La historia desconocida de la exmodelo y periodista que tiene prácticamente asegurada su banca en el Congreso. Su infancia en Rosario, su carrera como modelo del staff de Pancho Dotto y su paso por la pantalla chica
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Fue la revelación de las PASO. Sin embargo, un año antes, cuando ni siquiera fantaseaba con ser candidata a senadora nacional, analizaba seriamente la posibilidad de irse del país. “Tenía dos oportunidades concretas de trabajo en Estados Unidos. Lo hablé mucho con Luis, mi marido, que es fotógrafo y puede trabajar donde sea. Yo tengo pasaporte italiano y él tiene el español. Estaba prácticamente decidido...”, cuenta la candidata rosarina de Juntos por el Cambio, Carolina Losada (48).
-¿Por qué decidiste quedarte en el país?
-A mí me gusta como se vive en Argentina, cómo son nuestros lazos familiares, cómo nos relacionamos con los amigos. Acá tengo a mis afectos... Además pensé: ‘¿Por qué tengo que irme yo, si hago las cosas bien, como corresponde? ¿Por qué el país me tiene que expulsar a mí?’. Y justo cuando estaba en este debate interno me llegó la propuesta de ser candidata.
Carolina dice que, en los últimos años, recibió varias propuestas para trabajar en política. “Me convocaron partidos de los que fui muy crítica. No lo creerías...”, insiste. Sin embargo, esta vez el ofrecimiento llegó de parte de su hermana, Georgina, una militante radical. “Les dije que tenía que pensarlo”, cuenta.
-Finalmente, aceptaste. ¿Fue una decisión difícil de tomar?
-Antes de decirle que sí a mi hermana pasé por un proceso interno muy fuerte, porque estaba en un muy buen momento de mi carrera profesional, de expansión. Quería tomarme vacaciones para pensarlo, porque me parecía que era lo más prudente tomar distancia y justo -¡aún no sé de dónde!- me agarré coronavirus. Fue súper leve, pero durante dos semanas estuve “adentro”. Y ahí tomé la decisión. Supe que si que quería hacer algo por mi país, era el momento de hacerlo. Porque yo me quise ir y tengo un montón de amigos y vecinos que se fueron. Ahora tenemos que lograr que quieran volver.
Carolina Losada, como cabeza de lista de Juntos por el Cambio en Santa Fe, obtuvo el 40 por ciento de los votos, superando por más de 10 puntos al Frente de Todos. De repetirse el resultado en las elecciones del domingo próximo, no sólo se asegurará su banca en el Senado sino que quitará un escaño al oficialismo y pondrá en jaque el quórum propio que mantiene Cristina Kirchner en la Cámara Alta.
“Vivíamos todos en el mismo edificio”
Carolina es la mayor de tres hermanos. “Dos mujeres y un varón”, aclara. Su padre, Antonio Fernando Losada, es empresario, y su madre, Mabel González Carbone, se dedicó siempre al hogar. Sus primeros recuerdos son de una familia enorme: “Vivíamos todos juntos en el mismo edificio en el centro de Rosario. Mis abuelos vivían en el octavo, mis tíos en el noveno y nosotros en el décimo piso. También teníamos una casa en Funes, donde íbamos todos los fines de semana las tres familias. Con mis primos nos criamos como si fuésemos hermanos”, cuenta y se le dibuja una sonrisa en su cara.
Cursó el secundario en el colegio alemán Johann Goethe. Debutó como mannequin en Rosario, con tan solo 15 años, en la pasarela de Melocotón, la marca de la empresaria rosarina Andrea Garrone. Fue allí donde la descubrió Pancho Dotto y la invitó a formar parte de su staff. “Mi mamá no me dejaba ir. A mis padres, les daba miedo el ambiente, más allá de que confiaban en mí y en la educación que me habían dado. Cada vez que volvía a Rosario, Pancho insistía con que tenía que mudarme a Buenos Aires para empezar mi carrera como modelo”, asegura Carolina.
-¿Cómo convenció Pancho Dotto a tus padres?
-Invitó a mi mamá a Buenos Aires para que viese dónde vivían las chicas que venían del interior. Yo tenía dos conocidas –que ahora son amigas- viviendo en Buenos Aires: Laura Tuels y Elisa Marchisio. Compartían un departamento que estaba enfrente de la agencia. Pancho le dijo a mamá que, en un principio, iba a vivir con ellas. Después, cuando empezase a trabajar, podría independizarme e irme a vivir sola. Y fue lo que pasó. Cuando empecé a ganar un poco de plata alquilé un departamento con Laura Tuels, Katia Fuks y Natalia Forchino, que hoy son mis mejores amigas. Hablamos todo el tiempo, tenemos un grupo de whatsapp.
-Hay un hito en tu carrera como modelo: en 1996 grabaste el videoclip de Cómo es posible que mi lado con Luis Miguel en su casa de Acapulco.
-(ríe) Estoy orgullosa del video, pero cuando lo veo me da un poco de vergüenza porque bailo muy descoordinada, nada que ver con el resto de las chicas. Pero tiene su explicación: cuando grabamos había un monitor gigante donde todos podían verse y seguir la coreo, pero desde mi posición no se podía ver nada porque estaba tapado por una columna. Me acuerdo que le dije al director y él me respondió: “No te preocupes, estás divina, sale todo bien”. ¡Y me salió terrible!
-¿Es cierto que después de grabar el video Luis Miguel quiso que te sumaras a la gira?
-Sí. En realidad lo hizo una persona que estaba con él, que yo no sé bien el rol que ocupaba y cuando vi la serie traté de descifrar quién era, pero no pude. Cuando terminamos de hacer el video, esta persona se acercó a decirme que Micky le había pedido que me diga que quería invitarme a la gira que hacía por los Estados Unidos, que arrancaba en Los Ángeles. Yo al principio dije: “¡Si!”, y pregunté: “¿Pero qué haría yo? Porque cantar no sé”, y me dijo: “Nada, venís y la pasamos buenísimo”. Ahí mismo le dije: “No, te agradezco”.
La carrera de Carolina como modelo fue breve. “Estaba cansada, sentía que quería hacer algo más. Cuando me vine a vivir a Buenos Aires abandoné la carrera de Economía y Administración de Empresas. Empecé a pensar en volver a estudiar”, cuenta. Se radicó en Mendoza, donde su padre administraba una bodega, y comenzó a estudiar Hotelería. “Me recibí, pero nunca fui a tramitar el título porque ya en segundo año me di cuenta que no iba a trabajar de eso”, dice.
“Los que te ponen palos en la rueda también te enseñan”
Carolina entiende que su desembarco en el periodismo se dio de manera natural. “Siempre fui una persona informada, me gustaba saber. Había hecho algunas cosas cuando estaba con Dotto, como notera invitada en El Rayo, pero no me animaba a saltar definitivamente a la televisión”, recuerda. Fue su padre quien propició su desembarco en los medios: “Papá tenía una bodega y una persona que estaba armando un programa de vinos le pidió que sea auspiciante. Él le dijo que sí, que lo iba a bancar. Al pasar, esta persona le comentó que estaba buscando una conductora para el programa y mi papá le habló de mí. El hombre se habrá querido morir, porque parecía que el sponsor quería enchufarle a la hija [risas]. Finalmente, el programa no se hizo, pero sí grabé un piloto que llegó a manos de un productor de Estrictamente Social, el programa más visto de Mendoza, que estaba buscando conductora. Ahí empecé.”, recuerda.
-En televisión conociste también a tu marido.
-Claro, por ese programa empecé a hacer Snowtime en Espn. Lo hice 17 años. Y ahí conocí a Luis Vayo, que era el hermano del dueño del programa.
Algunos años más tarde, Carolina voló a Buenos Aires para reemplazar a Soledad Villarreal, columnista de espectáculos en el noticiero de América, que se tomaba vacaciones. “Yo tenía muchos prejuicios personales con la modelo que ponen a hacer espectáculos. Pero logré vencerlos y empecé a crecer. Seguí haciendo reemplazos hasta que entré en el noticiero”, cuenta.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar en la televisión?
-Tuve mucha gente que me enseñó. Algunas por cariño, porque les caés bien, y otros que sin quererlo también te enseñan. Son los que te ponen palos en la rueda. Porque de los golpes bajos y las zancadas también se aprende, ¿no? Yo no me rindo fácilmente.
-¿Alguien que destaques, que te ayudó mucho?
-Bueno Baby, Doman…
-¿Y Antonio Laje?
-(piensa) Uno hace amigos... pero también hay gente que, a lo mejor, solo fue compañera.
Carolina condujo durante más de una década el noticiero en América. Luego, integró el panel de Incorrectas, el programa que conducía Moria Casán. Aunque su popularidad creció en el último tiempo cuando trabajó como panelista de Intratables y Basta Baby. “Yo aprendí de todos los programas en los que estuve. Con Moria aprendí muchísimo. Ella me sacó enseguida la estructura más rígida que yo traía del noticiero. Ahí también hice varias amigas y la pasé muy bien. Con Sofi Zamolo, Celi Rucci, Mica Viciconte….”.
-¿Cómo te llevabas con Agustina Kämpfer, la expareja de Amado Boudou?
-Tuve muy buena onda con ella, también seguimos hablando. Cuando empecé el programa pensé que iba a tener una mala relación con ella, pero la producción estuvo inteligente y nos pusieron en el mismo camarín. Y yo soy una persona que trato de separar mucho. Con Brancatelli también tengo una buena relación, pese a que nos veían peleando en la tele.
-Brancatelli era tu antagonista en Intratables.
-Pero era verdad lo que decíamos. Él piensa una cosa y yo pienso otra. Y podemos discutir. Pero una cosa es la chicana y otra es pegar debajo del cinturón. Yo nunca pego debajo del cinturón. Una vez me enojé muy en serio con Branca porque dijo algo que no tenía que decir, porque lo que se habla en el camarín no puede sacarse en cámara.
“Tengo dos chicos que viven en mi casa que son como mis hijos”
Carolina Losada lleva casi dos décadas en pareja con el fotógrafo Luis Vayo. Dice que la enamoraron sus valores, su forma de pensar y ver la vida. “Él es una persona que me contiene muchísimo y si en algún momento me estoy ahogando en un vaso de agua, me saca”, dice. La charla se vuelve más íntima. Hablamos de sus ganas de tener hijos, de formar una familia. “Con Luis nunca estuvimos completamente decididos -dice-. En un momento quisimos, después no. Y creo que cuando uno no decide, está decidiendo. Nos gustaba mucho el tipo de vida que teníamos. Pero ahora hay dos chicos que viven en casa”.
-¿Cómo es eso?
-Viste, eso sí que no lo sabías (ríe). Yo no quería sacarlo en la campaña, lo estoy contando ahora porque en Rosario ya se sabe: un periodista comenzó a comentarlo en una radio. No quería sacarlo porque no expongo mi vida privada y tampoco quería que se mal interprete que quería usarlo.
Desde hace algunos años, Carolina y Luis colaboran con Familias de Esperanza. A través de esa organización, conocieron a una niña de seis años que los visitaba todos los fines de semana. “De esta manera, los chicos conocen otra realidad diferente, una familia donde no hay violencia y tampoco un montón de cosas malas”, cuenta.
-Descubriste un mundo nuevo.
-Sí, pero sucedió que al tiempo la restituyeron a su familia de origen, no a sus padres, sino a sus abuelos. Fue algo muy duro porque habíamos generado un vínculo afectivo muy fuerte. Aunque siempre me queda la satisfacción de que en la mochila de su infancia le entregué amor, y eso va estar con ella para siempre.
-Sin embargo, por lo que contás, volvió a tu casa.
-Con el tiempo, ocurrieron una serie circunstancias -que no voy a precisar- y nosotros sentimos la obligación moral de ayudarla otra vez. No podíamos fallarle. Así, empezó a venir de nuevo los fines de semana a casa, pero esta vez con un hermanito. Les armamos su lugar, por supuesto. Y cuando llegó la pandemia, se quedaron dos años enteros con nosotros. En casa, ellos son como nuestros hijos: la nena hoy tiene 13 años y el chiquito tiene 10.
-¿Y cómo sigue esta historia?
-Sigue como siga la vida. Ya estoy cumpliendo un rol y estoy muy ocupada. ¡Estoy hasta en el chat de mamis! Pero prefiero en este momento no hablar mucho más de este tema para resguardar su intimidad.
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