En un terreno con médanos, un arquitecto y una artista plástica proyectaron su refugio con materiales durables de bajo mantenimiento, vistas limpias al mar y decoración apacible.
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Después de varias visitas a casas de amigos, María Lanusse y su familia terminaron por enamorarse de Costa Esmeralda. El paisaje marítimo, la calma ajena al ritmo más intenso de otras ciudades de la costa y la accesibilidad para escaparse en cualquier momento del año los convencieron de que era el mejor lugar para crear un refugio para ellos y sus cuatro hijas adolescentes.
Afortunados, hallaron un terreno cerca del mar, y confiaron el proyecto al arquitecto Matías Goyenechea, con quien ya habían trabajo en su casa de Buenos Aires. Hablar el mismo idioma lo hizo todo muy fácil. Juntos, tomaron decisiones inteligentes y fundamentales, como invertir el orden habitual y destinar la planta alta para las áreas sociales (con ventaja insuperable de la vista al mar todo el día) y la baja para los dormitorios de las chicas.
Un refugio al que se vuelve todo el año
"Buscamos maderas duras sin ningún tipo de tratamiento: lapacho, quebracho y laurel para los pisos. Las que están en el exterior van tomando el color de la piedra."
María Lanusse, dueña de casa y creadora de Alma de Atelier
María tiene talento para las artes plásticas y su marido es arquitecto, así que disfrutaron tanto de los detalles de la obra como ahora de este nuevo hogar, al que se escapan cada vez que pueden, solos o en familia, aún en otoño e invierno, cuando programan tentadoras maratones de series, caminatas, ricas comidas e interminables juegos de cartas.
Video: la casa en 360°
“A mí me encanta decorar y a mi marido, construir. Para nosotros, la obra no fue ningún sacrificio. Esperábamos los fines de semana para venir a ver cómo iba todo”.
Para tener un panorama limpio sobre las dunas, el acceso, el living comedor y la cocina se ubicaron en la planta alta totalmente transparente, con vistas casi 360° que dan hacia el mar desde el contrafrente, y al bosque, desde el frente.
A la altura del piso de la chimenea hicieron un estante de hormigón que va de pared a pared. Desde este sector y la galería se ve el quincho, que está en frente. “La idea fue que todos los ambientes de la casa dialogaran constantemente”, dice Goyenechea.
Un quincho entre las dunas
El quincho, que se encuentra hacia el fondo del terreno, se ve desde el living. Se construyó como un prisma de hormigón incrustado en el médano, mirando hacia la casa y la pileta
Detrás de esta área social, construyeron un departamento de huéspedes con cuartos, cocina y baño, totalmente independiente del resto de la casa.
Planta baja: dormitorios con salida al jardín
El baño principal comparte materiales y diseño con el resto: revestimiento en microcemento, muebles de madera con cajones y mesadas de cemento alisado. Grifería (Hydros).
Con la misma madera de laurel de los pisos se revistió la pared hasta media altura. En lugar de mesas de luz se hicieron nichos para apoyar lo indispensable.
Galerías
“Elegimos piedra, hormigón y cemento porque son de bajo mantenimiento, algo fundamental cerca del mar. Se pueden usar tanto afuera como en el interior y tienen la misma gama cromática”.
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