Carolina Aguirre: "Vivo con la sensación de que nada alcanza"
La guionista y escritora, autora de Farsantes, Ciega a citas, Guapas y Signos, es parte de una nueva televisión. "Intensa, pesimista, obsesiva y neurótica", como se define, llegará al cine con una comedia romántica
"La gente sólo muere para siempre en la vida real. En la literatura uno puede hacer lo que le dé la gana. Si para eso se inventó, para uno poder desahogar todos sus deseos." De eso estaba convencido Gabo y también lo está Carolina Aguirre, que ante la muerte de Bambi entendió la finitud de su vida y descubrió que en el cine como en la televisión la gente moría y también revivía. Sólo basta escribirlo para que suceda.
"Tengo una sensación y una conciencia del tiempo enfermiza, angustiante. No puedo desperdiciar ningún momento. Intento que mi vida sea lo más interesante posible –reconoce la autora de Ciega a citas, Farsantes, Guapas y Signos– . Mis amigas y mi novio se burlan un poco de mi método. Siempre tengo que hacer cuatro cosas productivas en el día para sentirme en paz."
¿Ejemplo?
Cuando vos trabajás en tu casa –llevo quince años trabajando así–, necesitás de una estructura, de una columna que te ayude. Necesitás de una disciplina. Así que lo que intento es ser productiva en el trabajo y conmigo misma. Salir a caminar, ir al cine o al teatro, comer afuera, trabajar dos o más horas seguidas, sin interrupciones e intensamente. Cada una de estas actividades suman un punto, si al final del día sumo cuatro, estoy bien. Tengo que sentir que fue productivo, que soy mejor persona porque aprendí algo o conocí algo nuevo.
Es un ritmo bastante exigente para hacerlo todos los días.
No tanto. Hay mucha gente que prefiere quedarse en pijama todo el día; no puedo, me da un ataque.
¿Ser autoexigente es algo que aprendiste de muy chica?
Nací en una familia que no entendía demasiado mis intereses, lo que me pasaba. Viví una infancia muy solitaria. A mí me salvó el colegio y mis maestras del jardín y del primario. Si no, habría sido un desastre. En mi casa no tenía con quién hablar, en mi familia no se leía, todo era extremadamente superficial y caótico. Es por eso que tengo la necesidad de una disciplina rigurosa, de ser la mejor todo el tiempo, de ser tan exigente conmigo misma. Ya a los cinco años ponía el despertador y me levantaba sola. Desde muy chica me firmaba los boletines.
¿Sentirte sola te empujó a ser autosuficiente?
Siempre sentí que sólo contaba conmigo misma, eso me llevo a ser autosuficiente, como una máquina. Yo sé que nadie me va solucionar las cosas, que no me van a rescatar. Tengo que ganarlo por mí misma, pero nunca es suficiente, siempre pienso que puedo estar mejor, que mi trabajo puede estar mejor.
Ser guionista de programas en el horario central de la televisión, como Farsantes, Guapas, Signos, te expone a un nivel de exigencia y crítica no apto para cualquiera.
Cuando escribís para la televisión, todo el tiempo sos supervisado, juzgado. Es un trabajo que requiere de una tolerancia a la frustración, necesitás de una capacidad de recuperación muy rápida. A veces voy a Pol-ka con un capítulo y Adrián [Suar] nos mira a Leo [Leandro Calderone] y a mí y nos dice:¿Les salió el bizcochuelo medio crudo? Saca una hoja y comienza a marcar. Adrián labura mucho los guiones, es un tipo que sabe, no dice nada porque sí. Todos los días hacemos ese trabajo, a veces por teléfono, otras por Skype. Te sometés al productor, a que los actores estén contentos, después al aire, al rating, a la crítica. No es para cualquiera.
¿Lo sobrellevás con terapia?
Hice mucha terapia, ya no. Me digo a mí misma que si piensan que el guión es una porquería, voy a escribir uno genial. No discuto, no quiero que el otro se conforme. Es mejor pensar que sos un desastre.
¿Pesimista?
Intensa, pesimista, insoportable, obsesiva, angustiosa, neurótica. Todo lo peor que se puede tener, lo tengo yo. Vivo con la sensación de que nada alcanza. Esteban Lamothe dice que cada vez que graba una escena la hace como si después de ésa lo fueran a echar. Hago lo mismo: escribo, lo entrego, lo leen y pienso que me rajan. Para Leo es un tema difícil de llevar porque todo el tiempo le digo que estamos escribiendo para el culo. Él me tiene que tranquilizar.
¿Alguna vez te tranquilizás?
Me pasó de ver alguna que otra escena que me gustó y salir corriendo a buscar el guión para chequear si la había escrito yo. Lo sé, para los demás soy insoportable.
Cuando Steven Soderbergh anunció su retiro del cine lo hizo con una frase contundente: "El futuro de la narración pasa por la televisión". Y así estrenó The Knick, la serie protagonizada por Clive Owen, que ya va por su segunda temporada. Hay quienes dicen que la Gran Novela Americana se está escribiendo en la televisión y se atreven ir más allá suponiendo que si Shakespeare, Dickens y Austen vivieran, harían historias para la pantalla chica. Los guionistas son las nuevas estrellas de rock y el público los sigue con fervor. Tras el final de Los Soprano, Breaking Bad y Mad Men, sólo por nombrar algunos de los hitos recientes, los espectadores se mostraron más pendientes de los nuevos proyectos de sus creadores que del de los propios actores.
"En Estados Unidos tienen una figura que es una suerte de showrunner, una mezcla de productor y creador, que no necesariamente escribe. Acá podríamos decir que lo más parecido a esa figura es Adrián Suar. Nosotros hacemos una tele muy de productor, el programa es de Suar, es de Ortega, salvo que el actor sea muy popular y se ponga foco en eso. Pasó en el cine –reflexiona–, en algún momento uno elegía las películas según el estudio, después llegó el star system y se buscaba al actor y después apareció la figura del director. Hoy, el perfil más alto es el de atracción."
¿Cómo sos como espectadora?
No entiendo el zapping, nunca pude hacerlo, me desepera mucho. Soy de bajarme series, nunca las veo en el momento que están en el aire, no tengo ese tiempo.
En la tevé local, que el guión lleve tu firma, para muchos, hace una diferencia.
Mi caso es diferente porque empecé a escribir blogs, libros, guiones de publicidad, columnas en medios y después llegué a la televisión. La tele se acercó a mí. Compraron Ciega a citas, se vendió también a otros países, después adquirieron la novela El efecto Noemí para hacer una miniserie, y así fue que me empezaron a llamar de canales para escribir. Llegué a la tele con un protagonismo diferente, como un bicho de Internet, con un nombre visible.
Las series recientes que hicieron historia a nivel global se apoyan en una buena historia y en la riqueza de los diálogos. ¿Qué pasa en nuestro país?
Es cierto, la historia y los diálogos ocupan un lugar de privilegio. En nuestra tele, en general, no había ningún cuidado en los diálogos, lo importante pasaba por la escena, por la imagen. [Ejemplifica] Abrís la puerta, encontras a tu pareja con otra mujer y da igual lo que decís. El fraseo no era importante, no se pensaba en la palabra. Pensemos en las escenas de amor, se dice te quiero, te amo, te necesito, pero no se construía más allá de eso. Me importan y mucho los diálogos, junto a mi socio apostamos por eso y debatimos mucho cómo tienen que hablar los personajes, lo que van a decir. No buscamos ser ingeniosos, no queremos hacernos los inteligentes, ni tratar de hablar nosotros a través de los personajes. Tenemos una serie de cuidados, que antes no estaban en la tele popular.
¿Estamos atravesando un momento de cambio?
Junto a Leo estamos corriéndonos poco a poco hacia otro tipo de televisión, que implica trabajar sobre un concepto, una idea, que lo que escribas tenga una columna vertebral; que el guión y la historia sean importantes. El espectador de hoy es mucho más maduro, evolucionó. Exige otras cosas y tiene mayor entrenamiento. Estamos en un momento de quiebre. En una época se contaron historias aspiracionales, deseables. Romay apostaba en estos relatos de ricos, mansiones, de la chica pobre, que en realidad era hija de un millonario y que se enamoraba del galán. Tiempo después, Suar rompió con ese modelo para ofrecer una televisión más cercana, más anclada en la realidad con tiras como Gasoleros, Campeones. Hoy ya no alcanza la realidad, la nueva televisión tiene mucho más que ver con la verdad.
¿A qué te referís?
Los protagonistas ya no son los vecinos, ni el playboy millonario, tampoco los estereotipos. Existen Pablo Escobar, Tony Soprano, ellos encarnan una idea. No me identifico con Escobar, pero sí con una sociedad violenta; en Los Soprano lo hago con la exploración que se hace de la familia. Puedo incluir en la lista a Avenida Brasil, donde el foco se puso en la venganza. Son historias con una ideología. Necesitamos comenzar a transitar este camino, pensar qué vamos a contar y cómo lo vamos a contar. Cuando pregunto de qué va tal programa, muchas veces no pueden contestar. Nos falta trabajar en eso, creo que nos acercamos a esta idea en Farsantes y en Guapas.
¿De qué manera?
La historia de Farsantes inicialmente era sobre cinco abogados, pero después el melodrama gay subió a la superficie. Cuando empezamos a escribirlo era algo que estaba en el aire, se hablaba mucho del matrimonio igualitario, era el momento para poder contar esta historia de amor. Con Mario Segade nos propusimos contarla como si siempre se hubiese contado, no lo hicimos desde la homosexualidad. En los primeros 18 capítulos no se toca el tema, no se habla, no se dice, y está ahí. El foco lo pusimos en esas dos personas que se estaban enamorando, daba exactamente igual si eran hombres o mujeres. No fue fácil, hablamos de un programa en el prime time, con un público que podía ser más reacio o conservador al tema. Sin embargo, todos querían que Pedro y Guillermo terminaran juntos. Farsantes hablaba de la libertad, de la verdad y del amor. En Guapas, con Leo intentamos por sobre todo alejarnos de los estereotipos y que las historias de estas amigas no fueran contadas desde la mirada de un hombre, de esa imagen que tienen muchos de que sólo hablamos de zapatos y de hombres.
Con Signos se metieron en un terreno diferente.
Fue un proyecto muy complicado, que venía con una idea que rozaba lo imposible: contar desde el punto de vista del asesino. Vos ya sabés que es el asesino, sabés lo que hace y por qué lo hace. En general, uno lo va descubriendo y el que lleva la carga dramática es el policía. Después hubo que sumarle la astrología, que es algo completamente lejano a Leo y a mí. Fue una experimentación, me metí en un género para el que nunca había escrito, y para colmo no desde el lugar tradicional. Fue un proyecto raro. El programa no resultó exactamente como nosotros lo habíamos imaginado. En cambio, Farsantes y Guapas fueron muy parecidos a la idea, al tono que teníamos en la cabeza. La tele es un trabajo en equipo, todos reinterpretamos. El director, el productor, el actor. A veces interpretamos todos de la misma manera y otras, no.
Antes de que el programa saliera al aire ya se hablaba de ciertas influencias.
No suelo hablar de estos temas, por lo general no digo nada, pero la verdad es que hubo mala leche. Alguien armó un afiche no oficial trazando un parecido con Breaking Bad. El personaje de Signos es un médico que vive en un pueblo de la Argentina y que mata de acuerdo con la astrología. Mata a sus vecinos. Nada tiene que ver con Walter White, que era un profesor de química enfermo de cáncer que se hace narcotraficante. Cuando preguntas el parecido no saben qué decirte. Algunos dicen la barba. Una barba que antes de Julio [Chávez] tuvieron diez mil personas. ¿Ahora no se puede usar barba candado? Un delirio, porque todo esto se armó antes de que el programa saliera al aire. Fue mala leche. Tampoco debería decir esto, pero siento que Pol-ka está todo el tiempo bajo la lupa. Hurgan, buscan peleas, algunas las inventan. Y esto no pasa en otras productoras, y yo sé perfectamente lo que pasa, todos los que laburamos en televisión sabemos lo que pasa en otros canales, en otras productoras. Sabemos de las peleas, pero nadie dice nada. Sin embargo, cuando algo pasa dentro de Polka sale en todos lados y no entiendo muy bien por qué. No me estoy quejando, sólo me llama la atención.
¿Te importan las críticas, tanto convencionales como las que se arman en las redes sociales?
Siempre fueron muy amables conmigo, me fue bien. Pensá en Farsantes, Guapas, que se quedaron con el Martín Fierro de Oro; Ciega a citas, que también ganó el Martín Fierro por telecomedia y fue nominada al Emmy. Antes me preocupaba mucho lo que la gente decía. Están los que te insultan, te reclaman. Al principio me angustiaba mucho, me ponía mal hasta que leí una nota a una actriz divina. Ella contaba que había adoptado a un bebe, narraba todo el proceso para llegar a ser madre, lo hacía muy emocionada. La nota me pareció muy conmovedora, pero me shockeó leer los comentarios, los insultos, las barbaridades que decían. En ese instante hice un clic: si insultan a una mujer con una historia así, qué puedo esperar yo. Ahí me dije: no me puedo preocupar más por esto.
¿Ni siquiera te enoja?
No me enoja, me pone triste, siento una profunda pena por el que hace eso. Cuán mal debe estar, que disconforme con su vida para dedicarse a hacer comentarios horribles. Muchas veces interpretan esto como pedantería, eso sí me joroba. Me dicen soberbia porque digo que no me importa lo que dicen. ¿Por qué me tiene que importar que me insulten anónimamente? Me importa lo que dicen mis amigos, mis colegas, la gente que respeto, los que tienen algo real que decir. También pasan cosas lindísimas en las redes sociales, lo que se generó con Guapas, por ejemplo.
Vos sos bastante ácida en Twitter.
Cuando tuiteo no tomo conciencia de que hay tanta gente detrás, escribo lo que le diría a una amiga, lo siento como una prolongación de mi expresión.
También por Twitter solés confesar que te das manija y que llorás.
Lloro mucho y en todos lados. Lloro hasta en las reuniones de trabajo, rompo a llorar porque lo siento así, hablo llorando. No lo controlo, no es que digo estoy en el lugar del trabajo, me tengo que controlar, tengo que ser bien profesional, no dejar ver mis emociones. Soy mujer, muy mujer, y estoy orgullosa de todos los clisés femeninos. Puede sonar machista, pero no lo es, creo que las mujeres deben preocuparse por ocupar roles de poder. Para mí es importante ocupar un rol como autora, mi oficio desde mi condición de mujer.
¿Te considerás feminista?
Absolutamente feminista. Siento que es un error que la mujer trate de construir poder tratando de imitar al hombre. Hay que lograrlo confiando en el talento, en la capacidad de cada una, sin dejar de ser mujer.
En una de tus últimas columnas publicadas en esta revista confesaste que tu género preferido en el cine es la comedia romántica. ¿No pensaste en escribir alguna?
Estoy en eso. La quiero terminar antes de enero, antes de arrancar con los otros proyectos que tengo con Pol-ka. Es una comedia romántica original y graciosa. Tengo muchas ganas de contarla. Una de las cosas que aprendí hace poco es que para hacer las cosas bien, hay que contar únicamente las historias que uno tiene ganas de contar. No importa lo trascendental y prestigioso del proyecto. Si no es algo que tenés ganas de contar, no funciona, no hay magia que haga que suceda, que fluya.
¿Siempre te atrajeron las historias de amor?
Antes era muy reacia al amor, me parecía que todo era muy cursi, grasa. Hasta que leí Grandes esperanzas, de Charles Dickens, y descubrí esa declaración de amor de Pip por Estella, un monólogo donde lo dice todo. Popular y noble, increíblemente hermoso, que va a fondo. Después de leerlo, no puedo dejar de escribir escenas de amor que se jueguen por el todo.
1978
Nació el 15 de abril. Tiene dos hermanos. Creció en San Isidro
2006
Bestiaria fue su primer blog. Los relatos fueron compilados en un libro. La peleadora y Wasabi fueron otros de sus blogs
2007
Comenzó a narrar la historia de Lucía González, su doppelgänger, en el blog Ciega a citas. Se transformó en libro y en 2009 llegó a la televisión
2011
Edita con éxito su primera novela, El efecto Noemí
2013
Con Farsantes hace su arribo como autora a la TV. La serie se queda con el Martín Fierro de Oro. En 2014 repite el éxito con Guapas
2015
Estrenó Signos, la miniserie con Julio Chávez. Confiesa estar de novia
El futuro
"Con Leandro Calderone vamos a preparar dos nuevos programas. Uno para mitad del año próximo y el otro recién para 2017. Estoy muy ansiosa con el guión que estoy haciendo para cine. Es una comedia romántica muy divertida"
Pelo y make-up: Lucía Numer para estudio Numer. Agradecimientos: Hotel Clásico y Pripri deco.
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