Tras anunciar su alejamiento del directorio de Microsoft, el imperio que fundó en 1975, para estar más concentrado en su tarea como filántropo, Bill Gates (64) –que acaba de donar 250 millones de dólares contra el coronavirus– se compró la casa más cara de San Diego, California, por 43 millones de dólares. Una "nimiedad" si se tiene en cuenta que su mansión de Medina, Washington –donde tiene como vecino a Jeff Bezos, fundador de Amazon y el hombre más rico del planeta– está valuada en más de 120 millones. La nueva adquisición inmobiliaria es una espectacular mansión ubicada en la denominada "urbanización del mar", una de las más exclusivas de la zona, con más de seis mil metros cuadrados construidos, provista de la última tecnología y playa privada (cada temporada, la orilla del lago sería cubierta con arena traída expresamente desde el Caribe). La imponente residencia, donde habrían trabajado trescientos operarios y cien electricistas, tendría veinticuatro baños. Además, cuenta con seis dormitorios en suite, spa, jacuzzi para diez personas, varias piletas, cancha de tenis, un pequeño teatro y dos casas para invitados, una de ellas, quizá, destinada a la familia que muy pronto formará su hija Jennifer (24), quien en enero anunció su compromiso con el empresario egipcio Nayel Nassar (29).
Con 95 mil millones de dólares de fortuna, lo que lo convierte en el segundo hombre más rico del mundo, Gates y su mujer Melinda (55) anunciaron hace algún tiempo su intención de donar su increíble fortuna a su fundación, no sin antes asegurar el futuro de sus tres herederos. Hace unos años, Gates ya había comunicado la donación de cinco mil millones de dólares para el desarrollo de África.
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