Hace 25 años, en cuatro millones de hogares de Japón se vivió un susto de muerte y los efectos especiales fueron enviados al banquillo de los acusados.
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Eran las 6 y media de la tarde del 16 de diciembre de 1997, hace hoy 25 años. Millones de chicos japoneses se sentaron frente a los televisores de sus casas para ver un capítulo de la serie más exitosa del momento: Pokémon. El capítulo en cuestión se llamaba Dennō Senshi Porygon (en español, Soldado computarizado Porygon) y estaba a punto de pasar a la historia.
En el minuto 20 del episodio, uno de los pokémones implicados, un Porygon, dispara varios cohetes contra los enemigos, el Team Rocket. El famoso Pikachu lanza entonces uno de sus ataques eléctricos para parar los proyectiles y las pantallas de todos los televisores se transforman en un deslumbrante estallido de luces azules y rojas lanzadas a gran velocidad, que salva a los protagonistas de la serie pero manda a cientos de niños y niñas japoneses de carne y hueso al hospital con convulsiones y síntomas de un ataque epiléptico, mientras otros tantos sufren visión borrosa, mareos y náuseas.
En muchos de los 4 millones de hogares de Japón adictos a la serie se vivió ese día un susto de muerte (el programa era el más visto de su franja y reunía un promedio de 12 millones de televidentes) aunque por suerte todos los chicos finalmente se recuperaron. El capítulo maldito obviamente fue levantado y no volvió a emitirse en ningún lugar del mundo, pero terminó transformándose a la vez en objeto de estudio científico y en fenómeno del animé y la cultura pop.
Durmiendo con el enemigo
“Me llevé un susto tremendo cuando vi cómo mi hija de repente perdió la conciencia –contaba la madre de una de las nenas afectadas a la prensa de Tokio, que bautizó al incidente como el “shock Pokémon”-. Solo volvió a respirar después de que le di unas palmadas en la espalda”. Otra madre relató que tuvo que hacerle un masaje en el corazón a su hijo para empezar a reanimarlo y los médicos que lo atendieron dijeron que el menor no se acordaba de haber visto el programa.
El episodio era el 38º de la primera temporada de la serie y todavía circula en forma pirata por la red gracias a usuarios anónimos de Internet. En este episodio, Ash y sus amigos se enteran de que el sistema de transferencia del Centro Pokémon tiene un desperfecto y se internan en la máquina para repararlo y embarcarse en una aventura por el ciberespacio.
El problema surgió en la batalla dentro de la Poké Ball, cuando Pikachu usa su rayo para acabar con varios misiles del Porygon, y en las rápidas sucesiones de fuertes luces que presenciaron los espectadores que estaban prendidos en ese momento a la cadena de televisión TV Tokio. La secuencia de efecto estroboscópico, que alternaba potentes luces rojas y azules, proyectó 54 planos en cinco segundos e inmediatamente se desencadenó el desastre.
Un desastre en cuestión de segundos
Las cifras crudas indican que 685 chicos (310 varones y 275 nenas) sufrieron visión borrosa, mareos y náuseas. Los que la pasaron peor llegaron a tener convulsiones, pérdida de conciencia y, en algunos casos, hasta ceguera momentánea. Las crónicas de la prensa japonesa de la época consignan que la gran mayoría de los niños se recuperaron en poco tiempo y en algunos casos se especuló con que solo una pequeña parte sufrió lo que se llama “crisis de epilepsia fotosensitiva” y que muchos de los casos podían atribuirse a la histeria colectiva del momento.
Lo cierto es que TV Tokio, además de hacer desaparecer el episodio, suspendió la serie durante cuatro meses y consiguió que Porygon fuera eliminado del animé, como si el pobre personaje fuera el culpable de los errores de los productores. También cayeron las acciones de Nintendo (creadora de la franquicia Pokémon) y su gerente tuvo que salir a aclarar que el videojuego no tenía nada que ver con la serie y que, a diferencia de esta, era en blanco y negro.
Con el tiempo, el episodio maldito dio para mucho más, incluso para el absurdo. En 1999, en el último capítulo de la décima temporada de Los Simpsons, que se llamaba Treinta minutos sobre Tokio, Homero y los suyos sufren un desopilante ataque de epilepsia cuando se ponen a mirar un animé en un hotel de Japón. En 2020, también la cuenta oficial de Pokémon se permitió bromear con el tema al recordar el incidente y declarar inocente a Porygon, que habría cargado con las consecuencias de la acción de Pikachu: “Porygon no hizo nada malo”, tuitearon.
El shock Pokémon
En el momento, sin embargo, el incidente fue un desastre para Pokémon y Nintendo, y un gran enigma a resolver tanto para los productores de la serie como para los profesionales de la salud. La opinión pública japonesa apuntó con sus críticas a los productores, que se defendieron con el argumento de que los efectos especiales que se habían utilizado en el episodio eran los habituales en los dibujos animados (la técnica de animación conocida como paka paka, muy común en el animé japonés y especialmente estridente y brillante en los diseños de Pokémon). También la policía comenzó una investigación a la producción bajo sospecha de negligencia profesional. TV Tokio, por su parte, convocó a médicos, psicólogos y expertos en dibujos animados para dilucidar por qué el programa había provocado ese efecto devastador en tantos chicos.
Entre las explicaciones científicas sobre el incidente, un artículo de la Universidad de Washington detalla que la explosión diseñada para el episodio estaba conformada por destellos azules y rojos que se emitieron en un radio de 12 hercios durante cuatro segundos, de manera parcial, y durante dos segundos más, ocupando toda la pantalla, un estímulo visual que podría llegar a provocar una alteración de conciencia vinculada con la epilepsia fotosensitiva.
Otro estudio español, publicado en la revista Neuroimage, relaciona el fenómeno con el efecto sumatorio de dos clases de ondas cerebrales al visualizar las imágenes y muestra que las neuronas pueden adquirir un comportamiento epiléptico cuando se exponen a estímulos de determinadas frecuencias. Muchos especialistas coinciden además en que los cambios rápidos de luz/oscuridad y los patrones alternados de imágenes con alto contraste hacen que las células nerviosas en el cerebro disparen impulsos eléctricos con más rapidez de lo habitual, y que este efecto, en personas con algún antecedente relacionado con epilepsia fotosensible, puede conducir a convulsiones musculares o pérdida de conciencia.
Lo cierto es que, a partir del impacto atroz del episodio, se inició un debate en todo el mundo sobre las consecuencias que podrían tener estos efectos especiales en los chicos y el animé entró por primera vez en Japón en algún espacio sujeto a la duda. Recordemos que allí la animación es parte importante de la cultura y que los dibujos animados japoneses, que son difundidos en todos los canales, son un bastión en la industria del entretenimiento y un negocio millonario.
Por lo pronto, antes de retomar las transmisiones, los productores de la serie tuvieron que hacer algunos cambios y adoptaron medidas concretas para evitar el “shock Pokémon”, entre ellas que las imágenes parpadeantes no deben brillar más de tres veces por segundo, que no tienen que permanecer más de dos segundos y que los juegos visuales nunca deben ocupar todo el espacio de la pantalla. Ya desde antes del episodio, puntualmente desde agosto de 1992, Nintendo publica una advertencia en las consolas de juego que exporta a Europa y Estados Unidos: “Las personas con tendencias epilépticas deben consultar a un médico antes de jugar con este juego”.
Larga vida a Pikachu
Poco tiempo después del “shock Pokémon”, las cadenas oficiales y los ejecutivos de la industria pronosticaban que, más allá de los cambios que se implementaron, la sociedad japonesa es tan adicta a los dibujos animados que la industria del entretenimiento no sufriría consecuencias a largo plazo. No se equivocaron.
Pokémon tampoco sufrió consecuencias importantes. La popular saga nacida en febrero de 1996 con un juego para la emblemática consola portátil Game Boy de Nintendo ha evolucionado desde entonces en diversas plataformas, siempre exitosamente. Se calcula que desde su nacimiento Pokémon ha vendido más de 368 millones de unidades de videojuegos en el mundo, protagonizando además series de televisión, cómics y películas y logrando integrarse en la cultura popular de gran parte de los países en todo el mundo.
Pokémon ha lanzado más de 30 videojuegos principales al mercado para cinco consolas diferentes, sumados a casi 30 videojuegos adicionales, incluido el exitosísimo Pokémon Go para teléfonos móviles, lanzado en 2016 y que en menos de tres años superó los mil millones de descargas. El mes pasado se lanzó Pokémon Escarlata y Púrpura, el último título de la franquicia y el juego más esperado del año.
A poco de su nacimiento, Pokémon se las tuvo que ver con el rumor de que los chicos que disfrutaban de la serie o jugaban en la consola estaban en peligro porque recibían mensajes subliminales, nada menos que del mismísimo demonio. Poco después fue el “shock Pokémon” y, aun así, la franquicia sigue gozando hasta hoy del fervor del público infantil.
En todo el mundo, millones de chicos se sientan todas las tardes después del colegio en el living de sus casas, hipnotizados frente a la pantalla, para tomar la leche con Pikachu y cía, mientras sus padres se toman un respiro. ¿Puede haber algo más seguro?
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