A pesar de los avances, el cáncer es uno de los diagnósticos más temidos entre hombres y mujeres. Las emociones vulneradas, el desgaste físico, los factores socioeconómicos y la incertidumbre, son apenas algunos de los aspectos a los que un paciente debe exponerse, sin resultados asegurados. Sin embargo, varios estudios indican que existen algunos casos que, atendidos por especialistas específicos, tienen mayores probabilidades de vencer a la enfermedad. En este sentido, el cáncer de origen ginecológico está siendo contemplado detenidamente y representa un alentador ejemplo.
El cáncer ginecológico es aquel que se manifiesta en el aparato genital de la mujer, es decir, en el cuello uterino, endometrio o cuerpo uterino, ovarios, trompas, vulva o vagina. Contempla también al cáncer de la mama, único órgano genital de la mujer que se encuentra por fuera de la pelvis.
En relación a estos casos, el Dr. Alejandro Aragona, especialista en Ginecología Oncológica de la Universidad de Buenos Aires, es contundente. Como médico de planta del Hospital Oncológico de Buenos Aires María Curie y consultor en Ginecología Oncológica de los Hospitales Donación Francisco Santojanni y Dr. Enrique Tornú, le ha tocado operar a innumerables mujeres que, gracias a tratamientos específicos atendidos desde una mirada especializada en ginecología oncológica, han alcanzado los resultados anhelados.
Consultado por LA NACIÓN, el Dr. Aragona, facilitó varias explicaciones para comprender mejor este tipo de diagnóstico tan sensible para la mujer, que se encuentra con su aparato reproductivo y la vida en jaque.
-Ante un diagnóstico de cáncer ginecológico ¿cómo aconsejaría que debe ser tratada la paciente?
Existe un antiguo paradigma en el cual el médico ginecólogo-obstetra de cabecera de la mujer, era aquel que controlaba el embarazo, asistía al nacimiento de sus hijos, y también intentaba tratar con éxito un tumor surgido en el ovario o el cuello uterino. Los países pioneros en la lucha contra el cáncer aceptaron hace varios años ya, que existe por un lado un ginecólogo general que cumple el imprescindible rol de médico de atención primaria de la mujer y, por el otro, los subespecialistas correspondientes, entre ellos, el ginecólogo oncólogo.
La ginecología oncológica es una subespecialidad posterior a la ginecología, que requiere entrenamiento específico durante 3 años adicionales de formación. El ginecólogo de atención primaria será el experto en prevención y diagnóstico temprano de aquellas enfermedades de la mujer, y quien derivará oportunamente al especialista correspondiente cuando se detecten indicios de alguna patología que lo exceda.
- ¿Cuáles son los consejos fundamentales para un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado?
Hoy en día, en plena era de la tecnología y el auge de Internet, resulta paradójico afirmar que aún hay mujeres en situación de vulnerabilidad en cuanto al acceso al conocimiento y al sistema de salud pública, junto con sus estrategias de medicina preventiva. Las cifras estadísticas hablan por sí solas: después del cáncer mamario, el cáncer de cuello uterino es el más frecuente en mujeres de nuestro país. Sigue representando un problema severo de salud pública, asociado a la pobreza y la marginalidad.
No obstante, son cada vez más las consultas que los especialistas recibimos por parte de mujeres que tienen mayor poder adquisitivo y también llegan con cáncer avanzado de cuello uterino, especialmente jóvenes. Algo está sucediendo en nuestra población y claramente, lo estamos perdiendo de vista. El acceso a la información y la educación sexual es, sin duda, la piedra angular para anticiparse a estos males, porque permite detectar precozmente las lesiones pre-cancerígenas.
Si desafortunadamente el cáncer ya se haya manifestado, la mujer que se responsabiliza por su salud será capaz de poner en marcha una maquinaria exitosa que le ofrezca las mayores chances de sobreponerse. En este último punto también estamos haciendo agua, dado que el empoderamiento va de la mano de la información, de la libertad para elegir. Son muchas las veces que la mujer no cuenta con los canales necesarios para acceder al especialista correspondiente. El tiempo perdido, las múltiples consultas y segundas opiniones, junto con la ausencia de una nómina oficial de subespecialistas acreditados a la cual poder acceder y consultar, agravan la situación. Lamentablemente, en nuestra sociedad, no es un evento frecuente que las pacientes exijan acreditaciones académicas a sus médicos.
- El cáncer ginecológico, ¿es mayormente hereditario?
Solo un 10% del cáncer es hereditario. Es decir, casos en que ciertos genes están mutados y, por lo tanto, la chance estadística de desarrollar una enfermedad maligna es superior, en comparación con la población general. Existe asociación hereditaria entre el cáncer de mama, endometrio, ovario y colon. Para poder adelantarse a estos hechos, será trascendental contar con información heredofamiliar detallada de cada paciente. La ingeniería genética está muy avanzada en este sentido. Se recomienda que mujeres jóvenes con antecedentes de cáncer en la familia consulten precozmente para delinear estrategias preventivas.
-¿Cómo cree que influye el aspecto emocional de la mujer en el camino hacia una posible curación?
Influye de manera crucial, lineal. Es también a lo que me refería con el término empoderamiento, el cual proviene del inglés "empowerment", y se aproxima a una serie de expresiones tales como "potenciación" o "fortalecimiento". Su definición en este contexto, puede reducirse al acto de "dar fuerzas a alguien para que pueda lograr algo". Refiere al proceso por el cual se aumenta la fortaleza espiritual, política, social o económica de los individuos y las comunidades a fin de impulsar cambios positivos en las situaciones en que viven. Generalmente, implica el desarrollo de confianza en sus propias capacidades.
El empoderamiento intenta convertir a la paciente en un elemento activo, con capacidad para decidir, elegir e interactuar. Esto último es especialmente importante en el tratamiento y seguimiento del cáncer, debido al grado de exigencia y compromiso que se requiere de la paciente. Invita a las personas a tomar un rol activo respecto de la gestión de su propia salud. El ginecólogo oncólogo cuenta dentro de su equipo multidisciplinario de trabajo, con un profesional conocido como psico-oncólogo, un especialista en el fortalecimiento psicológico de estas mujeres. Me animo a afirmar que esto último es tan importante como el propio tratamiento específico que se llevará a cabo.
-Volviendo a la prevención, ¿cómo cree que se posiciona la Argentina en materia de concientización?
Hubo avances a partir de la creación del Instituto Nacional del Cáncer en el año 2010, pero aún estamos lejos de brindar asistencia de calidad y excelencia en el tratamiento del cáncer. Múltiples factores influyen. En cada crisis económica que hemos afrontado, las mujeres pertenecientes a los estratos socio-económicos más bajos, suelen relegar, en su escala de prioridades, su salud, en virtud del bienestar de su familia.
Por otro lado, se encuentra aquella mujer con cáncer genital que no tiene bien claro a qué especialista consultar, dado que las cartillas médicas no siempre son un fiel reflejo de atención personalizada y de calidad. Lo que es peor aún, es que tal acreditación aún no surja de un ente formal como bien podría ser el ahora ex Ministerio de Salud de la Nación. Se está asumiendo que existe una sola ginecología, capaz de resolver todos los problemas de la mujer por igual, y esto representa un grave error.
Los países desarrollados pioneros en la lucha contra el cáncer han entendido perfectamente que un solo ginecólogo no será capaz de tratar un fibroma uterino, asistir un parto, realizar un tratamiento por infertilidad y operar a una paciente con cáncer de ovario con la misma pericia, por lo que han decidido promover y alentar la ultra-especialización de sus profesionales en las diferentes disciplinas, como, por ejemplo, la ginecología oncológica. El caso del cáncer de ovario quizás resulte el más dramático de todos, dado que los resultados de trabajos científicos internacionales afirman que el 80% de estas mujeres recibe tratamiento inadecuado cuando es operada por cirujanos generales o por ginecólogos que no son ginecólogos oncólogos. Esto condena a la mujer con dicha enfermedad al peor de los pronósticos posibles.
En la actualidad se están llevado a cabo varias estrategias que realmente entusiasman, basadas en la de detección temprana y la introducción del test del Virus del Papiloma Humano (VPH). Sin embargo, me desempeño como ginecólogo oncólogo en varios hospitales públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y detecto una desarticulación del programa. La paciente pasa por diferentes centros y hospitales hasta llegar al especialista adecuado. Muchas de ellas realmente quieren dar batalla y están dispuestas a hacer todo lo que sea necesario para poder curarse, sin embargo, se quedaran a mitad de camino por fallas del sistema. Duele mucho ver a una mujer abatida por un cáncer que podría haberse controlado de ser tratado en tiempo y forma.
-Ante el diagnóstico ¿Cuáles son las estadísticas de vida, en uno y otro caso?
Cuando la paciente es abordada por un ginecólogo oncólogo en conjunto con su equipo interdisciplinario de trabajo -el cual incluye ginecólogos generales, obstetras, oncólogos clínicos, radioterapeutas, psico-oncólogos, enfermeros entrenados, paliativistas, y más - los horizontes se amplían considerablemente. El ginecólogo oncólogo está entrenado para extirpar correctamente tumores malignos ubicados en la pelvis, pero sucede que, como he señalado, las pacientes no exigen antecedentes curriculares a sus médicos. Lamentablemente, los resultados en términos de supervivencia ya no serán los mismos. Muchas mujeres pagan con su vida la falta de acceso a esa información.
-En definitiva, ¿qué es lo que toda mujer debería saber acerca del cáncer ginecológico?
El cuello del útero, la mama, el endometrio, los ovarios y la vulva, son los sitios del aparato genital femenino en donde el cáncer también puede decir presente. Aquella mujer que se enfrente a este diagnóstico, inevitablemente será invadida por una profunda sensación de angustia e incertidumbre. Sin embargo, la ciencia ha estado evolucionando a favor nuestro y, por lo tanto, somos nosotros los médicos quienes debemos estar a la altura de esas circunstancias, sin excusas.
La ginecología oncológica y la mastología, como tantas otras subespecialidades de la medicina, son el fiel ejemplo de esa evolución. La mujer que cuente con la información adecuada se verá, por defecto, un paso adelantada en relación al cáncer. Se trata de una difícil batalla que encuentra sus chances más altas de ser aplacada cuando, en conjunto con su entorno familiar, la mujer consciente de lo que en su cuerpo acontece, decide libremente en consecuencia.
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