Bernasconi: el hombre ilustrado
Desde Bariloche, el creador que ganó la Medalla de Oro de la Society for News Design, no para de lanzar proyectos: prepara una obra de teatro, un libro para adultos, otro para chicos e incursiona en la animación. Retrato de un artista en plena ebullición
Siempre fui bueno en eso de construir cosas. Eso de mecanicon me viene de mi viejo", reconoce Pablo Bernasconi, el artista que fue premiado con la Medalla de Oro por la Society for News Design por la columna de opinión que publica los domingos en La Nacion con el título de Ilustrado (ver aparte) y que deleita tanto a chicos y a grandes con sus más diversas creaciones, esas que parecen no tener límites. "Mis obras no tienen perímetros –asegura– no hay un trazo que defina áreas o formas de llenar." Si hay algo que caracteriza a Bernasconi es que cualquier elemento (una pava, un resorte, un pedazo de carne o un cable) puede ser parte de sus creaciones superpuestas, esas que parecen collages y son en realidad piezas que construye, fotografía, escanea y luego resuelve en la pantalla de la computadora.
Crear resulta sencillo, por lo menos para Pablo, quien a la hora de inventar está atento a los más pequeños detalles. "Que mis viejos sean científicos (mamá química y papá ingeniero nuclear) hizo que mirara las cosas de otra manera", dice el ilustrador y autor de 39 años que nació en Buenos Aires y que a los cuatro años se fue a vivir a Bariloche, ciudad donde aún reside. "Disfruto de mirar y volver a mirar. Desde muy chico estuve rodeado por gente muy especial. Yo soy piloto –aclara–, mi papá durante mucho tiempo, además de ser ingeniero, fue instructor de vuelo; él me enseñó a volar." Tal confesión lo lleva a uno a entender ese maravilloso mundo elaborado en El diario del Capitán Arsenio, el libro sobre un obstinado inventor que busca "lo que la humanidad ha soñado por siglos: crearé la máquina de volar."
"Mi vida estuvo repleta de tuercas, aviones, aeródromos, aeropuertos y accidentes. Todo eso es parte de mi infancia y Arsenio tiene eso. El léxico de todo ese libro está sacado de ahí, de mi mundo real –profundiza–. Incluso los aparatos tienen fundamentos verídicos; se pueden construir, verificar. No me gusta cuando se pierde lo verosímil."
Tan creíble resulta la obra de Bernasconi que los aparatos de Arsenio cobraron vida en el Museo Barrilete (cerró recientemente), en Córdoba. Allí las máquinas estaban disponibles para tocarlas y montarlas. "Fue un cruce maravilloso", asegura.
Añoranza por los viejos objetos, eso es lo que siente Pablo Bernasconi, el explorador. "Sí, siempre fui un poco explorador. En realidad siempre amé desarmar objetos, descubrirlos –se apasiona–. Hoy, en cambio, los objetos despiertan muy poca curiosidad, como este grabador (toma el digital puesto en la mesa). Si lo tiro (temor de quien escribe), no salta nada; en cambio, con los viejos caían piezas por todos lados. Acá, sólo una plaquita, esas que se repiten hasta en los controles remotos. Era hermoso. Quiero de alguna manera sostener esa curiosidad del qué hay dentro en los libros, por qué funciona. Estoy convencido de que la curiosidad despierta vocaciones o pasiones."
–En cambio, hoy todo parece tornarse invisible.
–Todas las cosas se vuelven invisibles, hasta los teléfonos perdieron sus cables. Ahora cuando algo se rompe no podés hacer nada. Antes mirabas un cable desconectado o escuchabas un rulemán haciendo ruido y por instinto podías resolverlo. Nací en el 73, en mi época no había tantas cosas obsoletas; ahora todo parece durar sólo seis meses.
Como buen constructor, las cajas de zapatos y de huevos no faltaban a la hora de amar escenarios para sus juguetes. "Mi hijo (Franco, de 5 años. También es papá de Nina, de 1) hace lo mismo. Tiene una curiosidad gigantesca –se enorgullece–. Es amante de los trenes a vapor. Con los trenes bala no quiere saber nada."
–¿Qué opina Franco de tu trabajo?
–Trabajo en mi casa. Cosa que no recomiendo (risas), a mí me sirve hasta ahí. Es un caos en el que aprendí a manejarme. Es complejo hacerle entender a un chico de 5 años que lo que yo hago es trabajar. Porque estoy haciendo dibujitos con los crayones de él o armando y desarmando cosas. De hecho, cuando él dibuja dice que está bocetando y hasta aclara que está trabajando, sin tener una clara noción de qué se trata. Hay una parte de creación material, donde las cosas suceden con acciones; hay otra parte que es invisible, que es la creación intelectual, donde sólo estoy sentado y pensando por tres horas y eso es inconcebible para un chico.
–Recién hablabas de la veracidad de tus trabajos. Para conseguirlo ¿realizás una investigación previa?
–La etapa de investigación me lleva mucho tiempo porque intento ser lo más verosímil posible. Soy muy cauteloso con los detalles de los objetos, con la vida del personaje, una especie de memorabilia de las cosas. Cuando hice a Gandhi para La Nacion me pasé tres días investigando cómo era el plato en el que comía. Fue muy difícil de encontrar, pero lo hallé y no quería poner un plato que no fuera el correcto. A este tipo de cosas le presto atención. Quizá son invisibles para el lector, pero para mí no. Lo que aparece en la imagen tiene que merecer estar ahí.
Con su mujer, Natalia, también diseñadora y ahora dedicada a la crianza de la pequeña Nina y Franco, esbozaban sellos postales. "Aprendí mucho de ese trabajo. Tiene una ardua etapa de investigación. Es lo más riguroso que haya visto en información acotada. En el sello no puede haber nada que no esté triplemente verificado. Uno se vuelve una especie de detective."
–A los personajes que ilustrás solés acercarte de una manera diferente, lejos de lo que es una representación fiel o una caricatura.
–La evolución del personaje tiene que ver con todo. Su fisonomía, lo que lo rodea. Con lo que uno sabe de él, con lo que uno quiere y no quiere. Tiene que ver con un montón de cosas que exceden ampliamente los rostros. Me gusta explorar con la metáfora, aportar imágenes que te ayudan a contar de otra manera. Es una invitación lúdica y mucho más abierta. No me gusta la caricatura. Hay personajes a los que no les puse cabeza.
En la UBA optó por la carrera de Diseño, aunque se considera autodidacto. "Uno va a la universidad para que le presenten las cosas –reflexiona–; no estoy seguro de que haya ido para que me las enseñen." Sus primeros trabajos fueron como diseñador ,pero poco a poco su rol fue transformándose en el de ilustrador.
Que Bernasconi toque el piano es una buena prueba de su condición autodidacta. "Siempre me gustó la música y el piano. Otra vez hablamos de objetos, porque el piano como objeto es fascinante. Lo abrís y ves todo lo que pasa cuando tocás una tecla, podés estar detrás de todo eso, es como una nave espacial –dibuja con palabras–. Y aprender a dominar eso es increíble."
–¿Tenías piano en tu casa?
–No, arranqué de grande, a los 22, por ahí. Un día desperté y decidí comprarme un piano. En ese entonces vivía en un departamento de dos ambientes. Lo compré usado. Tomé dos clases y me autoexpulsé. Ahora lo tengo en mi estudio de Bariloche.
Varios son los proyectos que dan vuelta por la cabeza de este "hombre que piensa con las manos", tal la definición de Carlos Guyot en adn cultura. Entre ellos, una obra de teatro para chicos. "Me propusieron escribir y la escribí –confiesa–. En realidad la trabajé como cualquier otro libro. El problema es que vamos a necesitar al coreógrafo de Roger Waters para llevarla a cabo –dice entre risas–. Estoy completamente involucrado, desde la historia hasta la música. Lo mejor de todo esto es que no me gusta el teatro y por eso la hice."
A Retratos y Bifocal, los dos libros para adultos que publicó, se sumará uno más, aún sin título. "Siempre lo pensé como un trío, pero uno nada tiene que ver con el otro. Se trata de una trilogía conceptual, son formas de decir algo, ya sea desde el retrato o la opinión. Ahora estoy en pleno proceso y veremos hacia dónde me lleva."
Los chicos tendrán su Bernasconi también. "Son cuentos más largos, los límites entre la ilustración y la literatura se van desdibujando. Además, estoy chichoneando con la animación –adelanta–. Estoy generando personajes para el canal Paka Paka."
Bien sabe que los desafíos entre los públicos son bien diferentes. "Un adulto está más contaminado, más aturdido con el tema de las imágenes. Los chicos están atentos, son capaces de ver cosas que quizá nosotros nunca veríamos."
En internet www.pbernasconi.com.ar // http://pablobernasconi.blogspot.com.ar
MUY PERSONAL
- Pablo Bernasconi nació en Buenos Aires en 1973.
- Está casado y tiene dos hijos.
- Es diseñador gráfico egresado de la UBA. Durante más de cinco años fue docente de Diseño y J.T.P. En 1998 comenzó a trabajar como ilustrador en el diario Clarín, donde publicó tapas de suplementos para más de 350 ediciones. Sus trabajos se publicaron, además, en diarios y revistas de todo el mundo, como The New York Times, The Wall Street Journal, The Saturday Evening Post, Telegraph y The Times de Inglaterra. Trabaja actualmente para diferentes publicaciones del mundo y publica regularmente una columna gráfica de opinión todos los domingos en La Nacion.
- Entre los libros publicados para chicos se encuentran El diario del Capitán Arsenio, El brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos, El zoo de Joaquín, Hipo no nada y Cuero Negro Vaca Blanca, entre otros. Para adultos dio a conocer Retratos y Bifocal.
COMO EL PULITZER
La Society for News Deseign (SND) premió con la Medalla de Oro a la columna que Pablo Bernasconi publica los domingos en La Nacion con el título de Ilustrado.
"Es algo que estuve persiguiendo y sucedió –dice, inundado de felicidad–. Buscaba jerarquizar un poco la profesión del ilustrador. Quería despegarlo de esa cuestión tan dependiente del texto, tan supeditado a un redactor. En este caso no reconocen a la ilustración como tal, sino a la columna de opinión de reflexión gráfica."
La felicidad de Bernasconi está más que justificada si tenemos en cuenta que la Society for News Design es la organización que agrupa a todos los diarios del mundo a nivel gráfica de prensa. Lo que hace es premiar el Mejor Diseño, la Mejor Imagen. "Es como el Pulitzer, pero en gráfica y solamente para diarios y revistas", comenta Bernasconi. La SND agrupa a 10.000 periódicos y 1500 entidades de prensa de todo el mundo. Sus premios, que se entregan desde 1979, son los más prestigiosos en el área.