Blend de blancas: la tendencia refrescante que gana la mesa cotidiana
La hamburguesa humea en el plato junto a unas papas fritas con piel y un dip de mayonesa con un trazo suave de ajo y otro con mostaza a l’ancienne, un poco rústica y sobre todo ácida. En la misma foto, sin embargo, hay una copa de vino blanco empañada justo hasta donde llega el borde verde brillante del líquido. Esa podría ser una postal de este verano, a juzgar por los nuevos lanzamientos de en materia de vinos blancos.
Y no es una fantasía. Es mucho más que una realidad: así almorcé la semana pasada mientras se presentaba en sociedad el nuevo blanco de La Liga de Los Enólogos, El Regreso 2019, un blend de Semillón y Chenin. Lejos estoy de ser un adelantado, pero cuando hay una pequeña tendencia en danza, la olfateo con el mismo hambre que me despertó esa hamburguesa.
Tendencia: blend de blancas
Los corte de blancos no son nada nuevo en nuestro mercado. La novedad, si se quiere, es el estilo del vino y la propuesta de variedades. Así como El Regreso es un blend atípico en un mercado gobernado por el Chardonnay, los cortes de raíz están a la orden del día. DV Catena Histórico Semillón-Chenin 2018 presentado en noviembre pasado; Santa Julia Nacional, un Semillón-Torrontés 2020 lanzado a fines del año pasado; o Altos Las Hormigas Blanco, un corte de Chenin-Semillón 2020.
Lo curioso de estos cuatro vinos es que suponen una interpretación de otros blancos del pasado, cuando Semillón y Chenin le daban vida a vinos servidos en vaso de vidrio sobre el estaño de confiterías y pizzerías. De ahí, incluso, derivan algunos de sus nombres.
En cuanto al estilo del vino, eso es justamente lo que permite que una hamburguesa combine de maravillas. En las nuevas propuestas de blancos el efecto buscado es el de una aromática de intensidad moderada –contraria, por ejemplo, a los alcahuetes Sauvignon Blanco o Torrontés a secas– junto con una boca de paladar amplio y de buena frescura –contraria a la expresión de las mismas uvas, aunque parecida al Chardonnay–. Citando la expresión justa del enólogo Karim Mussi, “un chancho gordo que pese poco”. Para eso, justamente, sirven los cortes: para dar vida a vinos que están fuera de lo establecido.
Pero así como consiguen el modelo estilístico difícil de igualar con monovarietales, los cortes de blancas sin madera o con un ligero recuerdo de ella, resultan joviales y fáciles de paladar, sin resignar su condición gastronómica.
Los cortes más atractivos
A los mencionados, hay que sumarle otras variantes. Algunas sin lugar a dudas desafían las leyes de la historia, como sucede con Extremo Viejas Blancas 2019, elaborado en el Valle Calchaquí y que mezcla Riesling con Ugni Blanc, como si las regiones de Mosela y Cognac fuesen vecinas. Otras son exploraciones cuidadas en materia de sabor.
Entre estos últimos, por ejemplo, destaca Nieto Senetiner que embotella bajo el nombre de White Blend Collection 2018 un corte cuyo corazón es 2/3 de Sauvignon Blanc y Chardonnay, con el resto de Semillón y Viognier. Uno similar es Manos Negras Blend de Blancas 2019, donde 4/5 partes de Chardonnay se suman a Semillón y una pizca de Viognier en un blanco de hermosa frescura. Cierran esta trilogía Lagarde Proyecto Hermanas White Blend 2018, una mezcla de Chardonnay, Sauvignon Blanc y Semillón que afina como un violín.
Otro raro en este mundo es el corte de La Posta White Blend, que compone con las aromáticas Torrontés y Gewurztraminer un blanco fragante y exótico, de buen sabor, así como Bianchi White Blend 2020, que ajusta Chardonnay, Viognier y Moscato Bianco en un blanco jovial una pizca goloso.
Aunque el premio a la rareza blanca se lo llevan estos otros dos vinos: Gran Lurton Corte Friulano 2019, una particular y delicada mezcla de Tokay al 80% con Sauvignon Blanc, por un lado, y 45º Rugientes Corte de Blancas 2017, donde cohabitan 2/3 de Gewuztraminer con el resto de Pinot Gris y Chardonnay, por otro.
Lejos de ser los únicos, cada uno a su manera es un buen ejemplo de esta tendencia de mezclar blancas para conseguir nuevos y desafiantes sabores.
De hamburguesas a picadas
La combinación de frescura y aromas moderados le da a estos cortes de blancas buena cintura para maridar. El truco, en todo caso, es que sin ser dominantes marcan bien la cancha y los manteles. Algunos ejemplos ricos: una picada, en la que hay pickles y fiambres, con surtido de quesos, estos nuevos blancos de corte juegan bien. ¿Pizzas? Inmejorable con una muzzarella con albahaca o una fugazetta. Pescados a la parrilla, desde ya, aunque quizás queden apenas cortos con los mariscos más punzantes. Eso, sin entrar en una clásicas empanadas al horno o dejando de lado una crocante milanesa, tierna y con unas gotas de limón para perfumar.
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