Caso Liliana Tallarico: amnesia y revelaciones detrás de un femicidio que quedó impune
Valeria Jara tenía solo 11 años cuando debió escapar del octavo piso de un edificio, descolgándose por sábanas atadas con nudos, como si fueran sogas. En los últimos metros cayó al piso y el golpe le ocasionó dos fracturas. Dentro del departamento del cual huía estaba el cuerpo de su madre: la bailarina folklórica Liliana Tallarico había sido degollada en su habitación. Era el verano de 1994.
El crimen apenas tuvo una testigo, la niña. Aunque en un primer momento se apuntó contra el novio de la víctima, rápidamente el caso quedó paralizado. Hasta que siete años más tarde, la menor aseguró haber podido superar un bloqueo amnésico y aportó nuevos testimonios. Dijo que su padre, José Luis Jara, había asesinado a Liliana y que además, la sometía sexualmente. Pero las pruebas no fueron suficientes y a 26 años del asesinato, el femicidio continúa impune.
La madrugada del asesinato
El 4 de febrero de 1994, Valeria estaba en su casa, esperando a que su padre la pasara a buscar para llevársela de vacaciones. En la cocina estaba su madre, Liliana, que era profesora de danzas folklóricas e integraba el Ballet Brandsen. La mujer estaba preparando una tarta de verdura para compartir con su pareja Oscar Murillo, que era el director del ballet.
Murillo llegó a las 22. Tocó timbre en el 8° D del edificio situado en la calle 29 entre 43 y 44, en la ciudad de La Plata. Ambos comieron y, tras permanecer dos horas en la habitación de Liliana, Oscar se retiró del departamento.
Entre las 3 y las 4 de la mañana del día siguiente, Liliana fue asesinada. La persona que la mató la llevó a la habitación, y, con un cuchillo de cocina, le hizo profundos cortes en la garganta, provocándole la muerte. Su hija, Valeria, se encontraba en la habitación de al lado y, tras esperar unas horas, con una soga construida con sábanas atadas, se descolgó por una ventana, cayó al suelo y sufrió varias fracturas.
El cadáver de Liliana fue encontrado de rodillas, al pie de la cama, con la cabeza casi separada del cuerpo por la violencia del degüello. Estaba en el medio de un gran charco de sangre.
En las primeras declaraciones, la menor acusó del crimen al novio de su madre, quien se convirtió en el principal sospechoso. Dijo que había oído la voz del director del ballet, quien mantenía una relación amorosa con la víctima, que se había divorciado del padre de su hija en 1991.
Murillo fue detenido, pero cinco días después quedó en libertad por falta de pruebas. Dos testigos habían declarado que esa madrugada, cerca del horario cuando fue asesinada la bailarina, él estaba en su casa de Temperley. El razonamiento fue que en 15 minutos no podría haber llegado de Temperley a La Plata. Finalmente, en 1997 quedó sobreseído provisionalmente de la causa, lo que generó que el caso quedara en el olvido.
La hija de la bailarina, Valeria, no había aportado datos precisos en sus declaraciones. Al parecer, la joven sufrió de amnesia lacunar, un mecanismo de defensa innato al que apela la psiquis para olvidar acontecimientos imprevistos y dolorosos.
Un giro inesperado
Siete años después del crimen, la causa tomó un giro inesperado tras nuevas declaraciones de la única testigo. La joven, que había cumplido 18 años y había tenido un hijo, afirmó que había logrado superar el shock y con la ayuda de terapia había podido recordar lo sucedido. "No recordaba, porque estaba encerrada en un cassette o libreto", afirmó.
"El asesino fue mi papá", fueron las palabras con las que Valeria acusó a su progenitor, José Luis Jara. También narró que Oscar Murillo estuvo aquella noche, pero que después se fue y llegó su padre. Según publicó LA NACION, la joven denunció ante la Justicia que su papá la había violado antes y después del crimen de su madre.
La hipótesis era que "a la medianoche [José Luis] Jara se dirigió al departamento de [Liliana] Tallarico para buscar a Valeria. Al escuchar el timbre la bailarina abrió la puerta sin preguntar quién era, pues suponía que se trataba de su novio, que se había olvidado algo. Pero quien entró fue su exmarido". De acuerdo con lo publicado por LA NACION, en la cocina, José Luis y Liliana comenzaron una fuerte discusión.
Valeria aseguró que el homicidio se produjo porque Liliana sospechaba que el hombre sometía sexualmente a su hija. "Antes de morir, mi madre me dijo: 'Todo esto es por tu culpa, por hablar'", relató Valeria durante una declaración testimonial, realizada en noviembre de 2000.
Según lo declarado, "todo comenzó porque la madre de la menor no autorizaba el viaje con su padre". Luego, se dijo que José Luis, furioso, amenazó a su exesposa con un cuchillo de cocina y la llevó hasta la habitación, donde intentó violarla, pero no pudo. Entonces le cortó el cuello.
"Mi papá tenía apoyado el cuchillo sobre el cuello de mi mamá y me ordenó que me fuera a mi habitación, de donde los escuché discutir", dijo a los funcionarios judiciales, según publicó La Capital. La joven contó que volvió a esa habitación: "Él estaba parado, la tenía a mi mamá agarrada del pecho y la cortó. Ella se desplomó arriba de la cama". Además, describió: "Vi el movimiento de su mano derecha empuñando el cuchillo y luego mi mamá se desplomó en forma brusca y cayó en la punta de la cama. No subió los brazos, no trató ni atinó a defenderse, es como que aflojó las piernas y se cayó".
Valeria narró ante el magistrado que después del crimen su padre se acercó y le dijo que se quedara tranquila, que no había pasado nada. "Comenzó a acariciarme las piernas y luego me pidió que me fuera a mi habitación", afirmó. De acuerdo con el relato de la joven, luego de que su padre la violara, le dijo que buscara algunas sábanas. Las anudó y armó una especie soga, por donde primero bajó él y más tarde Valeria.
La defensa de José Luis Jara
El abogado defensor llegó a decir que "la orden de detención se basó en una declaración de una persona bastante discutible", poniendo en duda las acusaciones de Valeria.
"¡Soy inocente!", gritó antes de declarar José Luis, según precisó LA NACION. La defensa no solo alegó que el acusado era inocente, sino que también agregó: "Sospechamos que su hija [Valeria] es la verdadera culpable y no la testigo del homicidio", sostuvo el abogado, quien además aseguró que los informes psicológicos sobre la joven afirmaban que era "maníaca y manejadora".
El mismo José Luis declaró que su hija está loca, que nunca la vio "largar una lágrima por la madre" y que quería tomar el rol de su esposa: "Hablaba como una persona mayor y quería manejar como madre a sus hermanastros", insistió el hombre quien calificó a su hija como "un monstruo".
El exmarido admitió que había estado en el edificio de la calle 29 de La Plata, pero que fue por la tarde, horas antes de que mataran a la bailarina, y que nadie contestó a la puerta. A su vez, aseguró que en la madrugada del 5 de febrero de 1994, cuando ocurrió el crimen, estaba durmiendo en su casa.
El 12 de febrero de 2001 José Luis fue encarcelado, a los 15 días declaró en indagatoria y se le impuso la preventiva. Pero en septiembre de ese mismo año la Justicia le dictó la falta de mérito y lo liberó.
La prueba de la sangre
Un informe de 2001, publicado en LA NACION, la Asesoría Pericial del Poder Judicial bonaerense reveló que la sangre que había en una de las sábanas secuestradas luego del crimen de Tallarico era de la hija de la víctima, y no de su ex esposo.
Además, se ordenaron peritajes sobre la sábana, uñas y cabellos de la víctima y el correspondiente cotejo de ADN con muestras de Valeria y de su padre. "En ocho de las nueve comparaciones realizadas, el genotipo detectado en el material recuperado a partir de la mancha de sangre es igual al correspondiente a Valeria Jara", se leía en el resultado del análisis de la sábana.
En su momento, el abogado de la joven, Andrés Villalba, dijo a LA NACION que en la prenda había una mancha de sangre del tipo A positivo, y que según análisis efectuados poco después del crimen, ni la víctima ni su hija tenían esa clase de sangre, mientras que José Luis sí.
Sin embargo, ninguno de los aportes de sangre fueron concluyentes.
Cierre del caso
En agosto de 2009, el Juzgado de Garantías Nº 4 de La Plata, decidió dar por concluida la investigación y convirtió en definitivo el sobreseimiento provisorio que tenía Jara desde diciembre de 2004, dado que no había expectativas de agregar nuevos elementos de prueba, según informó el diario El Día.
El crimen quedó archivado y el femicidio permanece impune hace más de 26 años.
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