¿Qué dirías si te dijeran que es posible hackear nuestra mentalidad y biología? Pensarías que es materia de ciencia ficción. Sin embargo, un rato de charla con Melina Vicario, autoproclamada Biohacker -así se llama en las redes donde tiene varios miles de seguidores-, puede hacerte cambiar de idea. Al punto de que algunas de estas técnicas y recursos ya se están utilizando en el mundo para trabajar con personas que tienen fobias, ansiedad y otros trastornos mentales para reprogramar sus cabezas.
Según la definición oficial, el biohacking es el uso de ciencia, tecnología y Yo cuantificado (movimiento Quantified Self) para optimizar nuestra biología de manera veloz y medible de acuerdo a la bioindividualidad de cada uno. Se parte de la base de que lo que no se puede medir, no se puede hackear, motivo por el cual los biohackers se dedican mediante apps y dispositivos a cuantificar la mayor cantidad de cosas posibles. Sin ir más lejos, el publicitado anillo que usa Manu Ginóbili (Oura Ring), es un dispositivo para medir diversas variables vitales en la persona, y que sirve, por ejemplo, para controlar y mejorar los patrones de sueño.
Dave Asprey, un tecnólogo y emprendedor que para los 26 ya era millonario, es uno de los creadores del modelo de biohacking. Después de una temporada de sentirse deprimido, poco vital, irritable e inflamado, buscó optimizar su cuerpo y mente. Viajó, estudió, invirtió y creó su propia empresa, Bulletproof, desde donde comercializa el famoso Bulletproof Coffee, que es una bebida que estimula la mente.
La premisa subyacente al
Si bien el biohacking no es una ciencia, funciona bajo preceptos científicos. La premisa subyacente es que si se puede hackear un programa o una computadora, también podemos hackear nuestra biología. ¿Cómo? Existen toda una serie de hacks, algunos caseros y totalmente gratuitos, y otros más costosos.
De Shenzhen a Standford
Melina Vicario estudió PNL en Estados Unidos con el padre de la disciplina, Richard Bangler, quien investiga y enseña este enfoque desde hace más de dos décadas. Además, está formada en Neurociencia en la Universidad de Standford, y es una de las pocas especialistas locales en el tema. "Partimos de la base de que si cambia lo que pienso, cambia lo que siento y lo que puedo hacer. Yo igual separo el biohacking (un proceso de optimización de la biología) y lo que es optimización de la mentalidad, si bien el trabajo con la mentalidad entra dentro del biohacking como corriente", explica Vicario que poco podía anticipar que luego de una experiencia laboral como capacitadora intercultural de más de un año en Shenzhen, el Sillicon Valley de China, los caminos de la vida la llevarían a donde está, como cara visible de esta tendencia.
A su vuelta al país y luego de una crisis familiar y personal ("Estaba muy triste y empecé a buscar cómo solucionarlo"), Vicario probó de todo. Terapia tradicional, técnicas alternativas, y nada. Hasta que un día llegó por recomendación a manos de un profesional que trabaja con programación neurolinguística (PNL), hipnosis e ingeniería del diseño humano. Viendo las mejoras en muy poco tiempo y fascinada con el abordaje, decidió formarse.
"Quiero ser muy clara, lo que yo ofrezco es un abordaje y a quien le esté funcionando lo que estaba haciendo me parece genial. Ahora, para quien no está encontrando una solución en el enfoque tradicional, esta es otra opción. Nacemos con esta máquina superpoderosa (el cerebro) y nadie nos enseña cómo usarla, cómo pensar todos días, cómo quitar un pensamiento negativo, cómo instalar uno positivo. Yo había tomado clases de PNL en mi maestría, pero esto era totalmente diferente", relata Melina.
Bienvenidos al nuevo mundo del biohacking
La aventura de Vicario no termina ahí. Luego de ingresar en un programa de neurociencias en la prestigiosa Standford, y tras un segundo quiebre en su vida luego de una gran decepción con los enfoques académicos donde veía un gran gap entre la teoría y la práctica, conoció a una comunidad de biohackers locales. "Nunca hice tantas sesiones de pasillo de PNL como en Stanford. Me encontraba gente llorando y les aplicaba algunas de las técnicas. Me sorprendió el nivel de malestar y depresión ahí". En simultáneo Vicario, que ya había trabajado con CEOs y personas en puestos de alto rendimiento en la, notó un intrigante denominador en común: todos ellos utilizaban algún tipo de biohack para sentirse mejor.
"Durante mi estadía en Standford conocí a la tribu del biohacking, una gran comunidad internacional de personas positivas que buscan resultados prácticos, que no se guían por el mainstream, y donde tenés acceso a nuevos descubrimiento científicos democratizados ya que los resultados de las experiencias y pruebas se comparten en las redes".
Nacemos con esta máquina superpoderosa (el cerebro) y nadie nos enseña cómo usarla, cómo pensar todos días, cómo quitar un pensamiento negativo, cómo instalar uno positivo.
Lo interesante de la estrategia biohacker es que le permite cierta autogestión al individuo, además de acercar la práctica al uso cotidiano sin tener que ser un multimillonario o un monje tibetano. Una técnica más económica que el neurofeedback -uno de los enfoques más usados y al que se sometió esta cronista-, que según Vicario en algún momento será más masivo, es el entrenamiento de la variabilidad cardíaca (VC). Se puede hacer con un dispositivo que sale 200 U$D, se conecta con la mano y al celular, y permite medir la coherencia entre respiración y ritmo cardíaco.
"En una persona saludable, que vive en contacto con la naturaleza, que duerme y come bien, la variabilidad cardíaca está sinusoidal y coordinada. Una persona estresada, tensa, nerviosa, pensando cosas negativas, que duerme mal, que come cosas inflamatorias, tiene la VC baja".
¿Qué más? También existen lentes para contrarrestar el exceso de luz azul (artificial) al que estamos expuestos, suplementos para potenciar la mente, apps para medir patrones de sueño, sedentarismo, nutrición, etc. En algunos países existen incluso centros con equipos para realizar neurofeedback por hora, cámaras crio e intravenosas de nutrientes (se usan mucho post jet lag o resaca como en la serie Billions). Todas opciones que sirven para los que vivimos en la urbe. Al final del día, usamos tecnología para hackear los problemas que generamos tanto con nuestra mente como con la propia tecnología moderna.
Hacks gratuitos
- Pantallas. Mirar el amanecer o la luz natural antes de que las pantallas con luz azul para que la primera info que reciba tu cuerpo sea la natural (para la que fue creada). Hacerlo preferentemente sin vidrio de por medio y con la mayor parte del cuerpo descubierto
- Exposición natural. Pisar el pasto, la tierra, la arena, estar en contacto con la naturaleza (al menos 2 horas por semana)
- Sueño. Como nuestra piel es fotosensible tratar de dormir a oscuras. Se pueden tapar las luces artificiales con stickers rojos o bloquear con cinta negra
- Crioterapia facial. Llenar una palangana con agua y hielos y sumergir el rostro hasta el cuello por unos segundos. Mejora la concentración, la calidad del sueño y desinflama. También se puede reemplazar por una ducha fría.
- Ondas. Desconectar el wifi o poner el modo avión para bloquear los campos electromagnéticos. Se puede usar una funda especial.
- Respiración. Fomentar la respiración nasal. Se pueda colocar una cinta microporos en la boca al dormir.
Hacks Pagos
- Pastillas QUALIA Neutropic. Son de venta libre y salen entre 200 y 300 USD. Ayudan a la creación de acetil colina y son potenciadores mentales naturales. También podés hacerte tu propio neutropic con yema de huevo de pastura, café de origen single y té verde, e ingerir grasas saludables como aceite de coco o palta
- Anteojos amarillos bloqueadores de luz artificial.
- Anteojos rojos para ver TV
- Smart Ring
- Relojes para medir la VC
En primera persona: Afinar la mente
El neurofeedback es una de las técnicas más costosas pero más representativas del biohacking. Por eso una cronista freelance como yo puede darse el lujo de acostarse en una camilla durante una hora para medir su actividad cerebral, si luego escribe sobre eso. El neurofeedback funciona con el llamado condicionamiento operante (te recompensa cuando vas bien, te avisa cuando no), y consiste en conectarse sensores que miden tus ondas cerebrales y que mediante estímulos sonoros (música a través de auriculares), ayuda al cerebro a balancearse. ¿Qué significa esto? Que en la cabeza tenemos una sinfonía que a veces suena totalmente desafinada, y por eso estamos estresados, nos sentimos decaídos o somos poco creativos. Lo impresionante, aparte de ver el contenido de tu cabeza volcado en una pantalla, es que a diferencia de la meditación u otras técnicas con la tecnología es más fácil ver en tiempo real qué está sucediendo en el cerebro y autoeducarse.
"Es un enfoque práctico apto para la ciudad, porque una persona que vive en la naturaleza y se pone a meditar sin distracciones ni los problemas de la vida cotidiana puede lograrlo a largo plazo", me explica Vicario. Y yo le creo, porque sinceramente luego de un rato me siento completamente relajada, con la mente despejada y hasta contenta.