Bill Gates: "El mundo se está haciendo mucho más equitativo"
Fundó Microsoft, popularizó la informática y desde hace cuatro años se dedica día y noche a la filantropía. La importancia de ayudar a los países más pobres, los impuestos a los ricos y la vacuna contra el sida, según el segundo hombre más rico del planeta
Preparar una entrevista con Bill Gates es una de las tareas más estimulantes que puede abordar un periodista. Obliga a romper los habituales compartimentos estancos y a saber de millonarios, de Microsoft, de impuestos, de Gobiernos y de recesión, pero también de polio, de malaria y de buscadores de Internet. La segunda persona más rica del mundo 2012, según Forbes (perdió el podio a manos del empresario en telecomunicaciones mexicano Carlos Slim, tras las cuantiosas donaciones que dirige con criterios de eficiencia empresarial), el hombre que más impactó en nuestras vidas al hacer posible la revolución de la computadora personal, preside la Fundación que lleva su nombre, con 33.000 millones de dólares puestos de su propio bolsillo, y pide a la comunidad internacional que mantenga el nivel de ayuda a los países más pobres, a pesar de las crisis.
–¿Usted teme un gran paso atrás en este terreno?
–La generosidad continúa en general en alza y eso marca una gran diferencia, porque significa más vacunas para más niños, menos gente muriendo y nuevas semillas, pero aún hay mil millones de personas viviendo en tales condiciones de dureza que, si las tuviéramos cerca, no podríamos más que ayudarlas. El gran desafío es que esos pobres no queden olvidados por las dificultades financieras. El dinero que les permite vivir es menos del 1% de nuestros presupuestos. Y el peligro es que sea recortado aún más que otras partidas. Eso supone literalmente menos vacunas, menos semillas o menos medicinas contra el sida, y todo ello para equilibrar el presupuesto de los países más ricos. Para que el dinero sea destinado adecuadamente y tenga un impacto real en la gente debe ir a aquellos que más lo necesitan. Debemos asegurarnos de que vaya a los países pobres, donde puede tener un efecto contundente, y no a los de ingresos medios. Hay mucho que hacer para que la gente se sienta reconocida por la ayuda que concede, que sepan lo importante que es mantenerla.
–Habla de los países más necesitados. ¿Considera que América latina no debería ser el objetivo prioritario?
–Cuando ayudas a países como Perú, un país de ingresos medios, con 10.000 dólares de renta per cápita, mientras hay niños muriendo de malaria y gente que no consigue medicinas para el sida, el resultado es bastante diferente. Entonces debes preguntarte por qué lo ayudas. Lo importante es que todas las vidas tienen igual valor y que podemos cambiar muchas más cosas en países pobres que cuando ayudas a un país como Perú, con ingresos medios, que tiene sus recursos que explotar y que podría ser tan rico como un país europeo. Marruecos tiene minerales y mucho dinero si lo comparas con Chad, Mozambique, Sudán o Etiopía. Lo que puedes conseguir es muy diferente. Históricamente la ayuda estaba mezclada con la amistad. Estados Unidos ayudaba a países que podían malgastarla, pero si era un amigo no había problema. Afortunadamente con el fin de la Guerra Fría ese tipo de ayuda se acabó y ahora se puede decir que cada dólar que gastamos tiene un impacto humanitario.
–Hay un debate sobre la efectividad de la ayuda. ¿Cómo se gasta mejor este dinero?
–Si tomas un país que tiene grandes necesidades críticas en salud, agua, agricultura y medicinas, puedes tener un impacto muy radical haciendo llegar las vacunas a los niños, las medicinas contra el sida a los adultos, las redes antimosquito o enseñando a los granjeros a usar unas semillas nuevas que van a funcionar incluso cuando hay sequía para ser así más productivo. Me siento muy satisfecho con los resultados de los miles de millones que he puesto en todo esto. Yo puedo visitar estos lugares, contratar a los mejores científicos y veo los resultados. Sí, estamos mejorando la vida en estos países muy rápidamente, y si los ciudadanos y los políticos pudieran viajar y comprobar lo que está pasando en Chad, Kenia y Tanzania, verían que son lugares donde las cosas han cambiado mucho, donde han descendido las muertes por malaria de forma espectacular, y donde los padres no mueren de sida dejando huérfanos y más inestabilidad. Esta es una historia muy positiva y no se puede hacer ayudando a países de ingresos medios, pero sí a los que más lo necesitan.
–¿Cuándo cree que podremos ver la vacuna contra el sida?
–Ese campo de la investigación científica tiene grandes problemas de financiación. Esperamos tener una vacuna contra la malaria dentro de unos años. Una vacuna contra el sida va a tardar entre seis y diez años en llegar, nuestra Fundación es un gran patrocinador.
–¿Es el impuesto a las transacciones financieras una solución para obtener fondos para ayuda al desarrollo?
–Está claro que algún tipo de impuesto sobre las transacciones financieras podría ayudar en parte a bajar los déficits, y si una parte fuera dedicado a mantener el apoyo a los más pobres, eso sería algo de agradecer. Hay un tipo de impuesto sobre las transacciones financieras, que en el Reino Unido llaman de otra forma, el Settlement Tax, que grava fuertemente la compraventa de acciones. Así que hay muchas posibilidades, pero lo que no quieres hacer es distorsionar excesivamente el mercado. Y una vez puestas las tasas la pregunta es: ¿a qué destinar este dinero? Son fondos gubernamentales. Se puede usar para pagar la deuda, estimular la economía doméstica o para mantener ese 1% que impide que la gente muera porque has dejado de comprarles una red antimosquito.
–El modelo europeo contra la crisis pasa por la austeridad y el control del déficit. El de Estados Unidos apuesta por políticas de crecimiento. Como empresario, ¿cree que Europa será capaz de superar la crisis con este modelo?
–Es una situación compleja y ojalá los economistas entendieran mejor su asignatura. Cómo tener las deudas bajo control, bancos solventes y aun así lograr que crezca la economía es una especie de fórmula mágica que busca la gente, hasta ahora sin mucho éxito. Está claro que las políticas de crecimiento son deseables, pero ¿cómo encaja eso con una eventual eliminación de la deuda? Los políticos y economistas deben trabajar en esto, que no es fácil de resolver.
–¿Qué opina de los tecnócratas, los nuevos gobernantes en países como Italia o Grecia?
–Yo voto por los tecnócratas siempre que puedo. Cuando las cosas son muy complicadas –y la situación que mejor conozco es la de Estados Unidos– ves que hay muchas prácticas regulatorias que han estado muy protegidas y que hacen que la economía sea menos eficiente, por ejemplo para médicos, fármacos y muchos servicios, y esas ineficiencias nunca se resuelven en el ámbito puramente político porque esa gente guarda con especial celo su estatus especial. Pero un tecnócrata llega y puede hacer una serie de cosas que benefician a la economía, tomar decisiones difíciles. Hay muchos temas de regulación en los mercados laboral y de servicios que cuando se resuelven son muy importantes para crear oportunidades de crecimiento. ¿Pero cuánto de esto podrá aprovechar un país europeo en concreto? Por ejemplo, un país como Irlanda nunca ha tenido tantos problemas en la regulación de los mercados y tuvo un desastre extremo en su sector bancario. ¿Por qué se los considera más creíbles? Probablemente porque sus mercados están menos sobreregulados que los de otras zonas de Europa, y eso es lo que hace que, entre todos los países endeudados, se les vea como los que tienen el camino más fácil para volver a la normalidad.
–Lo que sí ve la gente es que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres...
–El mundo es muy grande y se está haciendo mucho más equitativo porque los países pobres se están haciendo más ricos más rápidamente que lo que progresan los países ricos. La mejora de la calidad de vida en grandes poblaciones como India y China refleja que la igualdad en los ingresos desde un punto de vista global es mucho mejor hoy que en cualquier otro momento de la historia y conforme pasa el tiempo se llega a una situación más equitativa. Eso es algo bueno. Las ventajas de la innovación están más extendidas, y cuando tienes a más gente inventando productos nuevos como fármacos para el cáncer o software, esto es un beneficio global, y no tiene por qué venir acompañado de una alta tasa de paro. En lo referente al paro, es un tema estructural. Hay trabajos de sobra, en la enseñanza, el turismo, la ciencia o la asistencia a los ancianos. Sobra trabajo, pero es una cuestión de estructurarlo de forma correcta.
–¿Qué le parece la propuesta del millonario Warren Buffett para subir los impuestos a los ricos?
–Los impuestos varían mucho de país a país. En Estados Unidos son algo regresivos, porque el porcentaje que pagan los ricos es menor que el de quienes no lo son. Eso es un sistema atípico y es porque los impuestos sobre dividendos son más bajos que sobre los sueldos. Podrías dejar los dos tipos en el mismo nivel, y sería menos regresivo. La propuesta de Buffett, que me parece bien, dice que los más ricos deberían pagar un 30%. Eso no sería suficiente para equilibrar el presupuesto estadounidense. Hay que hacer algo más que perseguir a los muy ricos. Tienes que abrir el abanico de los que pagan impuestos para equilibrar las cosas. Pero la regla Buffett es un paso positivo. Lo ideal sería conseguir que todo el mundo hiciera el sacrificio a la vez, no introducir la regla Buffet de forma aislada, sino hacerlo al mismo tiempo que se subieran también los impuestos de forma moderada para la clase media y media-alta.
ELEMENTAL
- William Henry Gates III nació el 28 de octubre de 1955 en Seattle, Washington. Viene de una familia de abogados y banqueros.
- En la secundaria Lakeside conoció a Paul Allen, con quien fundaría Microsoft. Estudió dos años en la Universidad de Harvard.
- Creó Microsoft en 1975 junto a Allen; unos años más tarde se sumó Steve Ballmer, ex compañero de Harvard de Gates. Desde el nacimiento de la PC en 1981 la compañía fue sinónimo de la computación personal.
- Fue la persona más rica del mundo entre 1995 y 2009 (salvo 2008) según el ranking de la revista Forbes. Hoy está segundo detrás de Carlos Slim, el mexicano dueño de Claro.
- En 2000 creó la Fundación Bill & Melinda Gates para hacer obras de beneficencia, y desde 2008 abandonó sus tareas en Microsoft, aunque es el presidente no ejecutivo de su directorio y es el mayor accionista de la empresa.
SU GRAN INFLUENCIA TECNO, EN CUATRO PASOS
1. La PC en todos lados: comprendió desde el principio que popularizar la informática era vital. No fue el primero, pero sí el que instrumentó un modelo exitoso, con un sistema operativo (DOS y Windows) disponible para múltiples dispositivos apoyados en una plataforma estándar (la PC creada por IBM) orientado al usuario común. El 90% de las PC del mundo llevan Windows.
2. Internet como elemento central de nuestra vida: en 1995 escribió un memo a sus empleados en el que describía a Internet como una marejada, o un tsunami, que barrería con todo lo anterior. Su apuesta por complementar Windows con el acceso a la red de redes y la inclusión de un navegador en cada PC, en un momento en el que las ventas de la computadora personal crecían muchísimo, fue fundamental para la difusión y naturalización de la Web.
3. Creo la industria del software: fue el primero en entender lo mucho que el software (el sistema operativo, las aplicaciones) influía sobre un equipo, y que hacerlo abierto –es decir, que otros pudieran escribir programas para ese sistema operativo– era fundamental para su difusión y para hacerlo masivo. Su foco en los desarrolladores de aplicaciones y en proveerles las herramientas para lograrlo fueron claves. Entre sus primeros clientes estaba Apple, su principal competidor; el Word, por ejemplo, apareció primero para Apple y luego en la PC. Con ese impulso y la difusión de la informática personal fue clave para crear una industria que en 2011 facturó 220.000 millones de dólares sólo en Estados Unidos.
4. Tabletas: hoy todos hablamos de la iPad, pero el que lanzó la idea de una computadora de mano con pantalla táctil que no fuera de bolsillo (es decir, que no fuera un celular o una palmtop) fue Bill Gates en 2001. El concepto nunca se transformó en algo masivo, en parte porque la tecnología todavía no era lo suficientemente avanzada como para ofrecer un dispositivo liviano y de uso sencillo. Apple había incursionado antes en las pantallas táctiles con la Newton (un equipo más de bolsillo), pero Gates transformó el concepto en algo popular.
JOBS & GATES: SOCIOS, RIVALES Y AMIGOS
Microsoft nació en 1975, Apple en 1976. Microsoft era una empresa de software; Apple, una de hardware. Bill Gates y Steve Jobs (ambos nacidos en 1955) se conocieron en los albores de la informática personal y se trenzaron en un combate comercial que creó una de las antinomias más fuertes de la informática.
Fueron socios en su inicio, ya que Microsoft creó una versión del lenguaje de programación Basic para Apple. El conflicto vino después.
En 1981 nació la PC, que llevaba un sistema operativo de Microsoft. Para ese entonces Apple tenía equipos propios en el mercado y era, en rigor, una compañía más grande.
En 1983 Gates partició en la presentación de los productos de Apple. En 1984 Apple presentó la Macintosh (con una interfaz gráfica con ventanas e iconos, que usaba un mouse); ese mismo año Microsoft presentó Windows 1.0, que llevaba el mismo concepto a la PC. Jobs acusó a Gates de robarle la idea; en rigor, ambos se inspiraron en un desarrollo previo hecho en Xerox. Esto terminó en un duelo legal en 1988, mientras Microsoft crecía siguiendo la explosión de la PC y Apple perdía popularidad.
Desde entonces, y hasta fin de siglo, se los vio como enemigos, aunque en privado tenían una relación cordial. Públicamente sus compañías eran competidores a muerte, y su relación personal quedó asociada a ese combate.
En 1996 Jobs dijo públicamente que creía que Bill Gates y sus empleados eran gente sin gusto alguno; que a Gates le hubiera venido bien drogarse de joven. Al fundador de Microsoft no le cayó bien la afirmación, pero esto no impidió que en 1997 su compañía invirtiera 150 millones de dólares en una Apple que estaba en serios problemas financieros, y que apuntalara el regreso triunfal de Jobs a la compañía que había fundado. Gates, por así decirlo, mantuvo con vida a su peor enemigo, aunque por ese entonces Microsoft ya dominaba por completo el mercado de la computación personal.
A partir de entonces la relación cambió en lo público y volvieron a mostrarse como socios, más allá de que siguieran compitiendo en varios terrenos. En 2007 aparecieron juntos en la conferencia AllThingsD para recordar sus 30 años en la industria, y los caminos diferentes que tomaron para llegar a una visión similar de una computación ubicua. Gates alabó de Jobs su sentido de la elegancia y el estilo; Jobs, que Gates era imbatible para llevar una misma visión a múltiples socios.
La temprana muerte de Jobs el año último, en un momento en que su compañía cosechaba récord tras récord de crecimiento, opacó la figura de Gates, que ya había abandonado sus tareas diarias en Microsoft. Este recordó luego que le escribió una carta a Steve Jobs al enterarse de su enfermedad, que el otro mantuvo junto a su cama hasta su muerte.
Berna González Harbour y L. Aguirre
EL PAIS