y las otras cuatro eran latinas, todas contemporáneas y muy famosas. Yo pensaba "no soy latina, no soy tan linda, no voy a conseguir el papel". Hice mi escena con Antonio [Banderas] y otra con una actor que reemplazaba a Anthony Hopkins. Después de pasar esa etapa, sí hice la prueba con Anthony delante de la cámara. Fue una experiencia bizarra porque estábamos todas las actrices juntas alentándonos con un "espero que vos lo consigas". Y era falso, porque nadie quería que la otra persona consiguiera el papel, sino una. Después, la situación se volvió más divertida. No fue hasta que hice la escena con Antonio, cuando surgió la química; algo pasó, algo muy latino, espontáneo. Así que sí, me siento latina".
La máscara del Zorro la llevó al estrellato a fines de los noventa. Y con Chicago, basado en la obra de Bob Fosse, Zeta-Jones retomó sus orígenes de comediante musical en Inglaterra para interpretar a Velma Kelly, papel que le valió un Oscar como Mejor Actriz de Reparto en 2002. Dos años antes, en 2000, Zeta-Jones interpretó su primer personaje latino, la traficante Helena Ayala en Traffic, basado en la serie inglesa, de Steven Soderbergh. Traffic cuenta varias historias relacionados al narcotráfico y actúan, entre otros, su esposo Michael Douglas, con quien empezó a salir en 1998 y se casó en 2000. Durante la filmación de Traffic, Zeta-Jones estaba embarazada de su primer hijo y reescribieron su personaje para que se vea de esa manera también.
Durante la década del 2000, Zeta-Jones era imparable y hacía todo bien. Trabajó con los hermanos Coen en El amor cuesta caro junto a George Clooney, en La terminal, de Steven Spielberg, junto a Tom Hanks, La mujer del año con Julia Roberts y en La nueva gran estafa, de nuevo con el director Steven Soderbergh, otra vez con Clooney, pero interpretando a la novia de Brad Pitt. Para el final de la década, la galesa se mudó a Broadway para el musical A Little Night Music, que le valió un Tony.
En 2010, a Michael Douglas le diagnosticaron cáncer de lengua y el tratamiento médico los alejó de sus proyectos y también produjo en Zeta-Jones picos de depresión que evolucionó en un desorden bipolar. Los Douglas se mudaron de Bermuda, donde vivían, a Nueva York para estar cerca de sus respectivos tratamientos médicos. Michael superó el cáncer y tuvo un regreso triunfal como Hank Pym, el primer Ant-Man, superhéroe de Marvel. La secuela, Ant-Man and the Wasp se estrena a mitad de este año. Y Zeta-Jones se tomó con calma su trabajo y eligió pocos proyectos como el musical Rock of Ages con Tom Cruise y la serie Feud, donde interpreta a la actriz Olivia de Havilland del período del Hollywood dorado.
"Es gracioso, pero mucha gente piensa que me alejé de la actuación. Nunca pasó eso. Cuando te dan ganas de actuar, ese sentimiento es como estar cumpliendo cadena perpetua. Pero prioricé otras cosas. ¿Quería dejar a mis hijos en Marruecos por tal proyecto? No. En un momento perdí precisamente esa pasión, ese miedo, esa anticipación y ese amor genuino por actuar. Pensaba: puedo trabajar desde casa. Y surgieron otros proyectos como el de Broadway donde gané un Tony. "¿Qué pasó con vos?". Perdón, es que no vivo en Los Ángeles, nada más. Hice un gran sacrificio desde chica para no ir al shopping con mis amigas porque tenía que estar en Londres actuando".
–Me contabas que conociste a Griselda por el documental Cocaine Cowboys.
–Cuando la veía, me sentía intoxicada, como bajo el influjo de una encantadora de serpientes. Le temía, me asustaba, me atraía, era buena, era mala, era peligrosa; no sabía quién era esta mujer. Había un par de fotos de ella, pero casi no podía encontrar nada real porque estaba escondida todo el tiempo y era paranoica. No hay material de ella en Miami, pero encontré un poco sobre su paso en Colombia, antes de que fuera asesinada, donde no se parecía en nada a lo que yo imaginaba. En ese material no era ella reinando sobre hombres muy malos en un ambiente hostil. En este momento estaba en una actitud muy abuela, mostrando fotos y yendo a la iglesia. Pero ella tenía una mente psicopática disfrazada de buena persona. Era como una mantis religiosa que atrae a la gente y después ataca. Cualquiera actriz mataría por interpretarla. No quería un retrato edulcorado del tipo "bueno, en realidad no era tan mala". No, quería que no tuviera cualidades que la redimieran. Ella es mala, realmente mala. La ves vulnerable, sí, pero es lo más alejado que hay a lo que soy como persona y por eso era imposible no sentirse atraída a un personaje así. Interpretarla era todo un desafío, pero fue muy liberador, me hizo sentir bien.
–Estamos en un momento de empoderamiento femenino…
–[Interrumpe] No me parece que sea necesariamente un ejemplo a seguir para las chicas.
–Justamente me refería a que este personaje es una villana sin matices.
–Griselda era una mujer que podía hacer cualquier cosa. Yo estoy absolutamente en contra de sus valores y morales. Era una mente maestra criminal, reverenciada, que manejaba millones de dólares. Y sí, hay que admirarla. Cuando decidí interpretar al personaje, no quería que fuese un típico proyecto Lifetime. Esto no es peyorativo contra el canal, no quiero que se malentienda, pero no quería que el personaje tuviera cualidades que la redimieran. Ella es una mujer, pero no como uno pensaría que debe ser típicamente una mujer, no encaja en el molde. Es una historia real, oscura y peligrosa.
–En Traffic también interpretaste a una narcotraficante. ¿Qué cambió en casi veinte años?
–Este tipo de corrupción está en todos lados y es histórico que pasen estas cosas. No culpo a nadie; ni a Colombia ni a los narcotraficantes, como pasó en Traffic. Viajé por todo el mundo y vi que no hay buenos y malos en esto. No quiero que aparezca alguien con la actitud de "salvemos el mundo", como la DEA. La situación no mejoró. Es como el juego de feria ese donde le pegás con un martillo al animalito y sale otro de otro agujero. ¡PUM! [Le pega a la mesa] . Vamos a conseguir la paz en Medio Oriente antes que terminar con el narcotráfico. Podríamos hablar cómo Griselda arruinó un país hermoso como Colombia, pero no creo que haya sido ella sola. Mucha gente es culpable también. Había competencia entre Colombia y Cuba porque ambos países proveían cocaína a los Estados Unidos. Una sola persona no es la causa de todo un mal.
–Hay una suerte de idolatría con la figura de Pablo Escobar, se ve eso en muchas series y varias películas. ¿Cómo se ubica Griselda en eso?
–Cuando un asesino es mujer en una película de terror, es una mujer blanca que vive en un remolque y tuvo una vida de conflictos. Yo no quería construir una asesina serial. Griselda viene de Medellín, es inteligente y sabe captar a la gente. Las mujeres en general no tienen ese nivel de violencia, ella sí. Resulta muy difícil imaginar a una mujer haciendo estas cosas. En cuanto a su relación con Pablo Escobar, leí lo que pude y hay muchas mentiras sobre ella. Griselda no era como Pablo, quien para muchos era como Robin Hood, que sin importar lo que hiciera, nunca era tan malo. Él les robaba a los ricos para darles a los pobres. Griselda no tenía esa cualidad, era avara: robaba para ella. No era reverenciada, sino que la gente le tenía miedo. Hay algo de lo que mucho no se habla: ella creó el paisaje de Miami, construyó el estadio de fútbol, por ejemplo. Cambió Miami de pueblo costero a la ciudad cosmopolita que existe ahora.