Maivan Vignau y Lucio Szteinhendler no se imaginaban ni por asomo cómo iba a terminar una idea simple, más relacionada inicialmente con la supervivencia que con la puesta en marcha de un proyecto exitoso. Como los dos vivían solos, decidieron pasar juntos la cuarentena para no aburrirse. Recién empezaba un proceso que –nadie lo sospechaba por entonces– se iba a alargar demasiado. Maivan se mudó a la casa de Lucio y ahí nació el germen de una experiencia sorprendente que ahora reúne a muchísima gente cada semana alrededor de algo que se llama Bingo Pandemia y que resulta difícil de definir con exactitud. "Es una mezcla, una experiencia lúdica, teatral y participativa. Tiene cosas de la televisión y de la radio. Incluso nos dejan mensajes pidiéndonos que pasemos una canción, como si fuéramos un programa de FM. Lo más importante, más allá de las definiciones, es que creamos un espacio para jugar, para que cada uno pueda encontrar el niño que lleva dentro", cuenta Lucio.
Primero, la difusión fue de boca en boca, pero cuando la dupla abrió una cuenta de Instagram (@bingopandemia) la cantidad de participantes aumentó exponencialmente. Tanto que hubo que abrir también una página web (www.bingopandemia.com) para que los interesados se inscriban y elijan los cartones. A cada persona o grupo familiar que se inscribe le llega un mail con los datos de la fecha en la que se anotó para jugar y, obviamente, los cartones digitales. Y, un día antes, se suma una consigna en Instagram para que cada encuentro tenga un carácter temático: hubo noches hippies, de videojuegos, de astrología... Se arma dos veces por semana, y desde noviembre, la base de operaciones será otra: el teatro Timbre 4, que vio el potencial de Bingo Pandemia y pondrá espacio y equipamiento para transmisiones en vivo los viernes a las 21, el día de la Trivia Pandemia Show y los sábados a las 22, el del original Bingo Pandemia, nacido a partir de un bolillero abandonado en la casa de los padres de uno de los organizadores de este fenómeno tan singular surgido justamente en esta época inusual que nos toca vivir.
Maivan Vignau es educador, músico y egresado de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA. Lucio Szteinhendler, por su parte, trabaja habitualmente en producción de teatro, música y eventos. Juntos consiguieron sacar aceite de las piedras: en un momento en el que toda la industria del entretenimiento se plantea cómo afrontar la crisis mundial provocada por el covid, ellos inventaron con recursos escasos algo que funciona muy bien. "Cuando empezamos dijimos: «No te curamos, pero por lo menos matamos el aburrimiento»", recuerda Maivan. "Yo creo que en una época tan complicada como esta, el juego, el encuentro con el otro y la idea de compartir son un alivio para mucha gente. Eso es lo que determinó el éxito de esta experiencia. Los que participan pueden desarrollar su inventiva, nos reímos juntos, nos olvidamos por un rato de los problemas y, además, te podés llevar un premio. Para nosotros, el error no es un defecto, sino un punto de partida. Acá, no hay limitaciones para sumarte y pasar un rato agradable. Eso hoy se valora mucho".
Bingo Pandemia lleva ya 50 emisiones, se entregaron 30.000 cartones para jugar y son cerca de 2000 las personas que participan semanalmente de la experiencia, ingresando a través de la página web. "Los que hacen que esto tenga sentido son los participantes", apunta Lucio. "Es una propuesta de encuentro gratuita y destinada a arrancarle a la gente un sonrisa. Hubo personas que se sumaron desde diferentes provincias de la Argentina, y también desde Canadá, Estados Unidos, Colombia, Chile y Brasil. Hasta hubo familiares que no se veían hace mucho y se reencontraron gracias a Bingo Pandemia. Tarea cumplida".