Boca-River: cómo prepararse emocionalmente para la gran final
Faltan pocas horas. De pronto, el corazón late más fuerte, las pulsaciones van a mil. El estómago se cierra de golpe. Una leve sudoración brota y humedece las palmas de las manos. Son los síntomas típicos de un pico de estrés. El que seguramente estén experimentando ahora mismo los hinchas de River y Boca. Más, bastante más de la mitad del país. Prepararse para afrontar emocionalmente esta final inédita es una de las claves que los especialistas recomiendan para transitar estas últimas horas previas y las posteriores, ya con un resultado puesto, en calma. Algunos hinchas se aíslan como monjes tibetanos; otros eligen tener contacto solo con gente que simpatiza con su mismo equipo; muchos sienten la necesidad de meditar para bajar los altos niveles de ansiedad y varios buscan contención profesional.
Otros tratarán de descargar la ansiedad que les provoca la primera final en el gimnasio o saliendo a correr por alguna plaza o parque cercano para poner la mente en blanco y evitar pensar (demasiado) en el partido. "Voy a ir al gimnasio a descargar tensiones. Quedarme en mi casa mirando la previa no hace más que aumentar la ansiedad. Me conozco y si me quedo adentro estaría caminando por las paredes", cuenta Lisandro Seigner, hincha fanático de River.
Para el psicoanalista Ricardo Rubistein, autor del libro Deportes al diván y especialista en psicología deportiva –por su consultorio pasan desde reconocidos jugadores de fútbol hasta tenistas y demás atletas– además de la descarga física, también puede servir la intelectual. "Seamos realistas: la calma no es muy compatible con esta situación. Para los hinchas de uno u otro equipo será una tensa espera –vaticina–. Lo que se puede hacer es tratar de matizarla con humor. Los famosos memes, por ejemplo, permiten la descarga de la tensión y son graciosos. En estos casos sirve de mucho utilizar la creatividad que nos caracteriza a los argentinos para descargar así la tensión", asegura.
Aunque el menú antiansiedad incluya varias recetas prácticas, cada uno deberá elegir la que más le sirva según su preferencia. "La verdad es que no hay una receta única para transitar el antes y el después del partido; lo ideal en este caso es esperar lo que acontezca tratando de no aumentar la ansiedad que de por sí produce el acontecimiento. Por ejemplo, una manera es evitar todo lo que favorezca estimular la hostilidad (o rivalidad en el mejor de los casos) hacia el otro equipo", señala el psicoanalista Marcelo Halfon, integrante del capítulo Psicoanálisis y Deporte de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Otro consejo, no menor, es evitar consumir alcohol o cualquier otra sustancia que pueda actuar como alterador e las emociones. "En la medida de lo posible hay que tratar de usar la capacidad de reflexión que también ayuda evitar descargas impulsivas incontrolables –recomienda Halfon–. Compartir alegrías y tristezas con otras personas también ayuda a no cargar solo con una excesiva estimulación. Como decimos siempre que estamos ante un evento de esta naturaleza: no hay que perder de vista que es deporte y juego; ni drama ni tragedia", sostiene el especialista .
Sin embargo, más allá de los intentos de racionalizar, cuando se cuela la pasión es difícil entender que se trata de un simple deporte. La psicoanalista y escritora Adriana Guraieb, explica que un hincha "es un apasionado que se siente arrasado por la pasión. ¿Qué es la pasión? Es un estado que anula la voluntad de la persona, que se siente totalmente superada por ese sentimiento. Puede tomar características tan intensas que la persona pierde autonomía y capacidad de reflexión e incurre en comportamientos que incluso pueden oponerse a su propia moral. Esto puede hacer que se caiga en extremos. Por eso siempre digo ‘llenos de pasión, vacíos de razón’. Es un estado en el que se produce una ruptura total del equilibrio entre el pensar y el sentir".
Según la especialista, el fútbol no es un simple deporte. "Da sentido de pertenencia, representa el deseo de jugar en el campo y de tener fama, dinero. El hincha se siente representado por el jugador. Y la cancha es un espacio aceptado socialmente para que la multitud exprese su síntoma de malestar psicosocial –plantea–. Allí se expresan situaciones reprimidas que exceden lo futbolístico y se ignoran las diferencias sociales que se hermanan en un grito de gol o contra el rival de turno.
Fútbol al diván
Para los que van a terapia de forma regular, esta semana, el fútbol ha sido tema de consulta con el psicólogo. Varios especialistas cuentan que muchos de sus pacientes necesitaron hablar del partido en plena sesión. "Cuando roza otras temáticas importantes para la persona o cuando hay demasiado fanatismo en juego la gente trae el tema a la consulta. En casos de mucho fanatismo a veces se requiere de medicación para moderar el exceso de ansiedad", reconoce Halfon.
Rubistein también confirma que la pasada ha sido una semana donde el fútbol ha logrado colarse entre sus pacientes. "La gente lo ha traído bastante. Está claro que no es un partido más para ninguno. Lo que uno trata como terapeuta es bajar el nivel de impacto que el partido tiene sobre el resto de las cosas –explica–. Ubicarlo dentro de un todo. Cuando se logra acomodarlo en la totalidad de las cosas, su impacto es mucho menor. Y además hay que entender que uno no cumple un rol activo en la situación por más que vaya a la cancha o aliente desde casa. Ni el resultado ni el desarrollo del partido depende de uno sino de los que salgan a la cancha. En otros eventos de la vida de esa persona sus decisiones sí alteran el devenir de las cosas".
Capacidad de anticipación
Muchas de las herramientas mencionadas están relacionadas con la previa. Pero ¿cómo manejar la ansiedad con el resultado del primero de los dos partidos ya puesto y el segundo y definitivo a jugarse recién en dos semanas?
En este sentido, otra herramienta posible de cara a la gran final entre Boca y River es imaginar el peor escenario para ir haciéndose a la idea, tener tiempo de procesar la derrota y ensayar mentalmente posibles respuestas a las –casi seguras– cargadas de los rivales . "El perder está asociado a la frustración. Es aceptar la supremacía del otro. Si una persona tiene baja tolerancia a la frustración, le va a doler más la derrota", vaticina Rubistein.
Y Guraieb agrega: "Si el equipo gana, el fanático se siente poderoso, triunfador. Y si pierde, se siente violentado, frustrado. Porque hay que decir que la pasión siempre tiene algo de goce y de sufrimiento al mismo tiempo".
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