Enfrentada a un destino único, Berlín resurgió una y otra vez de sus cenizas y transmutó sus cicatrices en símbolos y en una personalidad singular. Libre, relajada, artística, abierta: algunas de sus muchas virtudes, que descubrimos en el recorrido de diseño que preparamos para ustedes
- Esta es la cúpula del Reichstag (el Parlamento), que se terminó de construir en 1999 sobre un diseño del arquitecto Norman Foster. Vidriada y con una espiral ascendente, permite tener una vista 360° (y no mirar en un solo sentido), observar la actividad de los representantes a través de su piso acristalado (con la intención de que la vida política sea transparente) y cobijar una Alemania reunificada. Por si fuera poco, sigue siendo un ejemplo de arquitectura energéticamente eficiente. En la página anterior, vista desde su terraza hacia otras Alemanias: la clásica (representada en la catedral); la ex DDR (en la torre de televisión) y la de pujante economía (en el Centro de Comercio Internacional).
- Con pocos edificios altos, Berlín se derrama en una gran superficie con infinidad de espacios verdes, empezando por las impactantes 200 hectáreas del Tiergarten, su gran pulmón donde está el zoológico, hay barrios residenciales, embajadas, hoteles, monumentos deslumbrantes y un clásico biergarten junto al lago.
- Este y Oeste, coordenadas ineludibles en la historia de Berlín, pero que de a poco se van desdibujando. Acá, esa época y esa movilidad representadas en un antiguo Trabant, el auto producido en masa por los soviéticos y cuyos pocos ejemplares existentes hoy se pueden alquilar para dar un paseo por las despejadas calles de Berlín.
- Desigual, sin terminar, amplia. Son todas cualidades que se le pueden atribuir a esta ciudad. Pero tal vez la más acertada sea “sorprendente”. Uno puede dar vuelta a una esquina y sentirse en un lugar totalmente nuevo. Consejos: alejarse de las grandes avenidas y entrar en los patios si la puerta está abierta. Berlín es un amor a segunda vista. Pero de esos que no se olvidan.
- Ciudad de artistas, de galerías, museos, de música y conciertos (en la Filarmónica, la Ópera, el Estadio Olímpico o cientos de bares). No en vano está llena de jóvenes y marca el ritmo de las últimas tendencias. El arte se siente en el aire.
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