Caniche toy, yorkshire y otros perros de compañía, más allá de la moda
Una cuarta parte de los argentinos con animal doméstico tiene su ejemplar miniatura
El armario de Daniela Pérez, de 26 años, está dividido en dos partes: en una están sus jeans, camperas y remeras. En la otra hay diminutos sacos, vestidos y gorros que son para Pixie y Manola, sus yorkshire terrier.
Pixie, de 6 años, y Manola, de 10 meses, son su compañía en el departamento de Belgrano. Cuando sale, no duda en llevarlas con ella y, como si fueran amigas, las pasea con sus vestiditos. "En mi cabeza, son nenas", dice mientras mira a estas perras que no pasan los 30 centímetros, pesan menos de 5 kilos y fácilmente y pueden ir en un bolso o en los brazos.
Como los yorkshire terrier, hay más razas que se van colando en las postales de las calles porteñas: chihuahua, caniche toy, bichón maltés y otros tantos forman parte del grupo de perros de compañía establecido por la Federación Cinológica Internacional.
Aunque aún no ganan terreno frente a los medianos y grandes, casi una cuarta parte de los argentinos que tienen mascotas elige un perro miniatura, frente al 46% que tienen medianos y grandes, según una encuesta de MillwardBrown Argentina elaborada en 2010 para Pedigree y Whiskas.
Es un número que no pasa inadvertido en un país que, según el mismo estudio, tiene la mayor penetración de mascotas en América latina (78%).
La comodidad de tenerlos en los departamentos y una manutención más barata que la de un perro grande son algunas de las causas de que, en la Capital, sea cada vez más común verlos. Sus precios pueden ir desde los 2000 hasta los 3000 pesos, un lujo que no sólo se dan las divas.
Humanizados
Aunque Daniela compró a Pixie y Manola, prefiere hablar de adopción. Las cuida como una madre cuidaría a sus hijas: además de la ropa, tienen diferentes estilos de ganchitos para el pelo y los juguetes de todo tipo. Por supuesto, duermen en su cama y si existe la oportunidad de que sean sus acompañantes de viaje, las lleva en los bolsos transportables, como hizo durante sus últimas vacaciones en Punta del Este. "Me cuesta dejarlas", explica.
Con esa misma mirada indulgente, Patricia Semprum, de 56 años, habla de Hoppie, su caniche toy, de 13 años. Cuando está en el sillón de su casa viendo televisión, Hoppie apoya la cabeza encima de sus piernas, y si está en la computadora se acomoda tranquilamente en su regazo. "Es muy cariñoso, siempre está encima mío. Es como un bebe consentido. Creo que lo hemos humanizado bastante", dice Patricia, que antes tenía un collie y, sin embargo, recalca que la relación con Hoppie, por ser mucho más pequeño de tamaño, es "muy diferente".
Las atenciones para los perros mini no son exclusivas de Daniela y Patricia. De hecho, estas mascotas son por naturaleza afectuosa y adoran la compañía de las personas. "Ni siquiera es una obligación diaria sacarlas a pasear -dice Paula Toriggia, veterinaria de Mapani's Love, un criadero de caniches toy y bulldogs franceses-. Comen menos, ensucian poco y casi no pierden pelo."
Sus necesidades las pueden hacer dentro de los mismos departamentos, en algún lugar definido como el balcón o la terraza, si son educados por sus dueños. Su vulnerabilidad y dependencia, además, evocan momentos maternales. "Subjetivamente son equivalentes a hijos, son criaturas pequeñas que requieren ternura y amor. Se los ve muy necesitados", explica la psicoanalista Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), quien tiene trabajos sobre los beneficios que ofrecen las mascotas a la niñez y la tercera edad.
Any Krieger, también de la APA, plantea que la situación de afecto hacia un perro pequeño "puede ser más intensa" porque la mascota "se acomoda a las situaciones de vida de un humano".
Como el caso de Cintia Aldino, de 52 años, que va a todos lados con Tyra, su schnauzer de 7 años. La compró cuando vivía en un departamento en Buenos Aires (hoy vive en La Orqueta, en San Isidro) porque quería un perro que no ensuciara y no la obligara a salir todos los días a pasear. "Todo lo que pueda hacer, lo hago con ella -cuenta-. Pero es porque quiero, no tengo una rutina."
¿Sólo una moda?
Caniche toy, snowser, yorkshire terrier y chihuahua han tenido una presencia sostenida en la Argentina.
Frances Smith, directora del Registro Genealógico de la Federación Cinológica Argentina, dice que éstas son los exponentes clásicos, mientras que hay otros que pasan por etapas cíclicas, como el bulldog francés, carlino y el bulldog inglés.
El caniche toy está, sin duda, entre los favoritos de los argentinos. Según la encuesta de MillwardBrown, del 53% que posee un perro de raza, el 16% tiene un caniche toy o caniche tradicional (mediano). Lorena Béronne, propietaria del criadero Shashimel's Kennel, dice que esta raza es clásica y permanece en el tiempo. "No es simplemente una moda", acota.
Aunque eso sí sucede en otros casos que, por tener presencia mediática mediante figuras de la pantalla grande, son cada vez más solicitados por la gente. "Como se los ve tanto en los medios televisivos, muchos vienen y me preguntan si tengo el cachorro de tal o cual famoso", explica Carla Gizzi, propietaria del criadero Dolce Princesa Ma'Queen's, que cría ejemplares shit zu. En los últimos dos años, sus ventas aumentaron entre un 30% y 40%.
El auge, por otra parte, hizo que en Buenos Aires proliferen bares pet friendly que permiten que los dueños tomen algo con sus mascotas atadas a la mesa (incluso les acercan platos y bebederos) y boutiques exclusivas para perros, como Amores Perros, Kaspet y Love Dog que, entre otras cosas, venden remeras, vestidos, abrigos y otras prendas, y accesorios para perros desde 50 pesos.
Con la vestimenta y la comida, las mascotas entran de plano en otra situación humana, coinciden las psicoanalistas Guraieb y Krieger. Y aunque ellas no ven el fenómeno como "bueno" ni "malo" , sí advierten que estos bebes caninos no pueden reemplazar a una persona. Aunque pueda parecer algo obvio, conviene recordarlo.