La batalla legal entre Coleen Rooney y Becky Vardy se debate como “la novela de la tarde” en Gran Bretaña
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La prensa amarilla británica, la que mejor domina el género en todo el mundo, está de fiesta. Hay un nuevo caso que se imprime, por capítulos, en la tapa de los tabloides y concentra la atención de la audiencia. De esto se habla hoy en Londres: Coleen Rooney (36) y Rebekah Vardy (40), dos esposas de futbolistas de altísimo perfil, se enfrentan en el Tribunal Superior. Se acusan mutuamente de traición y difamación. El caso gira alrededor de filtraciones de información e imágenes de una cuenta de Instagram a la prensa.
Son muchas las celebridades que tienen dos o más cuentas de Instagram. En una manejan sus compromisos comerciales, promociones y canjes, mientras que en la otra vuelcan sus imágenes más íntimas. La primera, que tiene como objetivo alcanzar la mayor cantidad de seguidores posibles para vender cada publicación lo más caro posible, es abierta al gran público. Mientras que la segunda es cerrada, exclusiva: solo acceden aquellos autorizados por el titular. Esto sucede en Londres y en todo el mundo. Pampita, por ejemplo, también tiene dos cuentas.
COLEEN VERSUS BECKY
Coleen Rooney es una celebridad en Gran Bretaña. Está casada con Wayne Rooney (36), el máximo goleador en la historia de la selección inglesa e ídolo absoluto en el Manchester United, ya retirado de las canchas. Están juntos desde los 16 años y forjaron un perfil similar al de los Beckham: su vida se refleja tanto en los suplementos deportivos como en las revistas del corazón. En los pubs de Manchester se habla de los goles de Wayne, pero también de los looks de Coleen y de los rumores de infidelidades en la pareja.
La fama de Coleen acompañó la ascendente carrera de Wayne. Mientras él acumulaba trofeos en su vitrina, ella construía su propio camino en el mundo del espectáculo: se hizo modelo, presentadora de televisión e influencer. Su cuenta de Instagram “pública” tiene un millón de seguidores. Protagonizó su propio reality y fue tapa de todas las revistas. Por la exclusiva de su boda, en 2008, el semanario Ok! pagó 3,1 millones de dólares.
Los medios británicos definen a Rebekah Vardy como “personalidad mediática”. Ellos no lo utilizan como un término despectivo. Hasta hace unos años trabajaba como promotora de una disco londinense. Allí, en 2014, conoció al futbolista Jamie Vardy (35). Becky, así la llaman, había tenido un paso escandaloso por los medios de comunicación.
En 2004, mientras estaba casada con su primer marido, técnico electrónico y jugador de dardos, mantuvo un breve romance con el músico y también “personalidad mediática” Peter André. Esta relación dejó de ser secreta cuando un paparazzi los fotografió juntos en Londres. Aún hoy dicen que fue una emboscada planeada por Rebecca. Cuando se descubrió en la tapa de los tabloides, decidida a dar el salto final y convertirse en una celebridad, Becky concedió su primera entrevista a News of the World para contar intimidades de su amante famoso. Disparó con todo. Dijo, sin pudor ni buen gusto, que André fue el peor amante que tuvo en su vida, que besaba como un perro (de raza boxer, precisó) y dio detalles del tamaño de sus genitales. “No valía ni el boleto en tren”, concluyó.
Se casó con Jamie Vardy en 2006. La celebración, millonaria, se llevó a cabo en un castillo, entre polémicas: los padres y abuelos del futbolista no asistieron a la boda y manifestaron públicamente su rechazo a Becky. Ella, fascinada con su nueva fama, días antes del casamiento posó semidesnuda, mostrando la lencería que usaría en la noche de bodas.
Jamie es un romperredes, ídolo indiscutido del Leicester City, que a fuerza de goles ganó un lugar en el seleccionado inglés. Allí convivió unos años con Wayne Rooney. Fue en aquella época, donde compartieron concentraciones por mundiales y eurocopas, que sus mujeres se hicieron amigas. Y, en un gesto típico de estos tiempos, que demuestra cercanía y complicidad, comenzaron a seguirse en Instagram. En las cuentas privadas, donde vuelcan sus sentimientos más sinceros.
ASÍ COMENZÓ EL CONFLICTO
El 9 de octubre de 2019, a través de Twitter, Coleen Rooney contó que todo lo que subía a su cuenta privada de Instagram, tanto como “posteos” y “stories”, aparecía luego en el tabloide The Sun. Dijo que esto sucedía “desde hace unos pocos años”. Y se lamentó: “Dieron demasiada información sobre mi vida, mi familia y mis amigos, sin mi permiso y conocimiento”.
El resto de la publicación de Coleen: “Después de un largo tiempo intentando imaginar quién podría ser, por varios motivos, encontré una sospechosa. Para confirmarla, se me ocurrió una idea. Bloqueé a todos mis seguidores, no les permití seguir viendo mis ‘stories’, excepto a uno (el resto de mis seguidores se debe haber preguntado por qué no subí más ‘stories’ durante ese tiempo).
Durante los cinco meses siguientes publiqué una serie de falsas ‘stories’ para ver si luego aparecían publicadas en el periódico The Sun. ¿Y saben qué? ¡Aparecieron publicadas! La ‘story’ sobre género en la selección de México, la ‘story’ sobre mi retorno a la televisión y también la última ‘story’ acerca de una inundación en el sótano de mi nueva casa…
Pensé en guardarlo para mí, no hacer ningún comentario, especialmente cuando las historias fueron filtradas. Sin embargo, tengo que hacerlo. Ahora sé con certeza de qué cuenta/persona viene todo esto.
Tomé capturas de pantalla, y las guardé, de todas las ‘stories’ y claramente demuestran que fueron vistas por una sola persona.
Era… la cuenta de Rebekah Vardy”.
Los cronistas, sorprendidos por el empeño y la sagacidad que puso Coleen Rooney en resolver el misterio, bautizaron al caso con un título inspirado en el nombre de la más famosa escritora de misterio: Agatha Christie. Eso sí, delante colocaron el acrónimo WAG, derivado de Wives and Girlfriend (“esposas y novias”, en español), que utilizan en Inglaterra por “botineras”. Así llegaron al original “caso Wagatha Christie”.
Sin embargo, una de los aspectos más curiosos del pleito que se debate en la Corte londinense es que Becky Vardy no es la acusada: ella demandó a Coleen Rooney por “difamación”. Dice que nada tuvo que ver con las filtraciones, que las acusaciones en su contra son infundadas y que desde entonces los seguidores de Coleen viven acosándola en las redes sociales. Para sumar dramatismo, dijo que cuando Rooney hizo la publicación en Twitter acusándola, ella estaba embarazada de siete meses y llegó a temer por la salud de su bebé. Reclama una compensación por los perjuicios, la angustia y el dolor que le generaron. Pide, exactamente, tres millones de libras esterlinas, el equivalente a 3,75 millones de dólares.
UN TELÉFONO AHOGADO, UNA COMPUTADORA ROTA Y UNA AGENTE “NO APTA” PARA DECLARAR
La estrategia del equipo de abogados de Rooney pretende construir una imagen controversial de Rebekah Vardy. Saben que hay una base de escándalos sobre la que pueden trabajar. La relación entre Becky y The Sun nunca fue secreta: ella había escrito columnas en el periódico durante la Eurocopa de 2016. Sin embargo, frente al tribunal lograron comprobar que demás de ser columnista trabajaba como informante. Los datos que aportaba excedían la cuenta de Instagram de su defendida. Acusaron a Vardy de proporcionar información sobre una comentada ausencia del futbolista Riyad Mahrez a un entrenamiento y sobre el arresto del mediocampista Danny Drinkwater por manejar ebrio. Los dos casos futbolistas recién mencionados fueron, casualmente, compañeros de Jamie Vardy. Por último, la culparon de haber revelado a los paparazzi de The Sun la hora y el lugar de un encuentro de WAG’s del seleccionado durante el Mundial de Rusia.
Para probar sus dichos, los abogados de Coleen pidieron pericias sobre el teléfono celular de Becky, pero la mujer de Vardy dijo que lo había tirado accidentalmente en el mar mientras navegaba frente a la costa de Escocia. Cuando pidieron analizar su computadora, les respondió que no tenía, que la última se había descompuesto y la había tirado a la basura. A través de whatsapp, pudieron recuperar algunos mensajes incriminatorios. Becky Vardy se limitó a decir que lo que habían encontrado en su celular nada tenía que ver con la cuenta de Instagram de Coleen Rooney, que, en definitiva, es lo que se debate en la Corte.
Wayne Rooney fue uno de los testigos presentados por la defensa. Declaró que durante la Eurocopa de 2016, el técnico Roy Hodgson le pidió que hablase con Jamie Vardy para que “calmase” a su mujer, que estaba distrayendo al plantel con sus columnas. Además, le pidió que terminase con sus videollamadas en lugares comunes. “Casi se volvió parte del equipo”, argumentó.
Jamie Vardy, que se mantuvo alejado del conflicto, sólo asistió al tribunal en el sexto día de testimonios, cuando declaró su ex compañero de seleccionado, Wayne Rooney. Como sucedía en la cancha, donde nunca llegaron a formar un frente de ataque, ni siquiera se hablaron. De regreso en su casa, Jamie emitió un comunicado de prensa desmintiendo lo declarado por Wayne: “Está diciendo cosas sin sentido. En la Eurocopa jamás me habló sobre el trabajo de Becky”.
El caso Wagatha Christie pronto entrará en fase de definiciones. El juicio, que comenzó el 10 de mayo, estuvo pautado desde un principio en siete días. Después, la jueza Karen Steyn –que lleva otros casos más “importantes”, como resolver si es ilegal la situación de los presos en Guantánamo o desentrañar el tráfico ilegal de armas a Arabia Saudita- se tomará dos o tres semanas para dictar sentencia. Durante la primera jornada de alegatos, recomendó a las mujeres enfrentadas que solucionasen sus problemas fuera de la Corte. Les advirtió que les resultaría más económico y, seguramente, menos doloroso. Se sabe: no habrá ganadores. Quizá Becky logre sacarle algunas libras a Coleen, pero ¿cuánto vale el desgaste de su imagen? Si hubiese que fijar roles, como en los cuentos infantiles, ella sería definitivamente la mala de esta historia.
Pese a las evidencias presentadas, los cronistas judiciales sostienen que la mujer de Wayne Rooney no podrá demostrar jamás que la mujer de Jamie Vardy haya sido la “garganta profunda” que dio la información sobre su vida privada al tabloide. Dicen que siempre existe la posibilidad de que alguien más haya manipulado su cuenta sin que Becky lo supiera. ¿Qué tal si fue Caroline Watt, la agente de Becky, quien tiene las claves de todas sus cuentas, incluso las bancarias? Esa posibilidad se coló en el debate.
LOS MENSAJES REVELADORES... QUE NO PARECEN PRUEBA SUFICIENTE
Hay dos mensajes reveladores, encontrados en las charlas entre Becky Vardy y Caroline Watt. Sin embargo, parecen no ser suficientes para definir el caso. El primero, contundente, fue escrito por la agente, burlándose de un posteo de Coleen Rooney, en el que decía que si quien filtró la información no fue Rebekah tiene que haber sido alguien en quien ella confiaba. Escribió Watt: “No fue alguien en quien ella confiaba. Fui yo”, con un emoticón de sonrisa.
Para comprender el segundo mensaje revelador entre Becky y Caroline es necesario un poco de contexto. Primero hay que aclarar que las notas inspiradas en las “stories” falsas de Rooney llevaban la firma del periodista Andy Halls. En las pericias hechas sobre el teléfono de Becky no encontraron ni un solo contacto entre ella y el periodista de The Sun. Sin embargo, hallaron un mensaje que Caroline Watt escribió a Becky Vardy que dice: “Mensaje enviado a Watts”. ¿Qué le envió? Jamás lo sabremos.
Caroline Watt se negó a declarar. Alegó estar inestable emocionalmente, deprimida. En la tercera jornada del juicio, Becky Vardy dijo, entre lágrimas, que “Caroline ha tenido pensamientos suicidas por estos procedimientos y las payasadas de la acusada”.
El jueves 19 de mayo, los abogados de las dos partes hicieron sus alegatos. La defensa de Rooney dijo que el caso se “desintegró” a lo largo de los siete días y acusó directamente a Rebekah Vardy de destruir evidencia. Aseguró que borró los mensajes de su wahtsapp “en forma compleja y selectiva”. La parte acusadora, por su parte, sostuvo que quedó demostrado “en forma clara y consistente” que Becky no filtró la información ni tampoco autorizó a su agente, Caroline Watt, a hacerlo. Si Watt lo hizo, fue por iniciativa propia y sin que la mujer de Jamie Vardy lo supiera.
Mientras tanto, como se dijo, la prensa amarilla sigue de fiesta. Y los analistas de moda descubrieron una nueva pasarela en la Corte, donde se enfrentan dos “botineras” que invirtieron millones en sus guardarropas.
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