Besos por celular: los abuelos conocen a sus nietos por videollamadas
"Cuando Santi avisó que iban camino a la clínica ya era de madrugada. Esa noche no dormí, me quedé pegada al celular hasta que por fin sonó: Amaru había nacido lo más bien. Lo vimos al rato, ya bañado, durmiendo junto a la mamá. Lloramos sin parar. Planeamos durante mucho tiempo el momento de conocerlo, hacerle upa y mirarle la carita para ver a quién se parecía. ¡Fue muy raro! Sabíamos que estaba sucediendo, pero nos sentíamos como en The Truman Show", dice Verónica Sposaro, flamante abuela. Junto a Carlos, su marido, los abuelos primerizos se comunican con el bebé por la pantalla del celular o la notebook. Desde el 16 de mayo, todos los días sin falta, eligen la plataforma adecuada para ponerse en contacto. "Frunce el ceño cuando escucha la voz y mira la pantalla, es una sensación muy loca. Nos morimos de ganas de sentirlo, pero el médico fue muy claro: ningún contacto", señala la interiorista, socia del estudio Joy Interiorismo.
El protocolo del gobierno de la Ciudad indica que no se permiten visitas en las clínicas y hospitales. "El acompañante deberá pasar previamente por el triage, estar asintomático, ser menor de 60 años y cumplir con las medidas de protección correspondientes", dice el documento sobre la única visita permitida en el parto, que suele ser la pareja (buenosaires.gob.ar/coronavirus/equipos-salud/protocolos-coronavirus-covid-19). Sin visitas, sin consejos para las mamás primerizas, sin opiniones de terceros sobre la lactancia. Los regalos llegan por delivery, las novedades se cuentan por celular. Así se vive hoy la llegada de un bebé a la familia en tiempos de pandemia.
Para Connie Rudi la distancia con su familia es algo conocido. Sus papás viven en Entre Ríos y sus suegros, en Neuquén. Iban a viajar a Buenos Aires para conocer a Rebeca, que nació el 22 de mayo. Pero ahora se conforman con los besos por celular. La abogada de 34 años, dedicada al asesoramiento integral en la cuenta @josefabohemia, destaca: "Con mi familia somos muy pegados, tipo clan. Nos comunicamos por Face Time todos los días. O hacemos videos para compartirles, como cuando la bañamos por primera vez con ayuda de su hermana Carlota, de 3 años y medio. Pero mi mamá termina llorando en todas las comunicaciones, a veces no sé si es mejor o peor…", señala Connie, que tuvo un parto natural y respetado, en la Clínica Trinidad de Palermo.
Según la psicoanalista Susana Matus, especialista en vínculos, lo novedoso determina el acontecimiento que nos pone en situación de vitalidad. "La vida no para, sigue minuto a minuto. Claro que no es igual el contacto cuerpo a cuerpo, pero el cuerpo no es un lugar físico. Es la capacidad que tenemos de encontrarnos afectivamente con el otro. Ahora contamos con otros modos de estar presentes y por la pantalla también pasan muchas cosas, esa construcción es una experiencia novedosa", explica Matus, directora científica del Centro Oro. Y agrega: "No son menos abuelos, al contrario. Son abuelos responsables. No ver al bebé también es cuidarlo", define Matus.
Potenciar la creatividad, manejar la ansiedad y lidiar con la frustración es parte de lo que les pasa a los abuelos que cuentan los días para alzar al bebé o abrazar a sus hijos. En esta construcción mediatizada por las pantallas, los fragmentos de videos, llamadas entrecortadas o los primeros ruiditos se atesoran como verdaderas conquistas.
"Hay más sufrimiento si se cree que cuidar es solo tenerlo a upa. Hay vida después del virus", tranquiliza la psicoanalista.
Cuando la poeta y escritora Gisela Galimi fue abuela, a fines de mayo, todos la felicitaban. Pero ella no sentía ninguna emoción porque no había podido conocer a su nieta. Es de las que cumplen a rajatabla la cuarentena y entonces, a los 10 días y con el visto bueno de su hijo, caminó hasta su casa y vio a la nena envuelta en su mantita rosa. "Me la mostraron por la ventana, de lejos, apenas le vi la carita. Lo que más me emocionó fue el amor que me transmitió mi hijo. Después de ese encuentro volví llorando, con mucha emoción. Y me encerré en aislamiento total, así nos quedamos todos tranquilos", aclara.
Para el doctor Pedro Horvat, psiquiatra y psicoanalista, las familias pueden procesar esta sensación a través de la continuidad y el seguimiento cotidiano. "Los primeros días de un recién nacido son milagrosos. Y la sucesión de detalles, que a la distancia parecen triviales, en este momento constituyen un universo propio", reflexiona. Sin embargo, en Benavidez, Carlos y Verónica se sienten como otras parejas de amigos, cuyos hijos viven en el exterior. "Entiendo todas las razones y soy respetuoso de los médicos. Pero lo que más quisiera es darle un abrazo a mi hijo, que me hizo abuelo, otro a mi padre, que fue bisabuelo. Y contarle a mi madre que es bisabuela. Y desde ya, alzar a mi nieto Amaru. Nada me gustaría más", repite.
Si Amaru abre los ojos cuando ve la luz del celular o Rebeca se desprende de la teta para prestarle atención a las voces que llegan desde Paraná. Si comparten una siesta o hacen silencio para escuchar cómo respiran. Con los dispositivos siempre cargados, la conexión, en el formato que sea, es la clave de esta generación de abuelos que estrena nuevas alternativas para vincularse.