Blanca Suárez, la actriz española que todas las revistas quieren en su portada
La voz de Blanca Suárez llega desde Madrid, aunque vía Nueva York, donde una plataforma conecta las llamadas de la actriz con la nacion revista. Imposible no asociar esta comunicación con las conexiones realizadas por las operadoras pelicortas de Las chicas del cable, la exitosa serie de Netflix que recientemente estrenó su segunda temporada. Blanca, una de sus protagonistas, atiende con voz suave, aterciopelada, muy parecida a la de Lidia Aguilar, el personaje más enigmático del grupo de telefonistas de los años 20 integrado por Marga (Nadia de Santiago), Carlota (Ana Fernández) y Ángeles (Maggie Civantos). Aunque, por cierto, distendida y alegre, un estado emocional que le es negado en la ficción, abocada de lleno al drama.
Este grupo de amigas regresó a escena más unido que nunca para cambiar las reglas en una sociedad opresiva y discriminatoria con las mujeres. Una temática que cumple casi un siglo –y que en parte no pierde vigencia–, a la que la audiencia femenina le dijo que sí y le garantizó la tercera temporada, que se estrenará este año. Con este protagónico, la actriz madrileña de 29 años, da un paso más en su carrera con proyección internacional. Si bien trabajó en films de Almodóvar y Alex de la Iglesia, todavía le sorprende ver su cara cada vez que enciende la plataforma de streaming. “Muchos lo tenemos en casa y te vienen títulos a la cabeza que tú admiras y todas esas maratones en casa –comenta–. Y enciendes tu cuenta y te ves a ti mismo ahí. Es un poco raro, y a la vez muy bonito y emocionante formar parte de esta familia. Fue una suerte tremenda que, de repente, una nave espacial como Netflix aterrizara en España y quiera producir una serie íntegramente hecha aquí. Es muy importante para nuestra industria, para todos los que trabajamos en ella. Por supuesto también es mucho el orgullo porque venían buscando algo que querían hacer, un producto muy concreto que sabían que lo sabemos hacer muy bien”.
¿Cómo fue el proceso de encarnar a una mujer de los años 20?
Ante todo, con mucho respeto hacia la mujer en general. Es verdad que cuando se presenta un reto así contamos con una visión de la vida y de la situación propia del siglo en el que vivimos. No de hace cien años. Entonces hay que hacer un trabajo de desaprender cosas, tanto sociales como culturales. Ir a la raíz de todo lo que estamos viviendo, a algo muy intuitivo, de mucha lucha, muy energético, porque este grupo de mujeres maneja una energía muy fuerte por el cambio, por avanzar y seguir subiendo escalones.
¿Cuáles son los aspectos que más te atraen de tu personaje?
Cuando se me presentó la oportunidad de estar dentro de esta serie me gustó muchísimo la doble cara de Lidia. Me gustó mucho al principio, cuando se trataba de esta doble vida; más que doble vida, este pasado que la perseguía y la persigue durante toda la serie. Y cómo una persona es capaz de enfrentar y gestionar esa situación y crear una vida nueva. Y desde luego, en esta segunda temporada mi personaje hace un trabajo de aceptación muy grande con su pasado, con lo que siente, consigue focalizar en el presente y construir una Lidia nueva que incluso empieza a perder el miedo a decir que quiere a las personas. Algo que tiempo atrás hubiese sido para ella absolutamente imposible.
¿Cuáles son los personajes que más te han gustado en cuanto a su evolución en la segunda temporada?
El mío me gusta mucho. También, el giro que da el personaje de Maggie Civantos (Ángeles en la ficción). Es un momento de liberación, de mirar la vida con otros ojos, cuando se quita un peso de encima, eso que todos los días al levantarte te hace ver la vida de color gris. Y me gustó mucho el personaje de Ana Polvorosa, Sara, todo lo que le pasa con su confusión a nivel de identidad sexual. Me parece un tema muy interesante a tratar en una ficción.
SER INFLUENCER
En 10 años de carrera, Blanca Suárez también logró convertirse en todo un ícono de la moda. Es la chica de tapa que toda revista española quiere tener. Fue portada de Vogue España, Glamour, In Style, GQ, S Moda, Yo Dona, incluido un desnudo en la revista Women’s Health. En su última portada (de InStyle), que puede verse en su Instagram @blanca_suarez, posa abrazada a su eterno compañero de elenco, Yon González, celebrando sus diez años de amistad. Su pareja en la actualidad es el actor Joel Bosqued. La actriz es muy activa en las redes sociales y es una gran influencer. Fue imagen de varias marcas, como las de lencería Women’s Secret e Intimissimi, la de belleza L’Oréal, la joyería española Tous. Desde 2014 hasta 2017, escribió un blog en Vogue España, donde compartía su vida cotidiana, su mirada de la moda, inspiraciones y estilismos, con una producción fotográfica acompañada de grandes marcas. Y no hay blog de tendencia que no hable de su último vestido, sus zapatos o color de cabello.
Dueña una mirada muy expresiva y una belleza indiscutible (hizo de la Bella, en La Bella y la Bestia, en una coproducción italiana-española), comenzó su carrera con la película Eskalofrío, de Isidro Ortiz, pero saltó a la fama con una novela del canal Antena 3, El internado, donde se puede ver también a los dos actores entre los que se debate su corazón en Las chicas del cable, Yon González (Francisco Gómez) y Martiño Rivas (Carlos Cifuentes). Los directores españoles encuentran muy buena química entre la dupla Blanca Suárez y Yon González, ya que fueron varias veces pareja en la ficción: en la serie de Netflix, en El internado y en la película Perdiendo el Norte (2015), una comedia sobre españoles muy calificados que están desempleados y viajan a Alemania en busca de un futuro mejor, donde también forma parte del elenco Ursula Corberó, la novia actriz del Chino Darín.
Junto a Pedro Almodóvar, Blanca dio prueba de su gran versatilidad; el director la convocó para el perturbador film La piel que habito (2011), en la interpretó a Norma, la hija del Dr. Ledgard (Antonio Banderas), que padecía trastornos psiquiátricos. Por ese papel fue nominada a Mejor actriz revelación en los Premios Goya. En 2012, Blanca repitió con Almodóvar: fue Ruth en Los amantes pasajeros, la ex novia de uno de los personajes en vuelo.
Fue 2016 un gran año para Suárez, ya que la ficharon entonces para Las chicas del cable y se lució en la película dirigida por Alex de la Iglesia, El bar. Allí –otro de los experimentos sociológicos del director en el que lleva a los personajes a situaciones límite infundiendo miedo–, la actriz se pone en la piel de una chica bien, del barrio madrileño Salamanca, que va perdiendo mucho más que la paciencia entre un grupo atrapado en una cafetería. Mucho más que una promesa, Suárez demostró que hoy tiene todas las cualidades que requiere una actriz para ser una estrella internacional. Las chicas del cable abrió además esa puerta al mundo que sólo las series logran en esta era, y lo hizo con una historia de mujeres muy sólida.
La unión entre las amigas impulsa toda la segunda temporada. ¿Creés que ése es el gran motor de la historia?
Es uno de los motores. Esta serie tiene varios. A lo largo de la vida, todos necesitamos apoyarnos y crear una familia. Si tenemos suerte con la familia que nos toca, nos apoyamos en nuestra familia de nacimiento, pero a medida que pasa el tiempo vas creando una familia elegida, amigos, y gente que encuentras en el camino y en la que te apoyas. Estas chicas son el apoyo unas de otras, a lo largo de la vida. Uno de los motores más fuertes es el amor. Los sentimientos. Es un punto de salida muy importante en las cosas que ocurren en la serie.
La búsqueda de la libertad, de tomar las riendas de la vida propia, de definirse como individuos, tejen la trama. ¿A partir de qué momento en tu vida has sentido ansias de libertad? ¿Siempre te sentiste libre?
He tenido la suerte de serlo. Me he criado en un ambiente muy libre, mi familia siempre lo ha sido, tengo la suerte que desde pequeña me han enseñado cosas que las recuerdo más que como una enseñanza, como una forma de ver la vida. Me he movido siempre en un ambiente muy libre, muy relajado, muy respetuoso hacia todo el mundo.
A raíz del personaje, ¿te sientes feminista? ¿O más feminista si es que ya lo eras?
A partir de la serie, aprendes cosas sobre este camino, porque mujeres como las de Las chicas del cable iniciaron el camino hasta nuestros días de mayor igualdad hacia todo lo que está al alcance de la mujer, a nivel profesional, a nivel independencia. El germen estuvo en chicas como ellas. Hay cosas que he vivido por suerte desde que nací, de la forma más normal y habitual. Esto es así y no me planteo si las cosas podrían ser de otra forma. No veo otra opción que la igualdad.
¿En qué se sientes identificada con Lidia?
Más que identificada, el personaje y las vivencias que tiene me han enseñado cosas para mi vida. De repente, ella, a lo largo de estas dos temporadas, cae en la cuenta de muchas cosas e intenta cambiar su carácter hacia un lugar que me ha enseñado mucho. Ella se sincera, ella lucha por lo que quiere, dice a las personas que ama que las ama, su corazón se rinde a ser feliz, pero también a llorar, y eso es algo importante. En la primera temporada tiene mucho miedo a sentir, miedo a que le hicieran daño –porque le han hecho mucho daño– y se vuelve una persona insensible, solitaria, que se mueve para conseguir cosas y sobrevivir. Cuando conoce a sus amigas, se da cuenta de que es precioso dejar que ocupen tu corazón cosas bonitas: amistades, parejas, y que pasen cosas a nivel sentimental. Creo que es un aprendizaje que yo, como Blanca, me lo llevo a mi propia vida.