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Venía bien encaminada la serie sobre los Beckham hasta que a la media hora del primer capítulo comprobamos que todo era acerca de David y sus “goles” y poco acerca de la familia más icónica del fútbol europeo. Sin embargo, y pese a que seguramente ambos estaban conscientes de que abrirse en un documental sobre sus vidas los pondría a prueba, al final salen parados como el matrimonio ideal que verdaderamente parecen ser, más allá de las “vicisitudes” propias de la vida conyugal, entre ellos los cuernos.
Mientras la tercera en la historia insiste en que mantuvo un affaire con el ex mediocampista inglés cuando ella era su asistente en el Real Madrid, y que no fue uno sino muchos encuentros en los que “nos desnudábamos, lo hacíamos y listo”, por estos días los Beckham logran duplicar sus seguidores en las redes sociales gracias, entre otros recursos, a esa coreografía romántica al ritmo de Islands in the Stream, (Islas en la corriente) el hitazo de Dolly Parton y Kenny Rogers, que ha enamorado a su legión de fans.
Ella, con su melena lacia, labios hialurónicos y delgadísima adentro de unos pantalones pata de elefante, da cuenta de su flema inglesa mientras recuerda frente a la cámara lo doloroso de aquel episodio que a comienzos de milenio los puso en la tapa de todos los medios, llegando a quebrarse la relación puertas a dentro. No mueve ni un músculo al repasar aquel capítulo de su vida marital, pero la pose dura poco y al rato no cabe duda de que la mujer ha sufrido el calvario de saber que, efectivamente, el marido la engañó, y varias veces. Entre mansiones, ropa de marca y prole numerosa asoma Rebecca Loos para convertir en calabaza ese cuento de hadas que seguimos persiguiendo a estas alturas del siglo, cuando ya deberíamos haber asimilado que los príncipes destiñen y que el amor romántico es un mito.
“Becks tuvo sexo en secreto”
Así titulaba en 2004 la prensa amarilla de España e Inglaterra, mientras la joven pareja se reunía en Suiza para mostrarse unida y salvar la situación. “Tenían problemas matrimoniales. Era la historia más grande del mundo en ese momento. Los tabloides británicos se apoderaron de ella con júbilo” recuerda en la biografía de Netflix el reputado periodista John Carlin. Pero cuando el conductor o entrevistador le pregunta al mismo Beckham por la verdad de aquel escándalo, lo que vemos es un a tipo avergonzado, o que al menos finge estarlo, pero que en ningún momento desmiente la injuria con la vehemencia que exige el caso. Al poco tiempo de trascendido el desliz con Loos, en la protohistoria del sexting, aparecen publicados en el News of the World la cadena de mensajes de texto eróticos que intercambiaban los amantes. El que calla, otorga: “Algunas de las historias eran horribles. Esas fueron difíciles de procesar. Era la primera vez que Victoria y yo estábamos bajo esa presión en nuestro matrimonio” confiesa el ex jugador del Manchester. Probablemente, viendo esa incapacidad para hacerse responsable de sus actos, porque después de todo nadie los obligó a filmar una serie, es que por estos días a David le siguen brotando los deslices del pasado.
“El problema que tenemos ahora es que nos ‘bombardean’ por todos los lados con imágenes de ‘parejas perfectas’ y pensamos que la nuestra es extraña, porque tenemos problemas o discutimos. Como en todo en la vida, las relaciones también tienen una cara A y otra B, pero las personas, especialmente si son tan mediáticas como los Beckham, no van por ahí aireando sus miserias. Es más. tienen todo el derecho del mundo a elegir mostrar al mundo ese halo de perfección tipo cuento de Disney”, señala con razón la sexóloga Ana Sierra, en un artículo sobre la saga de la pareja, que lleva treinta años legalmente casada.
La mejor parte de la serie es sin dudas el final, cuando se los ve bailando juntos en el quincho de su casa, como Islas en la corriente. Por lo visto hay un vínculo fuerte y capaz de capear ese temporal de hormonas que somos al comienzo de nuestra vida adulta, y que se apaga después, natural y orgánicamente, para dar paso a eso que vimos en Netflix: dos personas reales que quizá se quieren todavía, más allá de cualquier polvo furtivo. Como dice la letra de la canción que no por azar eligieron: No puedo vivir sin ti si el amor se ha ido/ Todo significa nada si no tienes a nadie/ Y entras en la noche / Perdiendo lentamente de vista la verdadera cosa…
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