Bjarke Ingels: "Ustedes tienen el asado, nosotros los muebles"
Con sólo 43 años, este arquitecto danés es el más solicitado del mundo y ha creado obras extraordinarias de alto impacto social
Apenas empieza la entrevista, el danés Bjarke Ingels recuerda que estuvo hace 12 años en Buenos Aires. "Cambió mucho, hay mucha arquitectura nórdica. Cool", dice, mientras se prepara para enfrentar una de las varias entrevistas pautadas con los medios. No sólo la ciudad cambió desde que Ingels caminó por aquí por primera vez, en 2005. Él mismo ha experimentado una metamorfosis extraordinaria en la última década: pasó de ser un joven arquitecto con futuro a un joven arquitecto consagrado con apenas 43 años. Un verdadero startitech que, además de sus increíbles obras -entre las que están The Eight House, un edificio de departamentos y oficinas que tiene el aspecto de un 8 tridimensional, en Copenhague; un bloque de departamentos con balcones puntiagudos también en su país natal, o una torre en forma de pirámide en Manhattan, donde también puso un pie con otro proyecto revolucionario en el Ground Zero-, participó de películas, documentales y hasta se hizo tiempo para escribir un par de libros. Durante su brevísima visita para participar, el lunes pasado, de la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires en la Usina del Arte -donde, claramente, fue la estrella principal-, el director del estudio Bjarke Ingels Group (BIG) habló de su pasión por la arquitectura, profesión que abrazó tras el sueño frustrado de dibujar historietas.
-La gente te conoce como el arquitecto más creativo del mundo... ¿Significa una presión tener que ofrecer siempre algo distinto?
-No sé si es verdad, yo lo tomo como un cumpl ido, ojalá sea así. Siempre que empezamos un proyecto tratamos de ofrecer algo fuera de lo común. Cuando nos llega un trabajo lo primero que tratamos de hacer es ver si el mundo ha cambiado un poco. Si hay algo que está cambiando en la sociedad, probablemente nos dará nuevas posibilidades, pero también nuevos desafíos o problemas por resolver. Una vez que reconocés ese cambio, tenés la oportunidad de darle forma al futuro. No se trata de hacer algo distinto siempre. La clave es identificar si algo está cambiando y lo tomamos para tratar de ser empáticos con esos cambios. La realidad es excitante, y si mirás cuidadosamente seguro vas a identificar algo para tu próximo proyecto.
-Además de tus obras, llama la atención tu alto perfil. ¿Cómo te llevás con eso de ser una estrella de la arquitectura?
-Realmente no exageraría con eso de que soy famoso o con mi nivel de notoriedad. Pero para mi sobrino soy una especie de superhéroe [risas]. Me gusta ser un referente de lo que un arquitecto puede hacer en la sociedad. Por eso me gusta comunicar mi trabajo. Si eso inspira a más gente, o niños, estoy feliz.
-Hay en este momento una especie de boom por todo lo que viene de los países nórdicos. ¿A qué lo atribuís?
-No sólo en diseño, en gastronomía también. Creo que estos "renacimientos" son generados a partir de ciertas personas que emanan creatividad y energía. Dinamarca es el país más igualitario del mundo, para mí no es coincidencia que un ingeniero danés haya creado el termostato, el mecanismo que permite, cuando algo se pone muy caliente, enfriarlo y al revés. En la sociedad pasa lo mismo: si alguien se está volviendo muy rico, o muy pobre, el sistema se esfuerza en volver todo al punto de equilibrio. Hay una igualdad extrema, y tratamos de usar eso como una fuerza impulsora para hacer algo extraordinario.
-El famoso hygge, el secreto de la felicidad danesa, ¿es un mito o una realidad?
Hygge significa cozy [acogedor]. No sé por qué los nórdicos están tan obsesionados con ese concepto. Es cierto que cuando el invierno es largo, frío o muy oscuro, tu casa toma más importancia porque no podés estar en la calle. Eso hace que haya tanto interés por los muebles, por ejemplo. Los daneses somos capaces de reconocer o diferenciar a diseñadores, tal como ustedes pueden diferenciar distintos cortes de carne. Ustedes tienen el asado, nosotros los muebles [risas].
-¿Se puede contribuir a la felicidad de una sociedad a través de la arquitectura?
-La arquitectura es el arte y la ciencia de crear el marco de la vida que querés vivir. No es el objetivo, es el significado. Hace un tiempo dos realizadores -uno francés y otro italiano- se mudaron un mes a la Eight House e hicieron 21 cortos sobre su experiencia ahí. Además de ser la película más entretenida de arquitectura que vi, muestra claramente el impacto social que tiene dentro de una comunidad. Hay un policía que está muy enojado por la cantidad de gente que va a ver el edificio y dice que está estresado y se tiene que mudar. Y hay otros que están realmente felices de vivir allí. Un jubilado creó el Eight Help y ofrece su ayuda a cualquiera del edificio que tenga un problema sin cobrarle nada, o tal vez una cerveza o una copa de vino. Está claro que la arquitectura fue la que creó esa atmósfera tan particular porque te lleva a estar en contacto con tus vecinos. Tiene ese potencial de crear o heredar significados.
-¿Funcionalidad o estética?
-Es como tener que elegir entre inteligencia o belleza en una mujer. Para mí, la arquitectura es la habilidad de crear algo extraordinario de algo ordinario. Yo creo que la verdadera belleza viene de la personalidad, del carácter. Eso en general lo encontrás en los cimientos de un edificio, ahí creo que está esa personalidad que no se ve en la superficie. Y si hacés más funcional algo que ya lo es, creo que puede forjar un carácter hermoso.
-¿De qué obra te sentís especialmente orgulloso?
-Nunca hay que preguntarle a una madre qué hijo prefiere más [risas]. Yo creo que todos nuestros proyectos lograron distintas cosas. No se puede innovar en cada aspecto de un edificio, porque si no el edificio no se construiría nunca. Hay que elegir. Tal vez elegiría la Eight House porque fue construida en medio del colapso financiero global de 2008. Terminarla fue un milagro, tuvimos que recortar en todo. Es casi arquitectura pobre, pero eso la hace más especial. De alguna manera creó algo diferente. Voy cada tres meses y la atmósfera es increíble por la manera en que la gente se conectó con el lugar y entre sí. Y también está la Lego House, que inauguramos hace dos semanas. Está perfectamente construida, no pude encontrar ningún error.
-En la película sobre tu estudio de arquitectura, BIG Time, decís que lo mejor de ser arquitecto es hacer edificios. ¿Qué es lo peor?
-Para hacer un edificio tenés que tener miles de sí. Basta que alguien diga no y el edificio no se hace. Un proyecto en el que estuviste trabajando meses puede morir y de distintas causas y ninguna tiene que ver con vos. Eso, creo, es lo peor.ß
En esto, mejor no innovar
- Sin dudas, Bjarke Ingels es un innovador nato en todo lo que emprende en la vida. Sin embargo, a la hora de elegir su bebida preferida, opta por un clásico que nunca pasa de moda: el Negroni. "Tiene un lindo color", dice el danés, que demostró que a la hora de disfrutar de un trago lo mejor es no innovar demasiado.
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