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Los suplentes de Denver Nuggets están parados en dos filas y arman un camino hacia el campo de juego para los titulares. Facundo Campazzo está en la de la izquierda. Es el 23 de diciembre de 2020 y, en la transmisión de su debut oficial en la NBA, se nota fácil cuál es el base argentino en la pantalla: además de ser el más bajo de todos, está notablemente sorprendido por lo que pasa a su alrededor. Incluso sin público por culpa del covid-19, mira maravillado esa previa al juego con Sacramento Kings, sin importar que en sus espaldas tiene una final del Mundial de básquet y de Euroligas en estadios igual de impactantes: justo en ese momento, Campazzo está cumpliendo su sueño.
“Imaginate que cuando yo era chico, con mis amigos jugábamos a ser Vince Carter, Steve Nash, Jason Kidd... Era una fantasía muy lejana. «¡Qué vamos a llegar ahí si somos unos muertos!»”, me cuenta Campazzo dos semanas antes de ese partido en el que llegó a jugar 8:08 minutos.
En realidad, su primera vez en el estadio en el que Denver Nuggets hace de local la tuvo unos días antes de su videollamada con Brando. La recorrida de ese gigante de cemento, que no tenía armado el parquet ni puestos los aros, fue compartida por la cuenta oficial de Twitter del equipo. En el video se ve que Campazzo está de buzo blanco y pantalón de jogging negro Nike y lleva un par de zapatillas blancas de la misma marca en la mano, le tira un “happy to be here” tímido a la cámara y un escalofrío le recorre el cuerpo cuando desde uno de los accesos contempla la cancha. Me dice que no puede poner en palabras lo que sintió en ese momento. Tenía ansiedad de ver el estadio listo para jugar, estar cambiado y que la pelota le pase por las manos. También le cayó un poco la ficha de dónde estaba. “Y me dio un poco de cosa”, agrega. “Lo disfruto a mi manera. Todavía me cuesta asimilar dónde estoy, pero lo voy disfrutando”.
Hace seis días llegó con su mujer Consuelo Vallina y su hija Sara, de un año recién cumplido, a Denver. Entre el frío y el jetlag –la diferencia de ocho horas con Madrid es lo más difícil para ellos por ahora–, tratan de acostumbrarse a su nueva ciudad.
A punto de cumplir sus 30 años, el basquetbolista cordobés dejó un lugar de privilegio como estrella de la liga española en busca de un sueño: triunfar en la NBA.
Antes de poder ponerse la ropa de entrenamiento y tirar al aro, el argentino tuvo que realizarse varios hisopados (hasta que hablamos por videollamada, ya le habían hecho más de cinco) para poder acceder a las instalaciones del equipo. Cuando todo estuvo OK, arrancó, pero sin sus compañeros. “Los entrenamientos son individuales. Vos con tu entrenador y otro jugador en la otra mitad de cancha con su entrenador. 45 minutos de cancha y 45 minutos de gimnasio. Y ya está”, cuenta Campazzo, que el mes que viene cumple 30 años.
El base de la selección argentina de básquet subcampeona del mundo en China 2019 en esos primeros días ya tuvo un pantallazo de una de las cosas que fue a buscar en esta experiencia NBA. “Considero que en lo que es desarrollo del jugador son los mejores”, dice. “En los tres entrenamientos que tuve vi cosas que, en mi carrera, algunas nunca toqué o toqué muy poco... en movimiento, de pique, penetrar, descargar y reposicionarte, tirar, imaginarte las jugadas, detalles... la línea de tres puntos es más lejos: el primer entrenamiento me sorprendió, en cierto punto, porque veía superlejos el aro y tenía a los entrenadores mirando. Y yo me decía: «Por favor, tocá el aro. No importa si no entra, pero que toque el aro»”.
Después de entrar en el primer cuarto de su partido debut, Campazzo vuelve a la cancha en el tercero. Nikola Jokic, el serbio de 2,15 metros que perdió con la selección argentina en los cuartos de final del Mundial pasado y ahora es su compañero de equipo, junta dos defensores en la línea de tiro libre y lo ve a Campazzo en el extremo derecho de la cancha. El argentino, que hasta hace días veía superlejos el aro desde la línea de triple, recibe la pelota, apunta, dispara y vuelve confiado a defender. Acaba de meter sus primeros tres puntos en la NBA.
El día de Navidad, la NBA lo festeja históricamente con una serie interminable de partidos entre los mejores equipos. A Denver Nuggets le toca jugar con Los Angeles Clippers. Arranca pasada la medianoche de Argentina –tardísimo– del sábado 26. El equipo vuelve a perder y Campazzo juega muy poco: solo entra 3:11 minutos.
Campazzo sabe más que ninguno que no va a tener el mismo protagonismo que en Real Madrid, donde era el líder de un equipo top de Europa. Cuando charlamos, todavía no había hablado con Michael Malone, el director técnico del equipo, y él ya era consciente de lo que debe hacer para tener minutos.
“Evidentemente, voy a tener que evolucionar como jugador. No sé si ser una nueva versión, pero debo agregarle cosas a mi juego. Intentaré hacerlo desde lo que venía dando en Madrid, pero es de un básquet FIBA, que son otras reglas, se para más la pelota. Esto es más dinámico, tengo que aprender a jugar sin la pelota; yo creo que voy a tener que mejorar como jugador para poder adaptarme a esta liga”, explica Campazzo.
"Evidentemente, voy a tener que evolucionar como jugador. No sé si ser una nueva versión, pero debo agregarle cosas a mi juego."
Facundo Campazzo
Facundo es el decimotercer jugador argentino en debutar en la NBA. Hasta que se puso la camiseta número 7 de Denver Nuggets habían pasado 974 días sin ningún argentino en la liga más fuerte, competitiva e importante del mundo –el 24 de abril de 2018, Manu Ginóbili jugó su último partido en San Antonio Spurs–. A ese dato hay que agregarle el excelente rendimiento que Campazzo había mostrado en los últimos años. Los que vieron su faja contra Serbia en el Mundial de China de 2019, que terminó siendo la segunda mejor asistencia de la década pasada en una encuesta de la Federación Internacional de Básquet (la FIBA), inmediatamente pidieron, mejor dicho, exigieron, que ese pibe de 1.79 metros tenía que jugar en la NBA. Los Cazatalentos ya le habían echado el ojo, y en ese torneo él se terminó de convencer de que era el momento de intentarlo, que no era imposible.
“Pasó Peñarol, Murcia, y en Madrid dije: «Bueno, no está tan lejano. Sería un sueño estar ahí. Voy a intentar jugar lo mejor posible para que me vean, a ver si hay alguna opción». Y después del Mundial, que fue cuando mostramos nuestro mejor nivel, cada jugador subió escalones de nivel, y ahí dije: «Voy a hacer todo lo posible para llegar»”, recuerda.
Y llegó. Y se generó una verdadera fiebre alrededor del nombre Campazzo. Las personas que no siguen el día a día del básquet o las que directamente no saben que la pelota es naranja escucharon su nombre en algún programa de televisión, vieron su foto en los principales diarios nacionales o se cruzaron con algún posteo en Twitter o Facebook que lo mencionaba. La ansiedad generó decenas de notas y videos recopilando sus mejores momentos, cientos de retuits a cada imagen que circulara de sus primeros días entrenando en Denver y miles de consultas de cómo podían verse los partidos.
“Veo que en las redes sociales hay mucho seguimiento de que hay un jugador nuevo en la NBA, pero bueno… –dice Campazzo a comienzos de diciembre–. Creo que tanto las críticas malas y las buenas, en cierto punto, perjudican un poco. Depende de cómo las consumas también. Trato de no mirar mucho, es difícil porque a veces se me va la mano con las redes sociales, porque estoy todo el día con el teléfono”.
"Creo que tanto las críticas malas y las buenas, en cierto punto, perjudican un poco. Depende de cómo las consumas también. Trato de no mirar mucho."
Facundo Campazzo
En el tercer partido del torneo, Campazzo reemplaza a Jamal Murray, la estrella de su equipo, en los últimos segundos del primer cuarto para defender a James Harden, el mejor jugador de Houston Rockets. El argentino le hace foul, no se lo cobran y Harden pierde la pelota. Con tiempo en el reloj para que Denver tire al aro, el técnico sienta de nuevo a Campazzo en el banco de suplentes después de 17 segundos en la cancha para poner a Murray. Los argentinos en las redes sociales estallan de bronca y empiezan a preguntarse si el base hizo bien en irse a la NBA. Al final del partido, juega unos minutos basura, como se le llama al tiempo en cancha cuando todo está definido, y él mete los cuatro libres que tira.
Cuando Campazzo se estaba despidiendo de España, el jugador montenegrino Dino Radoncic le dedicó un mensaje en su cuenta de Instagram. “Cuando pasaba por los peores momentos en mi carrera, tú has estado. ¡Nunca lo olvidaré! Eres enorme”, escribió Radoncic –que jugó en Real Madrid hasta 2018– junto a una captura de pantalla de un chat con el argentino. En esos mensajes de WhatsApp, Campazzo le decía a su entonces compañero de equipo, un juvenil al que muchos apostaban, que hacía rato quería hablar con él, que debía relajarse y ponerse a disfrutar de que podía trabajar de algo de lo que le gustaba. “Todo el mundo tiene momentos malos y no por eso vas a tirar la toalla. Es parte de nuestro trabajo. Ponete a trabajar para buscar tu mejor versión. Y buscar tu mejor versión significa pasarla mal por momentos”, decía el final del mensaje de Campazzo.
Cuando le pregunto si él tuvo algún momento en el que quiso largar todo, me dice “sí”, casi sin dudar: “Son los días que estás trabadito, los días que no te sale una, que estás en una mala racha. Hay un montón de esas etapas. Yo doy las gracias que tuve buenos jugadores, líderes positivos, que me aconsejaron de la mejor manera. Desde... no sé, cuando me cedieron al Murcia, por ejemplo, y dije: «Wow, ¿estaré por el buen camino? ¿Me irá bien?». Después me fue fantástico, me encantó estar ahí y me ayudó a demostrar que podía estar en la ACB [el torneo español]”.
En su libro El legado. Historia de un grupo que le torció la mano al destino, el periodista Germán Beder relata cómo el grupo de jugadores que llegó para reemplazar a la Generación Dorada armó su propia mística y llevó a la selección a ganar después de 24 años la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 2019 y a ser subcampeón del mundo.
En el medio de ese proceso, Campazzo tuvo uno de esos momentos de “trabadito”. Era el 20 de agosto de 2015 cuando se enteró de que Real Madrid lo había cedido al Murcia después de su primer año en España. Venía de varios meses malos, con la prensa madrileña cuestionándolo por su desempeño deportivo, recién separado, y en la selección había tenido unos Panamericanos con un rendimiento bajo, se había lesionado y no sabía si llegaba al Preolímpico por una plaza para Río 2016. Mientras todos jugaban un partido para cerrar el entrenamiento, él manejaba el reloj de posesión de la mesa de control.
Beder, que por su labor como jefe de prensa de la Confederación Argentina de Básquetbol estuvo en cada uno de los torneos que los argentinos disputaron entre 2015 y 2019, no solo tiene detalles que nadie sabe de esos días, sino que sigue teniendo acceso directo con los jugadores y para el libro, que se editó en diciembre pasado, Campazzo le recordó cómo se sentía en ese momento de su carrera: “Mi cabeza estaba explotada. Había perdido confianza. Me preguntaba si realmente me daba el cuero para jugar en la ACB. O sea, confiaba en mí, pero la verdad es que en esa primera temporada con el Real casi no había tenido minutos y tampoco tenía muy en claro adónde estaba yendo, no sabía nada de Murcia. Pero si me mandaban a otro club era porque no les gustaba. Me comía la cabeza, todas las noches antes de dormir pensaba: «¿Y si me va mal ahora? ¿Qué va a pasar conmigo?»”.
"Mi cabeza estaba explotada. Había perdido confianza. Me preguntaba si realmente me daba el cuero para jugar en la ACB."
Facundo Campazzo
La videollamada sigue y mientras insulta cariñosamente a Radoncic por haber compartido ese mensaje personal que le había mandado para levantarle el ánimo, Campazzo me completa su idea: “El deportista pasa muchas veces esos bajones, depende de cada uno cuánto duran”.
En el último partido de 2020, Denver Nuggets enfrenta otra vez a Sacramento Kings y el técnico Malone tiene que mover el banco porque Murray está lastimado del codo. Campazzo tiene más minutos en cancha y logra dar cinco asistencias, que calmaron a los ansiosos por ver a Campazzo brillar en la NBA. En cambio, el DT Malone no lo deja relajarse. Dijo que tuvo “una buena noche”, pero agregó que “es un base y debe tener cuidado porque tuvo tres pérdidas”.
Ya es 2021. Denver Nuggets juega el 1° de enero contra Phoenix Suns, que en la pretemporada sumaron a Chris Paul, uno de los mejores bases de Estados Unidos. Cada vez que tuvo a Campazzo como defensor, Paul dominó la situación, le metió un par de goles seguidos y el DT Malone lo mandó al banco después de 3:43 minutos. Con un récord de una victoria y cuatro derrotas, ahora los Nuggets están en el último puesto de la tabla de posiciones de la Conferencia Oeste.
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— TeamFacu (@TeamFacu7) December 30, 2020
Si hasta 2020 ver a Campazzo moverse dentro de la cancha ya era fantástico, ¿se pueden imaginar todo lo que puede mejorar su juego trabajando día a día con los entrenadores de la NBA, haciendo énfasis en los aspectos más flojos de su desempeño, puliendo lo que ya sabe hacer y enfrentándose a jugadores con una superioridad física clara?
Solo pensar en que su juego puede pegar otro upgrade es motivo para confiar en su decisión. Él, de alguna manera, ya atravesó situaciones desfavorables antes de conseguir los objetivos que se había propuesto, como cuando se fue de la tranquilidad de su Córdoba natal para sumarse a la cantera de Peñarol de Mar del Plata con 16 años, o el pase al Real Madrid en 2014 para ser el tercer o cuarto base del equipo, o la vez que Ginóbili le marcó que tenía que trabajar en su físico y mejorar sus hábitos, como el descanso y la alimentación –”cuando jugaba en Peñarol se notaba que tenía unos kilos de más”, me dice– para alcanzar otro nivel. En realidad, su juego siempre se trata de atravesar situaciones desfavorables –es un jugador muy bajo en un deporte donde los altos ya no solo juegan en las posiciones cercanas al aro– hasta conseguir el objetivo final –la victoria, las Ligas Nacionales, las Euroligas, el subcampeonato del mundo, los premios MVP–.
“Mi sueño iba más allá quizás del dinero o de mi rol en la cancha. Estar acá era como volver a empezar: nuevo club, nuevo país, otro idioma, otro básquet entre comillas; es volver a empezar y era lo que me motivaba. Ahora me quiero mantener, quiero competir, quiero estar de igual a igual”, dice Campazzo.
Su juego siempre se trata de atravesar situaciones desfavorables –es un jugador muy bajo en un deporte donde los altos ya no solo juegan en las posiciones cercanas al aro– hasta conseguir el objetivo final.
Escucho lo que me dice y quiero que se confirmen los Juegos Olímpicos de Tokio, que eran en 2020, pero si todo está OK con el coronavirus, se realizarían del 23 de julio al 8 de agosto de este año. Que pase el año rápido, que él se mantenga físicamente y que vuelva a liderar el equipo con Luis Scola, Gabriel Deck, Nicolás Laprovittola, Nicolás Brussino y el resto.
En medio de la vorágine de su llegada a la NBA, Campazzo tiene ese otro objetivo. “Vivimos en una incertidumbre constante. Ahora mismo pienso: «Ya está, se van a jugar», y hay lugar en mi cabeza para eso. Porque si bien durante el día estoy entrenando, después a la tarde o cuando me voy a acostar, fantaseo con la selección, y cuando vienen esos pensamientos te dan ganas de que empiece todo, de estar reunido con mis amigos, de romperme el culo entrenando”, dice el cordobés.
“Pienso que este grupo del Mundial tiene más cosas para dar”, agrega Campazzo. “Trabajando como lo hicimos en 2019, donde nos demostramos cuál es nuestra mejor versión o nos dimos cuenta de que realmente somos un equipo que le puede competir a cualquier rival, da igual el resultado que sea... Como siempre dice Luis [Scola]: si vos hacés las cosas bien, si sos constante, el resultado es un accidente”.
"Como siempre dice Luis [Scola]: si vos hacés las cosas bien, si sos constante, el resultado es un accidente."
Facundo Campazzo
15 puntos, con cinco triples convertidos en siete intentos, tres robos y dos asistencias; Campazzo jugó 21:24 minutos contra Minnesota Timberwolves y, sin tener todo el tiempo la pelota en las manos, en su sexto partido en la liga demostró lo valioso que puede ser en la cancha. “¡Facu! Welcome to the NBA [Bienvenido a la NBA]”, dice el relator de la transmisión oficial en la entrevista pospartido, le pregunta cuánto entrenó los triples antes de llegar a Estados Unidos y si haber jugado de esa manera lo ayudaba a relajarse. “No me quiero relajar ahora, quiero seguir practicando y entrenando duro”, responde Campazzo, que luego de conquistar la Liga Nacional en Argentina con Peñarol de Mar del Plata, adueñarse de Europa como el base de Real Madrid y convertirse en el líder del equipo que mantuvo a la selección argentina en los primeros puestos después de la Generación Dorada, está listo para superar otro desafío y brillar más que el oro.
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