Carolina Herrera de Báez: "Soy muy exigente conmigo misma"
Directora creativa de las fragancias de su madre, asegura que forma parte de una generación distinta, con peso propio
Carolina Herrera de Báez nació con el nombre de una mujer exitosa, pero eso no la inhibió. Todo lo contrario. Desde hace más de veinte años es la directora creativa de las fragancias de su madre, la diseñadora Carolina Herrera, y logró construir su propia identidad en un imperio donde parecía que todo estaba hecho. Lo cierto es que ella -como le gusta decir- es la verdadera CH.
Al casarse, su mamá cambió el apellido, Pacanins y Nino, por el de su marido, Reinaldo Herrera. No es la única en la familia que lleva consigo el mote de una leyenda de la moda. Su sobrina también se llama Carolina. Para el psicoanálisis, en la elección del nombre de los hijos se impone un deseo de los padres. Nadie quiere quedarse afuera del legado que construyó la abeja reina.
A pesar de que la señalan como la futura heredera de la marca, ella lo desmiente rotundamente. Llegó el pasado lunes a Buenos Aires para presentar su último lanzamiento: Confidential, una línea de perfumes y aceites que homenajea los 35 años de carrera de su madre. Después de brindar una charla de moda en la Usina del Arte ante más de 500 personas, recibió a la prensa en una suite del hotel Alvear.
-¿Cuál es tu primer recuerdo en relación con los perfumes?
-Cuando tenía 12 años observaba a mi madre mezclar aceite de jazmín y nardo para perfumarse. Recuerdo mucho esa imagen. El jazmín para mí es muy evocativo de la infancia, de mi mamá, del jardín, de una época en particular, del comienzo de Carolina Herrera. Trabajo mucho con ese aroma.
-Las fragancias de CH están muy asociadas a tu imagen. ¿Cómo fue construir tu identidad dentro de una marca que ya tenía peso propio?
-Ha sido un trabajo de más de 20 años donde confluyeron varios factores. Tuvo que ver el equipo, el éxito de Carolina Herrera como marca, los consumidores, la prensa. Hemos construido esto con la ayuda de mucha gente. Creo que la razón de que funcione es que no somos iguales. Tenemos la misma visión de qué es Carolina Herrera, pero lo interpretamos de manera diferente porque somos una generación distinta. Ella es mi mamá, yo soy su hija. Si yo fuera una reinterpretación de ella sería todo un poco más aburrido. Mi imitación de ella no funcionaría.
-¿Cuesta equilibrar el rol de madre y empresaria?
-Creo que somos tantas madres empresarias que todo se va aprendiendo. Lo hago con ayuda de mi marido, de amigas, de gente en casa. No eres la supermujer que llegas a todo. A veces me pierdo un cumpleaños. A veces no llego a algo. Ya no siento el remordimiento. Para mí es muy enriquecedor trabajar. Creo que también es enriquecedor para los niños ver que su madre trabaje, viaje. Es algo que necesitamos. Yo lo he visto toda la vida y no he sufrido por ello. Es bonito enseñarles a las generaciones que vienen que hay que ser organizado, pero que te puedes realizar como madre, mujer, trabajadora. Que es posible. Además, como padres, no podemos estar todo el día encima controlándoles la vida, si no creamos robots de nosotros. Hay que dejarlos ser, vivir, caerse y levantarse.
-¿No sentiste la ausencia de tu madre?
-Fíjate que no, y eso que muchas veces estaban ausentes tanto mi mamá como mi papá. Creo que es importante la calidad de cuando estás. Hay padres que están todo el día y no están con sus hijos. Los hijos tienen que ser más independientes. Eso de la madre todo el día encima del hijo a mí me agobiaría.
-La llegada de tus tres hijos, ¿te aportó un nuevo punto de vista sobre las cosas?
-Entendí mejor a mi madre. Te hace menos egoísta, hay algo mucho más importante, más grande que uno. Entiendes lo del amor incondicional que hasta entonces ha sido totalmente condicional [risas].
-¿En qué situaciones te ves aplicando las mismas directrices que te daba tu madre?
-A mí me transmitieron mucho del sentido de la responsabilidad. Cuando tienes ese sentido, puedes hacer todo lo demás. A ellos les brindo cuestiones de educación, moral y comportamiento, pero les pido que sean responsables.
-¿Pero te notás más flexible?
-Claro. Hay ciertas cosas que cambiaron. Hablamos más con nuestros niños que lo que nuestros padres hablaban con nosotros. Con mis hijos hablamos de todo, me preguntan de todo. Ellos no tienen filtro y me encanta.
-La escritora Milena Busquets dijo que la relación con su madre (la editora Elena Tusquets) siempre osciló entre la ambivalencia del amor absoluto y la exigencia máxima, ¿cómo definirías tu propio vínculo?
-Muero por leer su libro, También esto pasará. Lo tengo en mi casa y me lo recomendaron mucho. Mi madre nunca ha sido exigente, pero osciló entre el perfeccionismo y el amor. Ha sido siempre muy perfeccionista. Yo soy muy exigente conmigo misma y eso me causa mucha presión. El amor de mi madre lo veo en el ejemplo.
-¿Hablaban cuando eras chica?
-De chica no hablábamos. Ella es de una generación donde no se hablaba tanto con los hijos. Yo con mi hija, en cambio, hablo de todo y me encanta. Creo que es generacional. Siempre tuvimos buena relación, excepto cuando era adolescente. Cuando yo tenía 16, quería tener 36. Todas las hijas y todas las madres -a menos que haya una herida muy profunda fuera de lo común- tenemos más o menos los mismos ciclos de relaciones.
-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
-Me llevo bien porque tenemos buena genética. No sé qué me va a pasar cuando me empiece a colgar la piel. Me cuido lo normal para sentirme bien. Hago ejercicio, algo que no me gusta, para poder comer. Amo la comida. Siento que lo peor que me puede pasar es que me restrinjan la comida por el peso. Es uno de los placeres de vivir, sentarse a comer con alguien.
-¿Y tu relación con la moda?
-Me encanta, me encantan las cosas bonitas, pero hay dos cosas que no me gustan. Una es vestir uniforme: me parece una falta de seguridad estar vestida siempre de marca reconocible. Creo que algunas mujeres lo hacen para competir entre ellas. Otra cosa es cuando veo una mujer y siento que tardó 80 horas en vestirse. No hay nada más bonito una mujer que ves en la calle y te encanta como está porque tiene unos vaqueros y una camisa blanca. Es la manera como tiene el pelo, un todo, más natural. Eso es lo que me interesa de la moda.
El tequila, una apuesta segura
Aunque su marido le dice que es poco elegante, Carolina elige tomar tequila en los eventos a los que concurre. "Me encanta porque es un licor muy puro y no me da dolor de cabeza. Lo del tequila shot es algo muy americano. Yo nunca he hecho un tequila shot porque me desmayo. Voy tomando de a poco y entre trago y trago tomo agua. No me gusta el champagne ni la cerveza o el vino."
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