Un cartel en madera anuncia el ingreso a Universo Pol, y abre paso a un sendero apretado entre mucho verde, cada vez más espeso y húmedo, mientras el ruido del pueblo se apaga y aparecen los pájaros, los monos y las chicharras que avecinan una siesta calurosa. Joaquín está en la recepción, descalzo, rulos negros y ojos azules, acaricia a uno de los cuatro perros de la casa. Nos abraza y da la bienvenida como si estuviéramos entrando a otro mundo, uno que se mueve despacio, con una gravedad un poco más leve que la de la Tierra.
Sirve unos vasos de agua fresca y enseguida llega Ignacio, también flaco y de sonrisa fácil, la ropa embarrada porque estuvo talando cañas y revolviendo la tierra del jardín y el compost. Los dos acaban de pasar la barrera de los 30, y se conocen hace una década, por un amigo en común, Paul, que por ser el conector mereció un lugar en la banda de rock que formaron por aquella época, Universo Pol. Ese mismo nombre usaron para el hostel que soñaron, construyeron (construyen), y administran en Morro de San Paulo, Estado de Bahía, Brasil.
Ignacio Compte (31) y Joaquín Tagliapietra (31) hicieron caminos paralelos y llegaron al mismo lugar. Joaco se fue de gira con una banda de rock por California, donde vivió y trabajó en hostels; Napo viajó por Nueva Zelanda y también se encantó con el intercambio entre viajeros que llegaban al hostel donde terminó como encargado a los 22 años, en la isla norte, donde se trabaja con kiwis y manzanas: "En distintos países y a destiempo, pero Joaco y yo pasamos por la misma experiencia, el viaje dentro del viaje, el viaje con los otros".
Siempre interesados en proyectos ecológicos, Joaquín e Ignacio, junto a los otros dos integrantes de la banda de entonces, buscaron terrenos en Córdoba, San Luis y Misiones, hasta que Joaco recordó y les contó a los demás sobre unas vacaciones que había hecho en Morro de Sao Paulo con 15 años. Se tomaron un avión para conocer; y volvieron al año siguiente con la idea de conseguir un buen pedazo de naturaleza. Lo encontraron: un argentino de Tandil tenía para vender parcelas inmensas en un valle con una naciente de agua dulce y mucha vegetación originaria, virgen. Hoy Universo Pol se extiende 5 hectáreas, de las que sólo el 0.5% están construidas.
Construir sin invadir
"Habíamos hecho cursos de súper adobe, techos verdes, nos interesaba cualquier tipo de construcción que fuera lo menos invasiva posible. Investigamos qué se hacía en esta zona de Brasil y dimos con Claudio Maia, de Ilhéus, que trabaja con los bambús. El nos llevó a conocer plantaciones de cañas en Sierra Grande, ahí cerca, y el combo de expertos cerró con dos profesores de arquitectura de la UBA, Luciano Antile y Andrés Rogers", recuerda Napo.
Las estructuras en bambú se apoyan en pilares o columnas de hormigón armado, por lo que quedan casi suspendidas en el aire. De cada uno de esos 9 pilares salen 9 cañas, que son las que sostienen la grilla o suelo, las paredes, el techo y todos los muebles y cosas que van dentro de la estructura. Dice Napo: "Prácticamente no alteramos el suelo; usamos cemento sólo en las columnas, la loza, y en las uniones con el bambú, para sellar los nudos, el resto es material natural". Joaquín e Ignacio trabajaron durante un año y medio (y siguen) a la par de dos carpinteros del equipo de Claudio Maia Construções Alternativas.
"El bambú es de la familia de las gramas, los pastos, crece hasta un metro y medio por día, es fuerte, resistente. Para la construcción se los seca, barniza y trata con borato de sodio, que rompe los enlaces de almidón y evita que se bichen. Al principio teníamos que sacarles las cañas de la boca a los perros", se ríe Joaco. Lo que no es bambú (¡hasta los camas y mesas están hechas con caña!) son paredes de mosquiteros, aleros de hojas de palmeras y planchas de madera reciclada. Universo Pol existe para el turismo hace 5 años, con una estructura con cuartos compartidos y un total de 23 camas, un bungalo para 2 o 4 personas con baño privado, recepción y cocina disponible para huéspedes.
Pero Universo Pol va más allá de la hotelería, es una forma de vivir y estar en la naturaleza que entusiasma y contagia a quien se acerque. Porque cuidan el agua dulce y la energía; porque reciclan la basura inorgánica y hacen compost para el jardín y la propia plantación de cañas con los deshechos orgánicos; porque protegen el mato, la selva como fuente de vida, los monos, las tortugas y todos los insectos; porque dan talleres de construcción alternativa e intercambian trabajo colaborativo por hospedaje; porque proponen una dieta vegana, rutinas de yoga y meditación de la mano de Evelyn, la novia de Joaquín y primera dama de Universo Pol.
Ignacio y Joaquín son socios, amigos y conservan la música en común. Tienen ensayos abiertos todos los martes, y eso se volvió un gran evento en Morro de Sao Paulo: las jam sessions de Universo Pol llegaron a tener un público de 300 personas. "Las jam viraron una fiesta increíble, ahora estamos con proyectos de bandas con cantantes locales muy grosos", anticipa Joaquín.
Más información
Camas en cuartos compartidos desde R$ 50, con wifi y desayuno vegano. Consultar por descuentos, talleres de construcción en bambú y planes detox por www.instagram.com/UniversoPol
Seguí a la periodista de esta nota en su viaje en velero por Brasil en www.instagram.com/el_barco_amarillo
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