Cambió su despacho por un refugio y ayudó a salvar a 12.000 perros
A veces la verdadera vocación se presenta temprano, otras veces llega más tarde. Sergio Moragues dedicó buena parte su vida adulta al derecho mercantil, pero su destino no estaba en las oficinas y despachos de Tribunales y microcentro sino a varios kilómetros de distancia, en un terreno de dos hectáreas en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría.
El cambio se gestó ocho años atrás, cuando se mudó al barrio de Núñez. "Tenía ganas de adoptar un perro viejo que la estuviera pasando mal", contó Sergio a LA NACION. Así empezó una búsqueda de refugios a través de las redes sociales. Eventualmente, su entonces esposa y él dieron con El Campito, un lugar que se distinguía por ayudar a animales discapacitados.
Viajó hasta allí y le gustó lo que vio: un espacio con capacidad para 750 perros entre los cuales había 250 ancianos, 120 lisiados y 50 no videntes. Ese día abandonó el predio con dos cosas: Zorrito, un perro no vidente, y la certeza de que iba a convertirse en uno de los muchos voluntarios que ayudan a mantener vivo el lugar. "Pensé que podía dar una mano. Tenía un restaurante y empezamos a hacer cenas a beneficio para ellos", recordó.
Sergio empezó a visitar El Campito con más frecuencia y fue invitado a colaborar en distintos proyectos con el área institucional.
Así comenzó un proceso de apertura de El Campito, que incluyó visitas públicas los sábados y la realización en Palermo de las "Caminatas por la vida", que en cada edición convocan a miles de vecinos a sacar a pasear a los "camperitos". "Es emocionante ver a toda esa gente que se saca fotos con ellos, en la calle eran invisibles y casi pierden la vida, pero en ese momento son estrellas de cine", relató.
En El Campito también comprendieron el poder de comunicación que ofrecen las redes sociales y decidieron aprovecharlo para contar las historias de los perros malheridos que llegaban hasta sus puertas y eventualmente lograban recuperarse y cumplir el sueño de ser adoptados por una familia. Funcionó. En Facebook tienen casi tres millones de seguidores.
Hace tres años, Nani Salgado, la fundadora de El Campito, decidió retirarse y le pidió que asuma el rol de director de Desarrollo Institucional. Se tomó el desafío seriamente y, antes de aceptar, cursó un posgrado en gestión de las organizaciones sin fines de lucro.
Sergio ya tiene un plan para los próximos diez años de El Campito que incluye la instalación de un sistema de riego por aspersores para el verano, una pileta de rehabilitación para los perros discapacitados, calefacción en los caniles y aliarse con otros refugios para coordinar el cuidado de más animales.
Según sus cálculos, gracias a la labor de los voluntarios y las donaciones recibidas lograron rehabilitar y ubicar a unos 12.000 perros a lo largo de los años.
A la hora de indicar por qué es mejor adoptar un perro discapacitado o rehabilitado en vez de uno de raza, Sergio fue enfático: "En los criaderos hay mucha crueldad. Los amigos se eligen, no se compran".
Podés colaborar con donaciones, insumos, medicamentos o simplemente paseando un camperito haciendo click acá.
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