La ciudad de 12.000 habitantes recibe miles de visitas anuales atraídas por las historias de avistajes de luces.
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CORDOBA.- Capilla del Monte, 100 kilómetros al noroeste de la ciudad de Córdoba, avanza en un proyecto para capitalizar su fama de ser una suerte de centro de avistajes de ovnis o, al menos, de luces y figuras que serían compatibles con vida extraterrestre. “Capilla mística” es el eje sobre el que se viene avanzando. Como parte de esa idea ya funcionan tres cafés ufológicos, donde la gente va a compartir sus experiencias. Allí se habla -sin miradas “prejuiciosas”, dicen los participantes- de temas que no son siempre aceptados sin problemas.
Con una población de alrededor de 12.000 habitantes -creció en la última década por la llegada de muchos que abandonaron ciudades más importantes- recibe miles de visitas al año, no solo de la Argentina, sino de distintos lugares del mundo en busca de experiencias ufológicas o trascendentales. Además de ser del Congreso Internacional de Ovnilogía, desde hace nueve años tiene su Carnaval Alienígena.
Una dinámica espontánea
En la plaza central, recibe a los visitantes una escultura de un ovni; en las calles céntricas sobran las imágenes de extraterrestres en la entrada de locales comerciales y también los carteles invitando a vivir o aprender más de disciplinas como el yoga, el reiki, la armonización de chacras, la meditación, las flores de Bach o de California.
Fernando Diz es periodista y colabora con el intendente Fabricio Díaz en el diseño de la propuesta “Capilla mística”. “Es un eje que se impuso naturalmente; desde finales de los ‘70 esta fenomenología viene en crecimiento -señala Diz a LA NACION-. Cada vez viene más gente por ese motivo, nunca se llevó adelante una política de instalación del tema; es una dinámica espontánea”.
Los famosos y sus encuentros cercanos
Hay famosos que contaron sus experiencias y abonaron la curiosidad de otros. Por ejemplo, la cantante Patricia Sosa, quien tiene una casa en la zona. “Una noche estaba con mi sobrino, mostrándole las constelaciones. Le señalé lo que pensaba que eran Las Tres Marías, pero me di cuenta de que eran tres naves. Las saludé: ‘Wamanaica shimininca’, que en irvin, un idioma intergaláctico, quiere decir: ‘En este encuentro te honro, señor’. Y las naves potenciaron su luz, brillaron más, se movieron y después desaparecieron”, repasó varias veces. También era un “fan” de la ciudad Adrián Otero, exlíder de Memphis La Blusera, quien murió yendo al lugar.
Diz señala que, junto con El Bolsón (Río Negro) y San Marcos Sierras (Córdoba), Capilla del Monte es, desde los ‘70, una de las sedes de los movimientos contra culturales. Adjudica la energía “especial” de estas tierras donde se erige y manda el cerro Uritorco, a la mezcla de minerales sobre la que está asentada. Abunda el cuarzo, el uranio y la pirita.
Estas tierras fueron habitadas por los comechingones -henia y kamiare eran las dos etnias que conformaban el pueblo-, quienes rendían culto al cerro de 1979 metros de altura al que consideraban sagrado. Una leyenda que convoca visitantes es que el Uritorco se levanta sobre la ciudad intraterrena Erks, que sería una de las puertas que conectan con otros mundos (permiten pasar de una existencia material a otra etérea); las otras dos son Machu Pichu y el Tibet.
Mario Aprile, investigador del fenómeno ovni quien hace 30 años tiene una casa en Capilla del Monte y siete que vive de manera permanente, enfatiza que además de ese aspecto, hay otros llamativos: la iglesia local, la San Antonio de Padua, tiene una planta octogonal, “tradicional” de las construcciones de los templarios (la otra en la Argentina es la de Concepción en Entre Ríos) y el dique El Cajón tiene la “silueta de un dragón; un animal que era visto como guardián de la tierra”.
“Ya la etnia kamiar hacía cultos y ritos a las divinidades cósmicas o al espíritu de los ancestros”, agrega Aprile. “No hay explicación racional para estas cosas -insiste-. Son varios los factores que confluyen para que Capilla del Monte sea un centro espiritual de la Argentina, aspectos que concuerdan con mitos milenarios y que la ‘huella de El Pajarillo’ la catapultó a la fama mundial”.
El salto mundial
Si bien Capilla del Monte ya concentraba visitantes interesados en los fenómenos extraterrestres, un suceso del 9 de enero de 1986 le dio otra talla. Ese día, en una ladera del cerro El Pajarillo apareció una gran mancha ovoide de 120 metros por 70 metros.
La familia de Esperanza Gómez -su hermana, Sara, y su nieto Gabriel- fue la que contó que alrededor de las 22, cuando estaban jugando a las cartas, escucharon un ruido y vieron una luz blanca potente que “penetraba por puertas y ventanas”. Esperanza y Sara se encerraron en una habitación, pero el nene se asomó un par de veces y describió que había “constantes cambios de luces entre una clarita y una roja; inclusive cuando esta se apagaba, se apreciaba una pelota achatada que mostraba desde los bordes externos unas líneas de luz blanca, como tubos fluorescentes que se dirigían a su centro”.
El testimonio de Gabriel y el dibujo que hizo recorrieron el mundo. Una comitiva que subió al cerro al día siguiente encontró la huella y en su interior animales calcinados. Desde entonces, son más los investigadores, los creyentes y los curiosos que llegan a la ciudad.
Claudia Banyik y Fernando Zecca coordinan el café ufológico “Encuentros cercanos”, uno de los tres que hay en Capilla del Monte. Llegaron hace 12 años desde Buenos Aires “buscando más tranquilidad”. Relata que de las reuniones -de las que participan, este verano, unas 50 personas- hay “desde jóvenes a gente muy grande”.
“Se sienten a gusto hablando con pares, saben que por sus relatos no serán excluidos ni los mirarán de manera prejuiciosa -añade-. Buscan respuestas que no encontramos. Vienen también estudiosos del tema, investigadores. Lo más frecuente son los avistamientos de luces”.
Capilla Mística y el Expreso de las 9
El “Expreso de las 9″ es famoso en la ciudad: son luces alineadas que aparecen a esa hora periódicamente. “Hay gente que mira el cielo y ve cosas y otros que no ven nada; se mueven en sus rangos de creencias; hay historias que también predisponen”, apunta Banyik.
Marcelo Albala, investigador y “discípulo de la vida”, sostiene que una experiencia de hace 37 años le “cambió” la vida. Hace 14 que vive en esta ciudad. Después de ese avistaje admite que empezó a ver “lo humano como algo diferente” y a pensar en los extrateterrestre como “seres humanos más avanzados; la tierra es una escuela para aprender a vivir mejor”.
“La energía de Capilla del Monte atrae; venimos a resolver cosas pendientes. Acá no podés no ocuparte de vos; es una gran pantalla por donde pasa tu vida, te amplifica virtudes y defectos -continúa-. Hay gente que llega y no sabe por qué; otros hablan de un llamado y los más conscientes de sí mismos vienen a acelerar procesos”.
En una de las laderas del Uritorco, a cinco kilómetros del centro, está el templo zen Shobojenji; fue fundado en 1998 y sus prácticas son abiertas. Para Diz este sincretismo es lo que permite hablar de “Capilla mística, un lugar esotérico, mágico”.
Reconoce que no todos los que ofrecen prácticas pueden tener la calificación “suficiente” pero cree que “los buenos se nuclean acá; es un lugar inclusivo de estas cuestiones”.
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