El cronista de TN y El Trece dice que no ve a los mellizos hace seis años y que está dispuesto a ir “a fondo” con su reclamo que días atrás se volvió viral en las redes sociales
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A través de una serie de tuits que rápidamente se hicieron virales, el periodista Sebastián Domenech (41) -que cubre policiales en TN y El Trece- aseguró estar viviendo una pesadilla: hace seis años que no puede ver a sus hijos. Dice que su caso evidencia las falencias de un sistema judicial burocrático y perezoso, que ahora además quiere impedir que él hable. “Lo que yo quiero es que la justicia resuelva”, dispara antes de empezar a contar su historia.
“En realidad, en los últimos seis años los vi dos o tres veces, pero en situaciones que no pude abrazarlos, ni tocarlos, ni nada, que fueron intentos de revinculación. Hasta ahora estuve muy pasivo porque tenía miedo: miedo al escrache, miedo a si me creerían o no... Porque al comienzo pataleé y ella (se refiere a su ex esposa) me escrachó por las redes sociales y sentí que todo el mundo me miraba de reojo porque nadie me conocía. Yo era nuevo en el canal y todos me miraban como diciendo ‘¿Este loco violento quién es?’. Pero llegó el momento de hablar. Ya me conocieron todos, saben que nunca tuve un problema con nadie, y en los últimos seis años demostré que no puedo ser la persona que denuncian. Por lo menos, en estos seis años, no pude haber sido violento... si no vi a los chicos”, sostiene.
-¿Cómo empezó todo, Sebastián?
-Mis hijos (a quienes no mencionaremos para proteger su identidad), los mellizos, nacieron en el 2010. Con la mamá nos conocimos jóvenes, a los 23 años, estuvimos dos años de novios y nos casamos. Cuando los chicos tenían cuatro años nos separamos. En un comienzo, nosotros teníamos un acuerdo de visitas y de alimentos que no estaba judicializado, lo hicimos en una mediación. Pero duró menos de un año. Un día fui a buscarlos y me dijo ‘no podes’. Si vos me preguntás por qué, te digo que no lo sé. La pareja no se terminó por un despecho o por una infidelidad, que tampoco lo justificaría, pero al menos lo entendería. Te digo más, fue al revés: yo aposté a la familia.
-¿Qué pasó luego, en los intentos de revinculación?
-La primera vez fue con una asistente social. Esa fue la primera visita y fue buena, dentro de todo el contexto. La pasamos bárbaro. Fue un sábado de 2015. Pero a la segunda visita los nenes ya no querían salir de la casa. En ese momento, la asistente me dijo ‘vos quédate acá que yo entro a la casa a ver qué pasa’. Y yo me quedé esperando en la vereda. Al rato, sale la asistente sola y me explicó que los chicos decían que no querían salir porque decían que yo, en la primera visita, los había intentado ahorcar. La asistente dijo que eso no pasó, porque ella había estado ahí con nosotros, haciendo su trabajo. Lo que decían no existió.
-¿Por qué pensás dijeron que los quisiste ahorcar?
-No sé qué pasó. No quiero apuntar a si ella (la madre) miente o no, pero eso no pasó. Es más, dejo la puerta abierta porque quiero pensar que son cosas que pueden pasar y no quisiera profundizar ahora en ese tema. Lo que sé es que después de ese día seguí yendo y los nenes no querían salir o la mamá me decía que no podían. La asistente me dijo que siguiera yendo, aunque no los viera, que completara el proceso, y eso hice. Iba, tocaba el timbre y por ahí salía la madre hasta la puerta con los nenes, cada uno agarrado de una pierna de la madre, y no querían saber nada... Y ante esa situación, yo mucho no podía hacer.
-¿Te considerás una persona violenta?
-No, en absoluto. Está bien que me lo preguntes porque estoy denunciado por violento. Pero no lo soy solo porque yo digo que no, sino que podés preguntarle a cualquiera de mi entorno, de mi trabajo, mis amigos, donde sea no tengo problemas con nadie. En mi trabajo tengo una relación hermosa con todos mis colegas, que son los de la competencia porque yo laburo afuera y aunque nos tendríamos que matar por la primicia saben que conmigo no es así. Tampoco tengo denuncias de nada. También creo que marca una pauta que yo hace casi siete años que estoy con mi pareja actual, hablo de la estabilidad del vínculo.
-¿Y el último intento de revinculación cómo fue?
-Fue en el Hospital de Clínicas, frente a un equipo de cuatro psicólogas. Y en un momento quedamos de acuerdo con ella, en que yo iba a empezar a llamarlos. Pero funcionó un solo día. Yo llamaba y ella atendía amablemente porque pensaría que la estaba grabando o ella lo haría, esa la tengo muy clara, y ahí les preguntaba “¿querés hablar con papá? y los chicos contestaban ‘no’. Ella me decía ‘no quieren, ¿necesitás algo más?’... Entonces, no hay voluntad de la madre. A la tercera vez dejé de llamar. ¿Para qué lo iba a hacer? ¿Para volver más locos a los nenes? No tenía sentido.
-¿Por qué imaginás que los chicos no quieren hablarte?
-Siento que los nenes están como adiestrados, encerrados en una burbuja y enseñados de una manera que no quieren hablar conmigo, tampoco con mis padres, sus abuelos, porque ellos trataron de verlos, pero ella no los dejaba.
-¿Y con los abuelos maternos intentaste hablar?
-En pleno lío, cuando arrancó todo ellos me respondieron “Esto es un problema de ustedes”... Y eso que yo tenía una buena relación, pero no quisieron ayudar.
-¿Intentaste el contacto de alguna otra forma?
- Sí. Fui varias veces al colegio y me informaban cómo estaban los nenes. Era el único contacto abstracto, por decirlo de alguna manera, por el que sabía cómo estaban ellos. Una vez, hubo una señorita suplente que casualmente cuando se entera del apellido de los chicos descubre que había sido compañera mía del colegio secundario. Ella les dijo a mis hijos que me conocía, pero pobre no sabía lo que pasaba detrás. Los chicos esa noche le contaron a la mamá y ella al otro día fue a la dirección del colegio a quejarse, hizo un lío bárbaro.
-Cuando ibas al colegio, ¿podías ver a los chicos?
-No, porque yo buscaba no verlos a propósito. Es más, un par de veces les alcancé unos pares de zapatillas que les había comprado y le pedí a la gente del colegio que se las den ellos porque sabía que si se enteraba la mamá iba a haber lio. Un día me denunció, dijo que yo fui a la casa re loco a golpear la puerta porque quería entrar. Eso no solo era mentira, sino que en ese momento yo estaba con mi mujer y mi hija en la casa de mi cuñado comiendo pizza. Pero con eso ella hizo una denuncia en la que la defensoría resolvió una prohibición de acercamiento hasta en el colegio. Fijate cómo va cercenando todas las posibilidades de acercamiento. Por eso hubo un tiempo que no podía ni siquiera acercarme al colegio.
Cuando pude volver, después de la pandemia, en septiembre de este año, me entero de que no los estaba llevando a la escuela porque presentó un certificado de un médico ginecólogo diciendo que ella, la madre, sufría de asma. Las autoridades del colegio denunciaron esta situación frente al Consejo Escolar porque viola los derechos del niño. Me preocupan mucho los nenes, no solo la parte educativa porque, ponéle, lo académico se puede enseñar en la casa. ¿Pero la parte social? ¿El sentido de pertenencia? Con once años, ya los cambió cuatro veces de colegio.
-Además del derecho de comunicación, en estos casos también rige el deber alimentario ¿Cumpliste con la cuota de la alimentaria?
-Siempre, porque están los nenes de por medio y además por mi trabajo no voy a ser tan tonto de caer en algo así que me pueda perjudicar. En eso estoy tranquilo porque tengo pruebas de todo y siempre hubo actualizaciones del monto. Pero no quiero entrar en detalle de eso porque no es el caso.
-Después de tantos años aguantando esta situación en silencio imagino que algo distinto sucedió ahora. ¿Cuál fue la gota que rebalsó el vaso?
-Creo que fue esto del colegio, que me enteré en septiembre y me quedó dando vueltas mal... También fue un año en el que se juntó todo. Falleció mi hermano... La causa seguía igual, veo que estamos siempre en la misma situación, que acato órdenes y nunca pasa nada... Y de repente me doy cuenta de que se hizo una bola gigante y siento impotencia.
“Tengo la esperanza de que cuando ellos se van a dormir piensen en mí”
Actualmente Sebastián se encuentra en pareja con Natalia Marquiegui, conductora de televisión, y juntos tuvieron a Sol. “Mi mujer me apoya en todo esto desde el primer día. Sol tiene cuatro años. Y ese fue otro tema que me hizo un bombazo en la cabeza porque pasaban los años y yo no le podía decir que tiene dos hermanos. Ella veía las fotos de los chicos en la casa de mi mamá. Fui a una psicóloga para ver cómo lo podía encarar”, cuenta.
-¿Y cómo te aconsejó la psicóloga que manejes la situación?
-Me dijo que le diga con naturalidad que yo tenía dos hijos más, que no le ponga el título de hermano porque eso lo da la vida. Que descomprima. Que Sol me iba a entender. Y eso hice. No sabes la emoción que me dio poder contarle y ella se puso feliz. Le digo que ahora no los puede ver porque viven lejos. Poder contárselo me ayudó mucho porque yo sentía una culpa bárbara.
-¿Qué es lo que más te duele de toda esta situación?
-Ellos. Pienso en ellos todas las noches. Tengo la esperanza de que cuando se van a dormir, alguna vez, piensan en mi o que por trabajar en la tele tal vez me vean ahí y que sepan que todo lo que estoy haciendo es para acercarme a ellos. Y si no es hoy, tal vez el día de mañana van a saber que yo estoy luchando por ellos. Yo no estoy en contra de la madre, pero quiero también poder estar con ellos.
-Si pudieras hablar con la mamá de los chicos ¿Qué le dirías?
-Le preguntaría por qué lo hace. Aunque creo que no tiene respuesta. Pero no me imagino ese momento porque no me interesa. Solo pienso en ellos, en ese olor que tienen los chicos en el cuello cuando los abrazas y les das un beso. Yo tengo sobrinos de 12 años y de 15. Con ellos tengo una relación, los veo crecer... y pienso en mis hijos y me preguntó cuál será su comida favorita, qué música les gusta, si tocan un instrumento, no sé si tuvieron varicela o hepatitis… no sé nada, necesito abrazarlos. Estoy perdido. Pero bueno, confío en que son cosas que ya me enteraré.
-¿Te reprochás algo?
-Me puedo reprochar que esta es la primera vez que voy a fondo. Por eso, mi objetivo es pelear por mis hijos, probar todo esto ante la justicia. Confío que lo voy a poder hacer. Yo sé que ahora viene algo muy largo que es la revinculación, porque ella siempre puso palos en la rueda desde el comienzo.
Por orden del Juzgado debo retirar la publicación sobre mi caso
— Sebastián Domenech (@domenech_news) December 25, 2021
Si, reaccionaron muy rápido! aunque de esta lamentable manera
Pero quiero decirles que yo nunca bajaré los brazos, porque seguirán abiertos y bien arriba esperando dar otra vez ese doble abrazo después de tantos años
-La causa se encuentra en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil 87, a cargo de la jueza Ana Paula Garona Dupuis y en tus tuits dijiste que, si pelear por tus hijos incluye quedar “con antecedentes y realizar una probation, como anticipa la jueza, bienvenida sea esa detención”. ¿Por qué la jueza ordenó que no hables?
-Porque lo pide la otra parte e hizo lugar a eso. Lo que pide y entiendo que no está mal, aunque se puede debatir, es que yo no nombre ni publique fotos de los nenes. Puede tener su razón de ser porque ellos son menores y puede perjudicar su imagen, pero después por qué yo no puedo informar de la causa sin nombrarlos a ellos. Es para taparme la boca.
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