Algo le llamó la atención y le consultó a su marido oncólogo, él no dudo un segundo: “hacete un estudio mañana mismo”
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Hace cinco años, Mónica Slaibi (58) se encontraba trabajando dos veces por semana en un consultorio médico y daba clases de yoga a domicilio, mientras llevaba adelante su casa en la que vivía junto a su marido y a tres de sus cuatro hijos.
Además, por aquellos días estaba muy atenta a su papá ya que hacía un tiempo que le habían detectado Mal de Alzheimer.
Quizás, por todas esas obligaciones no tuvo en cuenta o se olvidó de la recomendación de la medicina de realizarse una video-colonoscopía a los 50 años.
Primer síntoma
Una tarde se encontraba en el baño y observó sangre en su materia fecal y mucosidad muy diminuto, pero continuo, como ella misma lo describe. Sin embargo, como no sintió dolores ni cambios en su cuerpo esperó un mes para comentárselo a su marido que es oncólogo. “Ya, te haces una video-colonoscopía”, le dijo en ese momento.
A los poquitos días Mónica, acompañada por su suegra y por su hijo Santiago, se fue a realizar ese estudio que dio como resultado lo que ella ya se imaginaba: padecía cáncer de colon.
“El cáncer de colon es la segunda causa de muerte por cáncer en la Argentina en hombres y la tercera en mujeres. Es importante remarcar que detectado a tiempo la posibilidad de cura del cáncer de colon supera el 90%. Cuanto más pequeño es el tumor, mayores son las posibilidades de tratamientos menos invasivos”, dice a LA NACION María Cristina Espil, presidenta de LALCEC. “A partir de los 50 años, recomendamos visitar al médico anualmente para que indique los estudios de detección. También adoptar hábitos saludables para mejorar la calidad de vida es una manera de prevenir el cáncer”, agrega.
El hecho de tener un marido oncólogo le facilitó las cosas a Mónica ya que él se ocupó de hablar con sus colegas y la llevó a hacerse todos los estudios lo más rápido posible. “Mi esposo consiguió todos los turnos y me acompañó a todos lados, siempre hice todo sola, pero ahí no me dejó ni un minuto, estaba re asustado”.
Cuando Mónica fue a ver al cirujano que la iba a operar cuenta que le explicó cómo iba a ser la intervención y lo que a ella más le preocupó fue la posibilidad de que tuvieran que realizarse una colostomía, una abertura en el vientre (pared abdominal) que se realiza durante una cirugía.
“No sentí miedo porque no me sentía mal, lo que da miedo son los dolores, el no poder hacer las cosas que hacés todos los días. Y la verdad que después de parir cuatro hijos, con partos que incluyeron fórceps y cesáreas, mucho miedo no tenía”.
“Les dije a mis hijos que todo lo que soñé lo había cumplido”
A pesar de que Mónica no esbozaba temores, un día antes de la operación juntó a todos sus hijos en su casa porque tenía algo que comentarles. Evidentemente, el hecho de tener que pasar por una cirugía la había movilizado y mucho. “Les dije a mis hijos que los amaba, que todo lo que soñé lo había cumplido y que si pasaba algo que siguieran con su vida con alegría porque yo había sido feliz”.
El 7 de Noviembre de 2016 el doctor Eduardo Huertas la operó en el Instituto Alexander Fleming. La cirugía, cuenta, salió “perfecta, sacaron todo y más. Salí a los tres días sola, me fui caminando 25 cuadras hasta mi casa, bajo el sol, dando gracias al universo y esperando el resultado de la biopsia para saber cómo seguía. Ahí sí sentí miedo, miedo a tener que hacer un tratamiento”.
Como ella lo preveía, el resultado de la biopsia arrojó que el tumor era maligno, pero la buena noticia fue que al extirparlo no habían quedado células malignas por lo que, en su caso, no tuvo que realizar quimioterapia.
“Me lo dijo mi marido, fue una alegría. Salimos a festejar todos y empecé a hacer todas las cosas que tenía pendientes. Viajé y me hice hacer un quincho en mi casa para tener mi propio salón de yoga”, se alegra.
Una etapa de transformaciones
Más allá de no tener que hacer quimioterapia, radioterapia u otros tratamientos postoperatorios haber superado con éxito una enfermedad oncológica significó un antes y un después en su vida.
“Tu vida cambia porque una cirugía transforma tu cuerpo, te sacan una parte del intestino y no funciona igual, te da mucha bronca desde lo físico, te revelás y te enojás, pero con el tiempo te adaptás. Por otro lado, una enfermedad te conecta con la posibilidad de morir, valorás mucho más los afectos, las cosas que te gustan, pero ojo, no es un cambio rotundo, cuando te acostumbrás te olvidás un poco y seguís”.
Además, aclara, el yoga fue un factor predominante no solamente para transitar el cáncer, sino también para superar la menopausia que en su caso le llegó a los 45 años. “El yoga es un antes y un después, antes del yoga veía las cosas muy diferentes, estaba muy deprimida. Sin ánimo empecé a practicar tres veces por semana y en un año estaba empezando un profesorado. Fue lo mejor que hice en toda mi vida para aprender a quererme, a darme un espacio”.
“No te dejes llevar por el miedo”
Desde Lalcec, este año comenzaron a trabajar en su área psicosocial para acompañar a pacientes y familiares en el proceso de atravesar la enfermedad. “El acompañamiento emocional es clave al momento del diagnóstico, así como a lo largo de los tratamientos”, recomienda Espil.
Por último, Mónica desea dar un mensaje en relación a la importancia de hacerse los chequeos para prevenir el cáncer o para detectarlo lo antes posible. “Es muy importante tratarse con amor, hacerse los controles y ver al médico periódicamente ya que es mucho mejor que llegar a un diagnóstico de urgencia. Pero si te diagnostican cáncer, no te enojes, no busques un culpable, ponete las pilas, hacé todas las consultas que puedas y hacé todo para tratarlo. No te dejes llevar por el miedo, es algo más, dejate acompañar, si alguien no te pregunta no lo juzgues, tal vez no sabe que decir y tiene más miedo que vos. Pedir ayuda es parte de la vida”.
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