Hoy se cumplen 25 años desde que la hija de Raniero y Grace Kelly se casó con su tercer marido, Ernesto de Hannover. Y aunque están distanciados desde hace más de diez años, Carolina de Mónaco se mantiene firme y tiene sus razones para no firmar su divorcio
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Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco se casaron el 23 de enero de 1999, el día en que la princesa cumplió 42 años. Podrían haber celebrado una boda con toda la pompa, rodeados por reyes y príncipes de toda Europa, pero optaron por una ceremonia secreta, lejos de las cámaras, en Montecarlo.
Su romance estuvo permanentemente en la mira de los paparazzi. Los cronistas del corazón hacían foco en un detalle muy particular: cuando comenzaron su relación, Ernesto estaba casado con Chantal Hochuli, la mejor amiga de Carolina.
Sólo trascendió una imagen del casamiento. La fotografía, cedida por el Palacio Grimaldi, muestra a los novios de pie frente a cámara, sin tomarse de las manos. Carolina lleva un tailleur celeste con botones dorados que disimula a la perfección su incipiente embarazo.
Fundaron su hogar en Fontainebleau, a 70 kilómetros de París. Durante algún tiempo, parecieron tener una relación ideal: se movían en los mismos círculos y tenían múltiples intereses en común. Sin embargo, las cosas no resultaron bien.
Ernesto de Hannover terminó siendo un dolor de cabeza para los Grimaldi. Debido a su mal genio y a su adicción al alcohol, la prensa internacional lo bautizó “el príncipe escándalo”. Una de sus travesuras más recordadas es cuando faltó a la boda de Felipe y Letizia de España, en 2004, porque no pudo recuperarse de una noche de juerga. Dejó plantada a Carolina en la iglesia...
La pareja lleva más de diez años separada. En los últimos, Ernesto fue fotografiado con otras mujeres y presentó en sociedad una nueva novia. Por eso, todos se hacen la misma pregunta: ¿por qué Carolina nunca le pidió el divorcio?
Su Alteza Real por siempre
En un principio, se dijo que la pareja no quería provocar otro escándalo anunciando su divorcio, que prefería seguir casada por el bien de su hija, Alexandra. Sin embargo, la joven -de 24 años- creció con sus padres separados: en 2009 Carolina regresó a Mónaco mientras que Ernesto se radicó en Múnich.
También se escribió que la hija de Rainiero y Grace Kelly no quería renunciar al tratamiento de “Su Alteza Real” con el que se la reconoce en la página oficial del principado de Hannover. En caso de divorciarse, debería volver a usar el tratamiento de ”Su Alteza Serenísima” que recibió el día de su nacimiento como princesa de Mónaco. En el estricto protocolo de la monarquía europea, el rango de “Alteza Serenísima” es inmediatamente inferior al de “Alteza Real”. Sería, en definitiva, una suerte de “degradación”.
Tampoco faltaron aquellos que hicieron cuentas rápidas y concluyeron que Carolina no se divorciaba para mantener el nivel de vida que le brindaba su acaudalado marido. Por dinero, dijeron, hacía la vista gorda mientras las revistas presentaban, con nombre y apellido, a las amantes de Ernesto. Sin embargo, no se pudo hacer la distraída cuando, a mediados de 2010, se publicaron fotos del príncipe de Hannover -hoy de 69 años- con una candidata en las playas de Tailandia. Más tarde, sostuvo un romance con una joven rumana, bailarina de un club nocturno, 34 años menor que él.
Por el bien de la familia
La realidad es que, con sus 67 años recién cumplidos, Carolina no pretende más dinero ni más poder. Separada de hecho y sin pareja a la vista, a la princesa de Mónaco solo le preocupa el bienestar de sus hijos y nietos. Y también de sus hijastros, parece. La revista alemana “Bunte” publicó que no inicia los trámites para divorciarse de este díscolo marido para ayudar a su hijastro mayor, Ernesto Augusto, para que pueda preservar el patrimonio familiar de Hannover.
Es de público conocimiento que padre e hijo están enfrentados hace años. Sus peleas iniciaron en 2011 cuando Ernesto Augusto hijo (con esos dos nombres los soberanos llaman a los primogénitos, herederos al trono de Hannover) comenzó las tratativas para vender el castillo de Marienburg, un generoso regalo que le hizo su padre en 2004. La venta al Estado de Baja Sajonia estaba por cerrarse, pero un escrito del marido de Carolina lo frenó todo: el príncipe reclamaba la restitución del majestuoso palacio de 135 habitaciones, históricamente residencia oficial familiar. En su comunicado, declaraba la venta ilegal y señalaba a su hijo por su acto de “gran ingratitud”.
Pero vender el palacio -cederlo en realidad, ya que Ernesto de Hannover hijo esperaba cobrar simbólicamente solo un módico euro- no parecía un acto irresponsable. Todo lo contrario: como comentó a Hannoversche Allgemeine, le resultaba imposible costear el mantenimiento de las propiedades Hannover. Antes, había subastado distintas obras de arte por 44 millones de euros y solo había conseguido saldar algunas deudas que le transfirió su padre con al castillo... Aún así, el marido de Carolina de Mónaco llevó a su hijo a la Justicia para “evitar que desarmara la Casa Hannover”.
Sin divorcio, no hay hijo legítimo
La princesa tiene una estrecha relación con los hijos de Ernesto, a quienes conoce desde que nacieron, cuando era la mejor amiga de su madre, Chantal Hochuli, la primera mujer del príncipe de Hannover.
Existe una posibilidad, concreta, de que el príncipe desherede a sus dos hijos varones. Más de una vez, en público y en privado, Ernesto amenazó con hacerla valer. Primero debería demostrar que sus hijos hicieron caso omiso a una cláusula en la ley de herencia Guëlfa que dice que el jefe de familia Hannover debe dar el consentimiento para el matrimonio de sus herederos. Ernesto Jr. no obtuvo la aprobación de su padre para su boda con la diseñadora rusa Ekaterina Malysheva, en 2017. Y Cristián ni siquiera la pidió para casarse con la peruana Alessandra de Osma, en 2018 (aunque, en este caso, su padre asistió a la boda religiosa, en Lima).
En esta batalla con su hijo mayor, el príncipe de Hannover amenazó con volver a casarse, gestar a un nuevo heredero y saltarse a Ernest August Jr. en la línea de sucesión al trono. Parecía una advertencia desesperada hasta que, en 2020, Ernesto de Hannover se mostró con nueva novia, también casada, la condesa María Madalena Bensaude...
Sin embargo, mientras Carolina evite el divorcio, los derechos de su hija e hijastros están protegidos. Ernesto puede volver a ser padre, es cierto. Pero los hijos engendrados fuera de un matrimonio no tienen derechos dinásticos: no entran en la línea de sucesión al trono.
Mientras tanto, escándalos e internaciones psiquiátricas alertaron sobre el estado mental de Ernesto. El príncipe de Hannover jamás pudo superar sus adicciones. Carolina teme por el patrimonio de su hija Alexandra, quien siempre fue muy protegida y cuidada por su medio hermano mayor. Es por eso que la princesa de Mónaco entiende que cerrar filas con Ernesto Jr. es su mejor opción.
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