Bolsonaro frente a la crisis de Venezuela
El triunfo electoral de Jair Bolsonaro indica que se convertirá en el nuevo presidente de Brasil. Al igual que Trump con el slogan "Make America Great Again", Bolsonaro basó su campaña en "Brasil por encima de todo" lo que representa un golpe de timón en la política interna y exterior. El candidato pretende recuperar el terreno perdido por un Brasil ensimismado en los dilemas de corrupción que debilitaron su posicionamiento internacional y regional.
De ser así es evidente que Brasil dejará de respaldar los proyectos internacionalistas filo-cubanos que anidan en el Foro de San Pablo. En consecuencia, es esperable el abandono de la complacencia de los gobiernos anteriores respecto del colapso institucional, económico y humanitario en Venezuela. Brasil sufre el incesante flujo de venezolanos que pretenden ingresar a su territorio. Esta corriente migratoria se abalanza hacia la zona de Roraima, una de las más pobres del país, a razón de alrededor de mil personas por día.
Con Chávez y luego con Maduro, Venezuela se convirtió en un estado totalitario en donde impera el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, comandado en su mayoría por los mismos funcionarios. Según reportes actualizaos a las más de 15.000 detenciones arbitrarias de los últimos años se suman 8.200 ejecuciones extrajudiciales, desde mediados de 2017. En lo que denomino un genocidio en cámara lenta, la escasez de alimentos y de medicinas lleva a que 300.000 personas mueran de hambre cada año, mientras que el 55% de los niños menores de cinco años sufren malnutrición, entre otros datos aterradores.
El proyecto de Cuba de absorber recursos de Venezuela y tomar el control del Estado con la anuencia del chavismo ha sido exitoso. La injerencia en las decisiones de gobierno fue creciendo junto con las transferencias de recursos, hasta superar con creces lo recibido de la Unión Soviética en toda su historia. Hoy operan en el país 20.000 efectivos cubanos en puestos claves, muchos de ellos relacionados con inteligencia y represión. Al mismo tiempo, a través de su alianza con Irán y otros países de Medio Oriente, el régimen se convirtió en puerta de entrada del terrorismo islámico en América Latina. Argentina la ha vivido esta amenaza en carne propia con la injerencia iraní en el caso AMIA.
Con el gobierno de Temer dejando el poder, Brasil se abstuvo de formar parte del grupo de 6 países entre ellos Argentina, que el pasado 25 de septiembre denunciaron a la dictadura de Maduro ante la Corte Penal Internacional. Se trata de una medida de gran simbolismo, pero que resulta insuficiente para resolver la situación de Venezuela.
Con la presidencia de Bolsonaro, se espera que Brasil sintonice con la visión de Trump, del presidente Duque de Colombia, del Secretario General de la OEA, Almagro y del ex Alcalde Metropolitano de Caracas, Ledezma, entre otros, quienes plantean la necesidad de una intervención internacional humanitaria, en el marco de la doctrina de la Responsabilidad de Proteger.
Esta doctrina, permite prevenir o detener genocidios y crímenes de lesa humanidad, dentro del marco de la legalidad, cuando los gobernantes de un país se convierten en perpetradores contra su población. Habilita a los estados a intervenir en forma colectiva por medios militares, una vez agotados todos los resortes diplomáticos. En esta línea conceptual, el candidato a vicepresidente de Bolsonaro, general Hamilton Mourão indicó en un reportaje que "la próxima fuerza de paz será en Venezuela". Se espera que Colombia, Brasil y Estados Unidos trabajen en coordinación para lograr la reinstitucionalización del país, probablemente por invitación de un posible gobierno legítimo, constituido en el exilio.
Teniendo en cuenta las inmensas riquezas petrolíferas de Venezuela, cada actor baraja sus propios intereses. Se estima que China, acreedor por 28 mil millones de dólares, actúe como respaldo del régimen para proteger su inversión y para consolidar su penetración regional. Rusia, principal proveedor de armas del chavismo, puede hacer lo propio. En el centro de este polígono de fuerzas, es claro que la integridad territorial de Venezuela está fuertemente amenazada.
Con la contundencia que ha caracterizado su campaña, Bolsonaro se ha expedido sin medias tintas. Lo cierto es que, gane o no, la posibilidad de una intervención humanitaria que derroque al régimen de Maduro, desde un marco de legalidad, se vuelve cada vez más cercana.
Los políticos y la sociedad argentina deberían tomar debida nota del resultado electoral en Brasil. Por hartazgo, las sociedades de América Latina están diciendo basta al populismo, a la corrupción, al crimen organizado y la débil institucionalidad, y se expresan eligiendo gobernantes que prometen romper con la mentalidad en política que avala, por acción u omisión, esas prácticas nefastas.
@irmaar
La autora es Presidente de la Fundación NPSGlobal y Secretaria de la Red de Líderes de América Latina y el Caribe
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