"Los árboles son santuarios. Cuando hayamos aprendido a escucharlos nos sentiremos en casa. Eso es la felicidad" escribía el poeta y filósofo alemán Herman Hesse en su libro Árboles: reflexiones y poemas. Mucho más que plantas, para el autor de Siddhartha (su otra obra clásica) los árboles ayudan a los seres humanos a desarrollar nociones elementales como la verdad, la belleza, el hogar, el sentido de pertenencia y la felicidad; de ahí quizás la reparadora costumbre de treparnos a sus copas. Esa poderosa sensación de volver el tiempo atrás y sentirse a salvo ahí arriba es, quizá, el principal atractivo de las viviendas construidas sobre (y entre árboles), una fantasía de la infancia que la arquitectura hace realidad gracias al diseño y a la tecnología. Durante la última década el auge del glamping y el turismo aventura inspiró a decenas de emprendedores entusiastas a recrear el concepto bajo la modalidad de alojamiento temporal. Algunas propuestas guardan el encanto de la rusticidad y otras, de tan confortables y completas, bien podrían convertirse en residencia permanente. Durante los meses de aislamiento forzado las redes sociales explotaron de imágenes y alternativas que nos tientan a cambiar de cambiar de vida y de hábitat. Algunos ejemplos aquí seleccionados en forma arbitraria demuestran que existen posibilidades para cada presupuesto y finalidad, todos respetuosos del entorno y en especial de su majestad: el árbol que da cobijo. Pero mientras no haya un terreno para empezar a proyectar, sonar no cuesta nada.
Monoambiente monacal
El estudio de la arquitecta brasileña Silvia Acar diseñó un chalecito transparente de poco más de seis metros cuadrados sumergido en el claro de un bosque, en la zona de San Lorenzo de la Sierra, San Pablo, Brasil.
Se trata de un monoambiente estilo estudio para una sola persona y que cuenta con comodidades básicas, casi se diría monacales: cama, escritorio, bacha para aseo y sector para dejar el bolso en el acceso. La estructura se resolvió con paneles de perfiles tubulares de acero, premontados en marcos y soldados en obra, describe la memoria del proyecto. El exterior fue revestido con losas de cemento para controlar el calor de la región, así como el interior de la casa cuenta con aislamiento termoacústico recubierto con contrachapado. Se accede caminando por un sendero y aunque no está pensada para vivienda estable, una vez que se aprende a vivir con menos, todo sobra.
Abrazada a la encina
Urbanarbolismo, estudio de arquitectura y paisajismo con base en Cataluña, España, y especializado en la construcción de casas en árboles, proyectó una modesta casita abrazada a una encina centenaria que, sin invadirla ni tocarla, toma las formas que proponen las ramas y el tronco.
"La organización de la estructura la convierte en parte del árbol y los materiales utilizados se integran a la encina, siendo estos los objetivos principales del proyecto. La configuración del árbol ofrecía una oportunidad inmejorable para realizar la casa, por esto una de las condiciones fue no cortar ninguna de las ramas ni clavar nada en ellas; con esa intención realizamos una medición del árbol mediante fotogrametría lo que nos permitió generar un modelo 3D exacto de la estructura arbórea" describen los autores. La construcción se apoya en el tronco central y encaja en el follaje dejando entrever sus raíces, como si fueran parte de las raíces en las que se apoya el propio árbol, describen. Cada sector del interior está revestido en madera de alcornoque sin tratar y se integra con las ramas que lo atraviesan.
Tiene tres accesos: una rampa principal, una cuerda (a lo Tarzán) y escalera conectada a una ventana lateral. La iluminación artificial simula la luz natural desde el exterior a través de las ventanas. Con el mismo concepto, el estudio está desarrollando otra casa que aprovecha un conjunto de robles en la región de Burgos.
De cuentos en el confín del mundo
Ciprés, eucaliptus, coigue y canelo fueron las maderas elegidas para la estructura de este conjunto de refugios diseñado por el arquitecto Hugo Utreras y ubicado entre los árboles próximos a la orilla del estero Paildad, en el sector rural de Contuy, en la Isla de Chiloé, al sur de Chile.
Comarca Contuy es el nombre de un proyecto cultural que busca vincular el arte, el turismo y la naturaleza, elementos que inspiran los espacios de este sitio encantado, digno de cuentos.
Pensadas como tiny houses para residentes temporarios, las vistas aprovechan el paisaje de altura que propone el terreno con desniveles y pendientes. Por dentro ofrecen comodidades básicas para pernoctar, tienen electricidad, calefacción y se conectan entre sí mediante una pasarela de madera.
El baño queda en el exterior y es de uso común. "La intención era crear cuatro refugios estilo glamping entre los árboles, buscando la formalidad y disposición de los mismos, e inspirados en los nidos de pájaros" describe el autor desde Chiloé. La madera da vida a toda la obra: ciprés para los pilotes de fundación, coigue para las vigas maestras y secundarias, y canelo para tabiquerías y cerchas. Las vistas desde las ventanas circulares, la inmersión en medio de los árboles y la cercanía con el estero hacen posible escuchar el viento y el canto de los pájaros, componiendo una experiencia sin dudas inolvidable.
Cilindros de lujo
El cliente quería una cabaña de un solo dormitorio entre los árboles de su finca en las afueras de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Los arquitectos del estudio Malan Vorster interpretaron esa necesidad, pero elevaron la apuesta al pensar un refugio que sigue la verticalidad del paisaje, en la parte más alta de un terreno inclinado, y se funde en él.
Cuatro torres cilíndricas, íntegramente revestidas por parasoles realizados en madera de cedro rojo, se camuflan en el follaje de manera sutil y majestuosa. El proyecto toma inspiración en las cabañas de Horace Gifford y en los principios constructivos del gran arquitecto japonés Kengo Kuma; y aunque por fuera parece una casa redonda, la organización del interior es un cuadrado. Los tres pisos contienen el estar con cocina, dormitorio y terraza con living panorámico, todo ambientado con equipamiento contemporáneo.
La firma Malan Vorster decidió usar materiales que envejecieran naturalmente, como el acero corten sin tratar que da estructura al conjunto, y las maderas de cedro. Más que un escondite temporal, las comodidades parecen más que suficientes para instalarse sin apuro alguno.
Un nido en las sierras de Córdoba
El publicista Nicolás Cugiani y el arquitecto Pablo De Latorre decidieron construir a modo de ensayo el prototipo de un refugio prendido al pino de un campo situado entre Potrero de Garay y San Clemente, parajes serranos de asombrosa vegetación.
Para reforzar la apariencia de canasto o nido, se aplicó en el muro exterior de la casa un original tejido de cañas, aunque todo el perímetro luego se cubre con una lona impermeable que se desmonta por partes, permitiendo la relación directa con el exterior.
Por dentro se organiza en tres niveles que alojan baño, dormitorio y terraza con vistas, en total, casi 45 metros cuadrados cubiertos realizados íntegramente en madera, metal, tela y caña.
En seis meses tuvo listo para ser habitado, y actualmente se están mejorando las instalaciones que serán parte de un proyecto turístico.
Los autores trabajan en el mismo concepto para un emprendimiento hotelero en México.
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