Binge watching o un buen atracón de series
NUEVA YORK.- Llegó el Spring Break. Son las vacaciones de primavera que la MTV hizo famosas con sus especiales sobre las masas de estudiantes universitarios del helado nordeste de Estados Unidos que descienden a la Florida con actividades bien definidas. Básicamente, se trata de tomar cerveza tibia las 24 horas, con las chicas participando en campeonatos de camisetas mojadas, los muchachos pasando de balcón en balcón en los hoteles, y el largo sopor etílico al borde de las piletas que une a todos hasta hacerles cambiar la palidez de Minnesota o Montana por el vibrante colorado de un camarón o langosta.
Para los que, en cambio, se quedan en casa el programa de moda es binge watching.
El término se volvió tan popular que fue candidato a "palabra del año" por el Oxford English Dictionary, y sólo lo derrotó la imparable selfie. Se trata, literalmente, de darse un atracón de tevé por horas o incluso días. Pero no vale ver telenovelas o hacer zapping , sino (gentileza de servicios como Netflix que lo permiten a un costo moderado) ver series de culto completas, como Breaking Bad o la flamante House Of Cards .
No es llamativo que los jóvenes se enganchen con este tipo de pasatiempo, menos en las vacaciones y con las neuronas agotadas. Pero sí es bastante inesperado que los críticos culturales más venerables, que uno imaginaría escépticos respecto a las bondades de horas y horas frente a la "caja boba", estén resultando sus principales fans. Hasta Emily Nussbaum del New Yorker escribió que el binge watching "posiblemente sea la forma más pura de ver una gran serie".
Y quizás un efecto inmediato sea que, a diferencia de la cierta vergüenza con la que uno hacía el post mórtem del fin de semana en la oficina confesando que se había pasado la mayor parte del tiempo encerrado comiendo pizza fría frente a la pantalla, decir que se hizo binge watching como los estudiantes trae cierto prestigio social. Para algunos, es la vuelta a la inmersión total en la ficción de las épicas doradas de las grandes salas de cine. Otros incluso dicen que tiene efectos restaurativos sobre la psiquis. Lo ven como una forma estratégica de recuperar el dominio del propio tiempo y la capacidad de atención. Casi como una protesta contra la interrupción constante que trae la tecnología, aunque, obviamente, la tele tenga un cable.
Otras voces dentro del debate no están tan seguras. Consideran que la buena televisión fue hecha para saborear a los capítulos por separado y disfrutar de la anticipación que van dejando los enigmas abiertos. Es un poco la discusión respecto a las novelas como David Copperfield que originariamente se daban en forma seriada y no como libro entero, sólo que a la enésima potencia como corresponde al siglo XXI.
Y también están quienes, a pesar de que planear un binge watching con anticipación para las vacaciones no suene patético, siguen fantaseando con que tienen 20 años y que podrían irse a algún hotel con amigotes como en las películas de adolescentes. Pero la realidad es que la tecnología también trajo la posibilidad de que cualquiera cuelgue en Internet fotos comprometedoras propias o ajenas que pueden afectar estudios o trabajos futuros. Todos los medios coinciden en señalar cuánto más moderados están los Spring Breaks en la era del Twitter. Para los que se van a quedar practicando binge watching , cualquiera que sea su edad, quizá sea un premio consuelo.
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