Bobby Flores: “La permanencia da el dibujo final a la historia"
Cumplió 40 años de radio, una vocación que le nació muy de chico y que aún mantiene viva ahora al frente de Nacional Rock
A punto de cumplir 40 años con la radio, es uno de los paladines fundadores de la Rock & Pop (FM 106.3), cuando la legendaria emisora iniciaba sus trasmisiones allá por 1985. Por entonces, Bobby Flores tenía 23 años, ya había cumplido dos años de servicio militar, trabajaba como disc jockey y comenzaba a transitar un largo camino junto a la emisora que irrumpió en el dial para sacudir las formas acartonadas de hacer radio y convertirse en la FM más escuchada del país.
También fue director de los canales de música de Turner, HTV Latinoamérica y Much Music. Luego de su paso por Radio Kabul, desde hace tres años está al frente de Bit Box 93.3, radio por Internet donde conduce Flores Power (todas las mañanas, de 10 a 14) y Trance (jueves, a las 21).
En febrero asumió como director artístico de FM Nacional Rock, donde acaba de lanzar una nueva programación de fuerte impronta musical, con la conducción de músicos reconocidos como Anonio Birabent, Ivan Noble, Juanchi Baleiron, y Pipi Piazzola hasta Juanse; Gillespi, Lito Vitale, Hilda Lizarazu, el Zorrito Quintiero y Zeta Bossio, una tendencia que crece en todo el mundo.
“Soy un hombre que tengo el oído de los 10 años, la cabeza de los 20, la energía de los 30, los problemas de los 40 y los achaques de los 50. Esas son las mochilas que me cargo todas las mañanas”, asegura.
–Estás por cumplir 57, habrá que ir pensando en los 60…
–Estuve averiguando. Hablé con unos amigos que ya pasaron los 60 y me dijeron que llega el punto en que no te importa nada. Así que espero llegar a los 62 o 63 para hacer y decir lo que se me cante. Estoy esperando con ansiedad ese momento.
–Ya llevás siete meses de gestión al frente de FM Nacional Rock. ¿Con qué te encontraste al momento de asumir?
–Me encontré con un montón de gente muy talentosa y muy trabajadora, y después nada. Artísticamente: nada. Lo cual en un punto es bueno, porque la vara estaba un poco baja. Difícil es encarar un proyecto cuando la vara esta allá arriba. El objetivo es dejar esta radio con la vara más alta.
–¿Cuándo descubriste tu vocación por los discos?
–Siempre supe que me gustaban los discos. De chico tenía una guitarra, tenía un tocadiscos… y siempre preferí el tocadiscos. Yo no quería tocar como Santana. Yo quería tener todos los discos de Santana. Eso sí lo tuve claro de pibito.
–¿En algún momento también pensaste en estudiar psicología?
–Siempre tuve esa fascinación por la mente ajena. Como la de mi tío Licastro, que era un gran pensador, leía mucho, aunque nunca le conocimos un laburo.
–¿Hiciste terapia alguna vez?
–Sí, por muchos años hice diversas terapias orientales con un par de swamis que daban vueltas por el barrio chino. Los visitaba con asiduidad. Era un pendejo, un pensante ochentoso en búsqueda de nuevas formas de pensamiento, como tantos otros que integrábamos una suerte de resistencia intelectual después de la dictadura. Veníamos de esa época en que no podías hacer nada, así que en cuanto se abrió la puerta salimos corriendo a ver qué nos habíamos perdido, y había mucho.
–El año que viene cumplís 40 años haciendo radio. ¿Qué significa este medio para vos?
–La radio es parte de mi mente y de mi línea de pensamiento, hasta de la forma de encarar las cosas. Como el pibe que jugaba al fútbol y ahora es técnico. Todo va en dos campos con dos arcos. Yo entro a una radio y ya sé quién está laburando, quién es el capitán del equipo y quién se está haciendo el boludo. Lo tengo incorporado.
–Hiciste tu primer programa de radio con Luca Prodan. ¿Cómo lo conociste?
–Un pibe que se llamaba Robertito iba a ver Sumo a un boliche de Villa Devoto, ahí pegadito al barrio de Villa Ballester donde yo vivía. Por entonces yo trabajaba en radio Belgrano, y me acuerdo que se me acercó Luca, fuimos presentados cuando todo recién empezaba y dábamos vueltas todos por los mismos lugares. Un día lo encuentro cuando bajaba del tren en Retiro, el venía de Hurlingham y yo de Villa Ballester. Confluíamos ahí. Me lo llevé a la radio y después empezó a venir, sobre todo porque había un buen equipo para escuchar música al palo, algo poco habitual. Luca era bastante curioso, así que venía siempre, y un día faltó uno y lo reemplazamos. Luca se encargaba de dar recetas de cocina. Porque cocinaba muy bien. Entonces era gracioso un italiano, que daba recetas de cocina. Una pelotudez así, que duró dos o tres programas. Yo lo adoraba.
–Se fueron Luca, Miguel Abuelo, Moura, Pappo, Spinetta, Cerati. ¿Ves un recambio en el rock?
–Y… hay unos pibes bárbaros, pero ya no se valora tanto un hallazgo. Antes encontrar a Frank Zappa te cambiaba la vida. Ahora encontrás a quien querés con que te den el link, con lo cual es diferente tener esa envergadura, ese extra personal que te daba el ser parte de los que estábamos iniciados. Hoy todo está más fragmentado. Yo puedo entender que los chicos puedan consumir un cantante salido de Gran Hermano. Sé también que va a durar dos meses. La permanencia te da el dibujo final a la historia. Lo que construye el mito no es la popularidad, es la obra. Cuando Spinetta hacía Pescado Rabioso, éramos treinta los que íbamos a verlo. Y con el tiempo se convirtió en parte de nuestra historia. Pero los primeros años no era tan popular. Era más fácil consumir Sergio Denis que Pescado Rabioso. Dentro de unos años te digo cuál es el que va a trascender de hoy.
–Mientras tanto: ¿Qué banda te gusta de las nuevas?
–Me gusta mucho Barco; me gusta mucho Banda de Turistas, componen muy bien. Los Espíritus, que también componen bárbaro. Incluso afuera hay uno que se llama Max Jury, un pendejito americano de 20 años que hizo un disco que parece del hijo de Dylan. Pero… hay que ver cómo siguen.
–Para terminar: ¿Qué opinás sobre la despenalización del consumo de marihuana?
–Cuando yo era chiquito la marihuana era el diablo y ahora parece que cura el cáncer. Y yo todo lo que cura lo apoyo, sobre todo si no hay químicos en el medio. Penalizar hoy el consumo me parece del siglo pasado.
Whisky, la fiesta inolvidable
A la hora de elegir una bebida le gusta el buen whisky. “No puedo soportar un whisky medio berretón. A esta altura, mi estómago no soporta esas cosas. La verdad que si veo J&B me quedo tranquilo. Bebida que lleva J&B, salgo a tomarme los charcos”, bromea. Y añade: “Recuerdo un momento de mucha felicidad viendo La fiesta inolvidable tomando un whisky. Ese es mi momento feliz”.l
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