Buenos Aires según Grete Stern
La gran fotógrafa alemana llegó a la Argentina en 1935, exiliada a causa del nazismo, y desarrolló aquí, en 50 años de trabajo, lo mejor de su arte. Como esta visión de la ciudad, que se expondrá a partir del 25 de septiembre, en Principium
Grete Stern (Wuppertal-Elberfeld 1904 - Buenos Aires 1999) llegó a la Argentina en agosto de 1935 exiliada a causa del nazismo. Había iniciado su carrera en la Escuela de Artes Aplicadas de Stuttgart. En 1927 y 1928, estudió fotografía en Berlín con Walter Peterhans e inmediatamente abrió el primer estudio: ringl + pit. Sus fotos del período ya tienen el estilo característico de su madurez: austero, preciso, imaginativo e irónico. En 1932, se inscribió en los seminarios de fotografía que dictaba Peterhans en la Bauhaus, donde estuvo hasta el cierre de la institución, al año siguiente. Allí conoció a Horacio Coppola, con quien se casó poco después y viajó a nuestro país.
Pocos días después de llegar, Victoria Ocampo les ofreció los salones de Sur para montar una exposición conjunta, que fue la primera muestra de fotografía moderna realizada en la Argentina. A partir de allí, Grete elaboró una extensa obra fotográfica que no omitió ningún género y fue siempre rigurosa. Sus retratos de intelectuales y artistas y los fotomontajes que llevan el título de Sueños, realizados para la revista Idilio entre 1948 y 1951 son las series más conocidas de su obra. Menos difusión tuvieron sus fotos de Buenos Aires y su gran reportaje a los indígenas del Gran Chaco, realizado en 1961. Parte de su actividad profesional la desarrolló en el Museo Nacional de Bellas Artes como encargada del departamento fotográfico. Se retiró a principios de los años ochenta.
Las primeras imágenes que Grete tomó de Buenos Aires datan de los años treinta y cuarenta. Fueron pocas y siempre estimuladas por un interés de composición plástica estilizada, geométrica y casi abstracta, más que por la caza del fotorreportaje, al que no estaba inclinada. En 1948, se integró al equipo de los arquitectos Kurchan, Ferrari-Hardoy y Bonet para el Estudio del Plan de Buenos Aires, como fotógrafa y diseñadora gráfica. La tarea duró alrededor de dos años y le facilitó un acercamiento sistemático al paisaje porteño. Poco después, el geógrafo Francisco de Aparicio le propuso fotografiar la ciudad para un libro que la editorial Peuser publicó en 1953, hoy inhallable. La idea era producir un relevamiento sistemático de la ciudad y algunas zonas suburbanas. En rigor, fue un ensayo fotográfico que Grete organizó por sectores y barrios: el puerto, el centro, la costanera, Retiro y Constitución, la Boca y el Riachuelo, el norte y el oeste en avance escalonado, la avenida General Paz , el flamante aeropuerto de Ezeiza y la costa de San Fernando. Fue su trabajo de mayor aliento, para el cual hizo más de mil cuatrocientas tomas.
El conjunto consta de imágenes de edificios, perspectivas y movimiento callejero. Las fotos de interiores son, principalmente, de patios; una serie que Grete continuó y editó más tarde en libro. Cada tema es tratado con sensibilidad y economía: lo viejo y lo nuevo, la placidez de plazas y parques, la agitación de los centros comerciales, la atmósfera quieta de los barrios. La mirada única de Grete confiere originalidad incluso a temas tradicionales de las postales porteñas. El resultado es un documento único sobre Buenos Aires a mitad del siglo XX y una de las obras más relevantes y menos conocidas sobre ese tema en la historia de nuestra fotografía. Por eso, la exposición de galería Principium es un reconocimiento a una gran artista y a un patrimonio incomparable de nuestra cultura.