
Cansancio y falta de energía: una disciplina que practicó en silencio fue la respuesta a un malestar, “No me gustaba tomar remedios”
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Cansancio, falta de energía, calores, caída del pelo y muchos otros malestares más. Durante esos meses, comenzó a sentir una serie de síntomas que la movieron de su eje y la llevaron a realizar una serie de consultas médicas. Necesitaba averiguar qué era lo que le estaba sucediendo. “Me diagnosticaron un desequilibrio hormonal. Los médicos me recetaron medicación. Pero no acepté esa propuesta. No me gustaban los remedios”.
Criada en la provincia de Córdoba, su vida siempre estuvo vinculada al movimiento interno y externo. A los cinco años Mercedes Aliaga Paz se fue a vivir a Venezuela con su familia, y a sus diez se mudó a Paraguay ya que el trabajo de su padre así lo requería. “Tuve una linda infancia con influencia y recuerdos de otras culturas. Cuando cumplí los 16 regresamos a Argentina. Siempre me gustó el movimiento, pero recién conocí el yoga a los 35 años en los Estados Unidos, en una primera clase a la que llegué por curiosidad, sin pensar en todos los beneficios que me traería con los años”.

El yoga hormonal: “Fue como una gran meditación”
Se formó en esa disciplina. Fueron largos años de estudio, de prácticas intensivas y conocimiento de las diferentes posturas y filosofía del yoga. Pero fue recién a sus 44 años, mientras se encontraba viviendo en San Pablo, Brasil -donde se había instalado por el trabajo de su marido- cuando descubrió una nueva forma de entender la práctica.
“Hace unos años comencé con algunos desequilibrios hormonales que me trajeron consecuencias como osteoporosis y caída del pelo, entre otros problemas. Y justo en ese momento me recomendaron algo que yo, hasta el momento, desconocía: yoga hormonal. No sabía que existía esa especialización, busqué y encontré que justo en San Pablo daban una formación para profesoras de yoga. Pero la realidad era que yo no hablaba muy bien portugués en ese momento. De todos modos, me animé a hacerla”.

Aferrada al conocimiento del cuerpo y la mente en armonía que poseía gracias a su formación, y por experiencia propia, decidió que dejaría los prejuicios de lado y se lanzaría a un nuevo ciclo de aprendizaje, aunque la barrera del idioma le presentara un desafío. “El primer año no fue fácil, iba a las clases de yoga, practicaba con una colega local, en silencio, muy hacia adentro. Fue como una gran meditación”.
Tuvo el privilegio de poder estudiar con Dinah Rodrigues, creadora del método de yoga terapia hormonal, y con quien se formó en esa metodología. Yoga hormonal es una práctica de yoga que se enfoca en la estimulación de las glándulas endocrinas mediante secuencias de posturas, respiraciones y ejercicios antiestrés con los que se reactiva la producción de hormonas femeninas, disminuyendo así síntomas de desequilibrio.
La disciplina utiliza la respiración dinámica específica para fortalecer los abdominales y masajear los órganos internos. Además, emplea una técnica de circulación de energía para estimular las glándulas involucradas en la producción hormonal. La práctica es accesible a mujeres de cualquier edad y estado físico; cada postura tiene una variante que se acomoda a su naturaleza, y no es necesario haber hecho yoga anteriormente.
Un viaje hacia el bienestar
“Los primeros cambios los noté en mí misma: de un diagnóstico de osteoporosis, el cuadro retrocedió a osteopenia, el funcionamiento de la tiroides se normalizó, aumentó mi libido, mejoré el sueño, la piel, el pelo y me siento con mucha energía. Con esta práctica encontré el equilibrio que buscaba”.

Meses después de haberse formado en yoga hormonal ya estaba dando su primer taller de yoga terapia hormonal a un pequeño grupo de mujeres brasileñas. Siguieron los viajes a Argentina con talleres presenciales en las provincias de Córdoba, Buenos Aires, Mendoza y Santiago del Estero.
“¡Tuve alumnas de 26 a 80 años! Las devoluciones de quienes sostuvieron la práctica y asistieron con regularidad a las clases fueron increíbles. Hay muy pocas profesoras formadas de habla hispana. Por eso me gustaría seguir enseñando a quien lo pueda necesitar”. Más adelante, y como parte de su formación, Mercedes viajó a la India. Allí hizo una especialización en Hatha yoga.
Regresar al origen
Actualmente Mercedes vive en los Estados Unidos, donde conoció el yoga. “Vivo en Detroit, en el estado de Michigan, zona de los maravillosos lagos, con veranos húmedos y calurosos e inviernos largos y con mucha nieve. Mi rutina, por ahora, es la de seguir dando clases y talleres online. A la vez, continúo estudiando y formándome en este maravilloso mundo hormonal. Siempre con el apoyo de mis hijos y mi marido”. Ellos la ayudan en lo que pueden: traducciones, armados de talleres, edición de videos y creación de contenido. Por el momento es todo muy casero, pero de a poco van creciendo y conforman un gran equipo familiar.

“Esta práctica me ayudó a conocer más mi cuerpo y cómo funcionan las hormonas en la mujer. Hay un mundo maravilloso hormonal por descubrir y entender. No es es solo con yoga que puedo tener un mejor equilibrio hormonal pero realmente a mí me cambió la vida”.
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