Sobreadaptada. Así se sentía -y se mostraba- en aquella época. Sólida por fuera, temerosa por dentro, aunque siempre se mantuvo activa y decidida a conquistar sus objetivos, había algo en su interior que la retenía.
Nacida en Cipoletti, en la provincia de Río Negro, desde pequeña mostró su interés por lo bello y lo estético. Con tan solo seis años, comenzó sus estudios en Bellas Artes y Danzas Clásicas. Al finalizar el nivel secundario se fue a vivir a San Martín de los Andes, en el sur de la Argentina, que dejó fuertes huellas en su modo de entender la vida. Allí también conoció al fotógrafo Gabriel Rocca quien, junto a la modelo Ana Paula Dutil, le propuso probarse como modelo. Al año siguiente Carolina Di Nezio se trasladó a Buenos Aires para estudiar y, mientras cursaba, se animó a probar suerte en el mundo del modelaje. Desde ese instante no paró. Quedó seleccionada para participar del conocido casting televisivo Súper M (en su edición 2002) y llegó a ser finalista entre tres mil participantes.
Con el concurso llegaron nuevas oportunidades, como la posibilidad de trabajar y estudiar inglés en Estados Unidos. En ese tiempo hizo campañas de belleza para Paco Rabanne y Viktor & Rolf, entre otras marcas prestigiosas a nivel mundial. "Estar en contacto con productos de skincare hizo que pudiera seleccionar lo que me gustaba, pero también, aquello que deseaba pero no conseguía". Viajar mucho, probar marcas y, sobre todo, estar en contacto con sus raíces hizo que lentamente se comenzara a gestar un proyecto que más adelante le daría grandes recompensas emocionales.
Al regreso de su paso por los Estados Unidos y gracias a unos amigos que hacían un programa para Fox Sports pudo entrar en el mundo de la televisión y trabajar como conductora para los programas Experience Tour y Rally on board junto a David Nalbandian, entre otros. Los viajes, las ocupaciones diarias y la exposición pública se presentaban como desafíos constantes que la obligaban a replantear sus manera de moverse.
Miedo a la muerte y ansiedad
Sin embargo, por dentro, Carolina libraba una batalla contra sus temores. Miedo a la muerte, palpitaciones, ansiedad extrema, agorafobia e insomnio eran algunos de los síntomas que, en silencio y soledad, padecía. "En mi infancia y adolescencia estuve cerca de personas muy queridas con problemas de salud. Creo que estar cara a cara todo el tiempo con la enfermedad y la idea de muerte me generó mucha ansiedad. En mi caso no tuve las herramientas para sobrellevar esas situaciones. En algún momento mi aparato psíquico colapsó y ahí fue el comienzo de un camino profundo para reconstruirlo".
Con la terapia, supo que muchas de las emociones que sentía no tenían su nombre bien puesto. Confundía tristeza con enojo, miedo con angustia y poder nombrar lo que padecía le permitió comenzar a poner las cosas en su lugar. "Cuando la emoción está desconectada del hecho que lo genera, el cuerpo empieza a manifestar aquello que no puede gestionar. Me pasaba que con los años, brotaban malestares que, aparentemente, aparecían de la nada. Pero, en realidad, eran acumulaciones que estallaban como una olla a presión".
La terapia psicológica fue clave para poder salir adelante. La desensibilización, la terapia cognitiva, pero también el reiki, el yoga y la medicina china formaron parte de los recursos a os que recurrió en su proceso de recuperación. Y, además, hubo un condimento que lo cambió todo.
"En esa época tenía trastornos de ansiedad y agorafobia. Y, mientras todo seguía en modo normalidad para el afuera, cada vez que pisaba la calle, la sensación de muerte súbita me invadía. Hacía televisión porque vivía sobreadaptada a todo. Cuando Fer (Fernando Hermida, su actual esposo) me invitó a tomar algo, lo evadí bastante hasta que me sinceré y le conté lo que me pasaba. No le dio importancia y me pareció genial. El primer paso era sacarle poder al fantasma de la ansiedad. Coordinamos un encuentro en casa y le dije si me pongo muy ansiosa cancelamos. Pasó un rato, charlamos, corrí a lo de una amiga que vivía en otro piso a respirar en el medio. Y todo fluyó. De a poco fuimos saliendo de casa y de todos mis miedos. De esos trastornos de ansiedad hoy queda aprendizaje y mucho trabajo. Y él tuvo que ver mucho en eso".
Gestar un proyecto
De la mano de la confianza que le dio formar pareja, Carolina pudo comenzar a dedicar más tiempo a su emprendimiento Proyecto Auras y, como parte del universo de su marca, surgió PÅ, una serie de colecciones cápsulas de indumentaria que se presentan en conjunto con diferentes organizaciones, cooperativas, asociaciones y entidades que dedican su labor a crear un mundo mejor. "Siempre tuve claro que quería abarcar vinculadas con el bienestar y la colaboración. En la línea de cosmética que tiene el proyecto, la materia prima es en un 80% de productores de la zona de Neuquén a quienes queremos ayudar, son cooperativas y comunidades aborígenes. Con PÅ decidimos lanzar diferentes colaboraciones con organizaciones que necesiten ayuda y marcas afines". En su primera colección la marca decidió lanzar a la venta prendas sustentables generadas en alianza con la organización ReforestArg para que, por cada venta realizada se plante un nuevo árbol nativo en zonas deforestadas de la Patagonia Argentina.
Carolina siente que la conexión con la moda es algo que heredó de su mamá, que confeccionaba sus propias prendas. "Y en mi adolescencia, me gustaba usar sus cosas y reversionarlas. Siempre preferí básicos de calidad que duren mucho tiempo y algunas joyas vintage de los viajes. Hoy eso se denomina sustentabilidad. Creo que somos cada vez más los que elegimos con conciencia, queremos saber de dónde vienen las prendas, quién las fabricó, cómo lo hizo y qué impactó tienen en el mundo. Estamos despertando de a poco".
Pero además, en su tiempo de reflexión y cambio, Carolina también pudo darse el espacio para abrirse a la idea de concebir. "La decisión de tener un hijo fue pensada mucho tiempo. No quería que viviera nada de lo que me paso a mi. Con Belisario los resabios que tenía de ansiedad se corrieron para dar lugar a lo importante. Con él me pasa que a diferencia de lo que creía que iba a suceder, no tengo tanto miedo. Por eso todo el trabajo interno que hice y hago me permite hoy poder transmitirle seguridad y enseñarle a crecer integrado en mente, emoción y espíritu. Darle herramientas para ser feliz es todo lo que deseo".
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