Alineados con el medio ambiente y la ecología, un grupo de jubilados decidió juntar sus ahorros e invertir en un conjunto de viviendas colaborativas para adultos mayores, 100% sustentables e integradas a un bosque natural en las sierras de Córdoba. Como querían que también adentro pudieran respirar aire puro, apostaron al modelo Passivhaus o casas pasivas, para lo que convocaron al estudio de arquitectura Práctica Pum, especializado en diseño sustentable y eficiencia energética.
"La iniciativa partió de ellos y es muy gratificante tenerlos como clientes. Pasamos gran parte de nuestra existencia adentro de edificios respirando su aire interior, la calidad de ese aire afecta directamente a la salud. Se ha demostrado que las propiedades con mejora de aire, como en las casas pasivas, repercuten sensiblemente en el bienestar de sus habitantes" sostiene Pedro Reyna, socio fundador y el único arquitecto argentino con acreditación del Instituto Passivhaus de Alemania, y director del Instituto Latinoamericano Passivhaus (ILAPH) con sede en Chile.
Los problemas que mostró la pandemia
"La pandemia desnudó una serie de necesidades y problemas postergados en la agenda de los gobiernos en lo que respecta a salud, bienestar y medioambiente. Esto trae una oportunidad única para los emprendedores que venimos incubando productos y servicios pensados para vivir mejor y cuidar el planeta". Invitado a imaginar la vivienda del futuro, apuesta a este concepto que es furor en Europa y que hace foco en diseñar la calidad del aire como elemento clave del confort.
Diseñar el aire: traigan un secador de pelo
"Se llama 'casa pasiva' o passivhaus a un método de diseño y construcción que se concentra en lograr el máximo confort interior con el mínimo consumo de energía, al punto que podríamos calefaccionar una vivienda de 200 metros cuadrados con un secador de pelo. Este método permite mantener todo el año una temperatura interior promedio de 20º C y una humedad ambiente de entre 30 y 70%, condiciones ideales para la salud humana. Por este motivo son reconocidas como ‘casas saludables’. La calidad del aire es medible gracias a estrategias que controlan las ganancias y las pérdidas de calor mediante la hermeticidad, las aberturas de alta prestación y un sistema de ventilación mecánico que recupera el calor del aire. La permanente renovación del ambiente consigue altísimos niveles de oxígeno – en consecuencia, muy bajo nivel de C02. El control de humedad ayuda a prevenir la condensación superficial - típica de edificios mal aislados- mientras que evita la proliferación de hongos, virus y bacterias".
Maderas argentinas
"Desde el estudio apostamos a los materiales de producción nacional y de fuentes sostenibles que reemplazan a la mampostería tradicional, con el objetivo de alcanzar los estándares de las casas pasivas a un precio muy competitivo. El uso de madera para cerramientos opacos, ya sea en construcción estilo americano o con paneles SIP (Paneles Estructurales Aislantes, según su sigla en inglés) es un mercado creciente en Argentina, en especial tras la adopción del reglamento Cirsoc 601 que desde 2018 reconoce al entramado en madera como sistema constructivo.
Felizmente encontramos muchas antiguas carpinterías de madera que desarrollan aberturas de calidad y eficientes capaces de reducir la huella de carbono negativa, propia del material. Imaginamos un futuro donde la química del carbono de la mano de los bioplásticos y las fibras celulósicas revolucionarán la industria de la construcción. Las plantas mediante la fotosíntesis captan el CO2 y lo retienen por cientos de años, por eso las fibras vegetales – en especial la madera- son la materia prima de la arquitectura sustentable. Hoy el sector de la construcción provoca un alto nivel de contaminación. Se presenta un escenario de disputa por el uso del suelo: el crecimiento de la población aumenta la mancha urbana, la producción de alimentos y de biocombustibles desplaza al bosque y compite con la plantación forestal para producción de madera. La gran demanda de distintos sectores presiona al bosque natural, que es el encargado de regular la calidad del aire en la atmósfera".
Como se ve en la foto, la Co-housing de Barrio Chico se compone de casas edificadas en paneles SIP de madera, el revestimiento es de shou sugui ban (una técnica japonesa de quemado de madera para protejerla de la intemperie y de insectos) los pisos son adoquines de ladrillo común sobre arena (pavimento absorbente) y las pérgolas contribuyen al control solar.
Achicando las facturas
"Pensando en los servicios como un derecho humano - y en su democratización - sabemos que desde la arquitectura lo mejor es prevenir al máximo el consumo, por eso:
- Evitamos el gas natural por ser un combustible fósil.
- Desde nuestras viviendas podemos captar energía fotovoltaica e inyectarla a la red de tal modo que la cantidad producida supere a la que consumimos.
- En el caso del agua utilizamos estrategias para el aprovechamiento de la lluvia y reutilización de aguas grises mediante el uso de artefactos aireadores y válvulas de control de caudales.
- Queremos obtener energía de una red rica en renovables, que es el único camino para el acceso universal a los servicios.
- Creemos que es más valioso incentivar y premiar la eficiencia energética que penalizar el uso a través de tarifas para reducir el consumo".
Súper inteligentes
"El experimento colectivo de la pandemia COVID-19 demanda replantear el espacio doméstico como nunca antes. Las tiny houses eran el trend topic de la casa del futuro hasta ahora, pero hoy vemos un cambio de tendencia hacia los smart homes: con mucha capacidad de adaptación en el espacio interior, altamente integrados al Internet de las cosas, de bajo impacto ambiental y de gran eficiencia energética. Ya no es novedad que podamos acceder a nuestras viviendas con lectores biométricos, programar electrodomésticos desde los celulares o instalar detectores de presencia, temperatura y humedad que activan alarmas, luces o equipos de ventilación. No podemos predecir el futuro, pero sí soñar con viviendas resilientes que contribuyan a uno de los grandes objetivos que propone la ONU: el acceso universal a la vivienda digna".
Colaborativas y resilientes: las cohousing
La casa del futuro, adaptable, sustentable y resiliente, será un producto colaborativo, industrializado y accesible.
- Estamos ensayando este concepto en varios de nuestros proyectos de cohousing, especialmente en un conjunto de residencias para mayores en Unquillo, Córdoba. El concepto arquitectónico es colaborativo desde el diseño de espacios comunes y también desde la cogeneración de energía, que al pensarse de manera integrada y eficiente implica un costo de instalación muy bajo.
- También lo estamos desarrollando en un proyecto de vivienda agrupada en Villa Allende, por ejemplo, con un estanque o pileta natural que no necesita agua de red, filtros ni químicos para su funcionamiento, 100% regulado por el agua de lluvia y plantas acuáticas.
Ambos proyectos utilizan:
- productos industrializados de madera
- producen más energía de la que consumen
- y utilizan un volumen de agua de red muy inferior a la media
En el proyecto Barrio chico podemos ver el Jardín desde el espacio de uso común. La estrategia paisajística se basó en incorporar especies nativas y un estanque natural natatorio que se filtra con plantas mediante la recirculación de agua. El jardín cuenta con un domo geodésico (al fondo) para realizar actividades recreativas y de bienestar.
Hoy vemos muchos edificios que comunican visualmente ese mensaje verde conocido como greenwashing o falsa sustentabilidad. La propuesta en la que creemos es la de una arquitectura sustentable en la teoría y en la práctica. Este es nuestro mantra", enfatiza Reyna.
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