Canción de Alicia en el país... de la ciencia
Todos sabemos de qué se trata: la niña que cae por el agujero en el árbol y que atraviesa aventuras imposibles con conejos, relojeros y reinas hasta, por fin, volver a casa. Pero… ¿qué pasa si leemos o recordamos a Alicia con ojos de científico? Las maravillas serán aún más maravillosas, ya verán.
Comencemos por el principio: la caída. A medida que desciende por el agujero, la pequeña Alicia se pregunta si llegará hasta el centro de la Tierra y, más aún, a las antípodas. No parece muy posible, ya que una vez que haya pasado el centro comenzaría a desacelerarse, a menos que estuviera atravesando un vacío. Y la caída tardaría más de dos días, si hacemos bien las cuentas.
Una vez que le llega a esa especie de mundo que hay del otro lado, los personajes que salen a su encuentro han sido muy inspiradores para diversas ciencias. Allí está, por ejemplo, la llamada "enfermedad del sombrerero loco", quizá relacionada con que en los inicios de esta noble profesión se utilizaba nitrato de mercurio para curar el cuero usado en la confección de los sombreros, con consecuencias neurológicas imprevisibles, incluyendo la necesidad de tomar el té a toda hora o de intentar adivinanzas imposibles.
La duquesa y su bebé lloriqueante parecen sacados de un sueño, actividad cerebral que logra mezclar y transformar las memorias del día en resultados e imágenes completamente novedosos. Y los encuentros con Humpty Dumpty son casi un tratado de lingüística de esos que apuntan que la gramática y el significado se procesan de manera independiente en el cerebro.
Las reinas son muy importantes en el país de las maravillas. La reina blanca se queja de la pobreza de una memoria que solo funciona hacia atrás, y tiene mucha razón, ya que una de las capacidades que nos hace humanos no es solo la de recolectar hechos del pasado, sino de interpretarlos para imaginar uno o varios futuros posibles. Claro que esta misma reina era capaz de imaginar hasta seis cosas imposibles antes del desayuno, algo de lo más normal en los niños que, según investigan los psicólogos, los ayudan a desarrollar mejor sus capacidades mentales.
El misterioso gato de Chesire –aquel que puede dejar solo su sonrisa cuando el resto de su cuerpo gatuno desaparece– ha sido usado como metáfora para la física, cuando se pone a filosofar sobre los objetos y sus propiedades. Si se pueden separar, quizá debamos hablar apropiadamente de un gato cuántico de Chesire. Que los hay, los hay.
Pero volvamos a las reinas. La más estremecedora es, claro, la Reina Roja, que ha dado su nombre y figura a una idea dentro de la teoría evolutiva. Este personaje convence a Alicia de que hay que estar corriendo todo el tiempo para poder quedarse en el mismo lugar. De esto se desprende que para desplazarse a algún lado hay que correr el doble de rápido. La hipótesis de la reina roja propone que los organismos con reproducción sexual deben estar permanentemente cambiando y adaptándose para sobrevivir. En otras palabras, deben evolucionar para poder "quedarse en el mismo lugar". Esta metáfora se ha utilizado mucho para explicar cómo los parásitos y los hospedadores cambian para poder seguir viviendo el uno con (en) el otro.
Pero no solo los personajes tienen su ciencia: las percepciones de esta famosa niña también dieron su nombre al llamado Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, una condición neurológica que afecta los sentidos –hace percibir todo muy grande o muy pequeño– y la sensación del paso del tiempo. Al igual que nuestra heroína, los pacientes pueden sentir que su propio cuerpo se agranda o achica de manera colosal, lo cual no debe ser nada simpático. Muchas veces estos cambios se acompañan de algún tipo de migraña, como las que sufría nada menos que Lewis Carroll, el autor de la saga. ¿Será que conocía las pociones y las tortas para cambiar la percepción del mundo?
Alicia y su país siguen siendo objeto de lectura y admiración en nuestros días. Quizá sea por su visión científica del mundo, posible o imposible. n