Capadocia no es un lugar de límites definidos, geográfico ni político, ya que abarca una porción de varias provincias y se circunscribe dentro de un área de 50 km de diámetro. En ella se guarda el Parque Nacional Göreme, que desde 1985 es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Hace diez millones de años, dos grandes volcanes liberaron tanta lava y ceniza que llegó a formarse una capa de más de cien metros de espesor. Luego el tiempo y el viento modelaron esa materia depositada en las depresiones de la Anatolia central, dotándola de formas bizarras, como el Valle de las Chimeneas de las Hadas.
El suelo de Capadocia es toba calcárea, una roca caliza muy porosa que cede con facilidad. Eso explica las viviendas y templos tallados en la piedra y las ciudades subterráneas que se construyeron en los primeros tiempos del cristianismo.
Derinkuyu es un impresionante ejemplo de esa voluntad que permitió albergar miles y miles de personas, repartidas en varios niveles bajos tierra. Cada grupo familiar ocupaba un espacio privado que, como la cueva de Alí Babá, se cerraba con una gran piedra. Hasta lugar para criar animales tenían. Agua de pozo, sistema de ventilación, falsos túneles. En síntesis, todo lo necesario para resistir una clandestinidad de tiempo indeterminado.
Durante el período bizantino muchas cuevas se transformaron en monasterios (como el de Keslic) e iglesias que supieron decorar con frescos, hoy todavía visibles. En la de Stefanos elaboraban vino; se puede ver dónde llegaba la uva para ser molida, y el lugar de guarda del vino. El sector de las tumbas tiene frescos en el techo, bastante bien conservados.
Capadocia significa "la tierra de hermosos caballos" en la antigua lengua persa, porque de acá procedían los mejores ejemplares que se obsequiaban a los soberanos. Pero también es un inmenso queso gruyére, donde la gente que aún lo habita usa las cuevas como garaje y de depósito de papas, el cultivo por excelencia de la zona.
Volar en globo
En Anatolia central el contacto con la tierra es extremo; se la recorre por dentro y se la escruta desde el aire. Cada amanecer este retazo del mundo se despereza con incontables globos aerostáticos flotando sobre todas las cosas.
Durante la hora que dura el vuelo, el silencio circundante sólo se ve alterado por los golpes de fuego que el instructor activa para mantener el globo en su correcto equilibrio. Volar en globo es igual a levitar. Así de fácil. Y si el despegar es imperceptible, el aterrizaje arranca aplausos. Ya no hay revolcón del canasto en la hierba, sino un apoyarse en el tráiler de una camioneta con precisión robótica.
El Museo al Aire Libre de Göreme, entre otras maravillas, inspira a ser observado desde el aire. Hay muchas empresas que ofrecen este programa. El estándar dura 1 hora y se realiza a la mañana muy temprano, con un máximo de pasajeros de 24. Cuesta € 165. El Exclusive Deluxe es al atardecer y dura entre 90 minutos y 2 horas; el máximo de pasajeros es de 14. Cuesta € 230. Los chicos entre 6 y 12 años pagan la mitad. Las tarifas incluyen traslados in-out, refrigerio en la sede de la empresa (lugar de concentración de instructores y pasajeros), vuelo guiado, brindis con espumoso al regreso y certificado de vuelo.
Sabores esenciales
Aceitunas, quesos de cabra (tulum peyniri) y de vaca (kasar peyniri), frutos secos en cantidades asombrosas, el yogur y el cordero son omnipresentes en la mesa y en la cocina. La modalidad más difundida del comer turco la constituyen los mezze, una modalidad propia del Mediterráneo oriental, que componen diversos platitos.
Közde pathean (berenjenas asadas), köplogu (berenjenas con salsa), pastirmali börek (masa philo rellena con queso y frita), günün zeitinyagh dolmasi (vegetales rehogados), veya yaprak ciger (hígado de cordero estofado), y así. Un infalible: el yogur mezclado con unas hojas verdes crudas, carnosas, de agradable sabor, muy parecidas a la hierba de canónigo, o mâche en francés.
En especias, un trío: tomillo limón, zumaque (releva el sabor de las cebollas), y azafrán. Su cultivo data del siglo III a.C. y dio nombre al pueblo que concentraba su producción, Safranbolu, que es, desde 1994, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
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