Bebes y perros: el dilema de una crianza compartida
Mientras que algunos sostienen que la mascota es un gran compañero, otros se resisten a cuidar a los dos a la vez
Cuando Clara Almoño estaba embarazada, comenzó, un poco a modo de chiste para convencer a su marido, una campaña en Facebook en pos de tener un perro a la par de su hijo. Las respuestas a cada posteo o foto de un chiquito y un animal fueron muchísimas, y los bandos que se despertaron, muy claros. Estaban quienes le decían que se iba a meter en problemas al tener que cuidar a dos criaturas a la vez, y también quienes apoyaban esa crianza a la par, sosteniendo que un perro es un gran compañero y otra forma de enseñarle valores al chico. Después de varios meses, marido y mujer se convencieron de que no era el momento. "Lucas pensó que el bebe ya implicaría muchos cambios y una nueva adaptación de por sí, y yo estuve de acuerdo", dice Clara.
Su caso es como el de muchos otros padres que se enfrentan al dilema. Algunos, amantes de los animales, quieren incorporar uno al mismo tiempo que un bebe. Y otros, que ya tenían perro desde antes de concebir un hijo, se plantean cómo hacer para lidiar con el animal con menos tiempo y energía para dedicarle.
"Un perro no es un objeto decorativo -advierten desde el Departamento Técnico de la marca de alimento balanceado VitalCan-, se debe estar completamente convencido de querer tenerlo y compartir esta decisión con todos los miembros de la familia, ya que es una responsabilidad que dura toda la vida del animal, y deben ser felices juntos". En este sentido es importante también saber que pueden vivir entre 12 y 20 años, dependiendo de la raza y el tamaño.
Cuidados y límites
Pero aunque puedan tener dudas son muchos los que optan por el sí. Para Rosario Risatti, mamá de dos mujeres de 2 y 5 años, la llegada de Lola, una bulldog francés que hoy tiene 5 meses, no fue más que alegría. "Con mi marido siempre quisimos que nuestras hijas tuvieran un perro. Nos gusta ese contacto permanente, desde lo visual, las formas, el tacto, el perfume, la forma de juego y hasta el aprender los límites a la par. Si Lola hace algo mal, ellas mismas la retan, y si aprende algo bien, la felicitan y premian", relata. En ese camino, también aprecia lo mucho que la perra cuida a sus hijas ("camina siempre al costado de ellas, especialmente si están cerca de la pileta, y es muy guardiana de las chicas cuando viene alguien extraño a casa"), y hasta permite que duerman juntos, asegurando que "un chico que duerme con un perro es un chico que crece más seguro".
Sin embargo, no siempre la experiencia fue tan óptima. Unos años atrás tuvo un beagle, y debido a su enorme energía debía separarlo cada tanto de las niñas porque se les iba encima con demasiado entusiasmo y torpeza, y corrían riesgo de lastimarse. Buscando la felicidad de todos, finalmente le dieron una vida más libre en un campo familiar. "Es importante encontrar un animal compatible con la personalidad de la familia, teniendo en cuenta los hábitos de vida. Existen razas más inquietas y demandantes, y otras más tranquilas. Conviene dejarse aconsejar por un veterinario", recomiendan desde VitalCan.
Para quienes ya tenían perro desde antes, el tema en cuestión es cómo lograr una buena convivencia. En el caso de Fabiana Jafif, autora del blog De Madre a Madre (www.demadreamadre.com.ar, donde escribió un muy interesante post al respecto), su caniche toy Pipo fue su "primer bebe". Y cuando a los dos años quedó embarazada, decidió investigar un poco la mejor forma de integrar a todos en la familia. "Pipo había sido el príncipe de la casa hasta que llegó Oli. Y como para cualquier hermano mayor, la atención se centró en la nueva integrante. Por eso, para evitar cualquier reacción negativa o peligrosa, tomé ciertos recaudos para el momento de la presentación entre ambos", cuenta. Entre ellos, no dejarlo demasiado tiempo solo mientras ella estuvo en el sanatorio, al llegar a casa saludarlo con el mismo afecto de siempre y dejando que alguien más tenga al bebe, como para mantenerle su espacio, y finalmente acercarle despacio a Olivia, dejando que la huela y reconozca un poco. En algunos casos hay especialistas que recomiendan darle al animal un pañal sucio del bebe, como otra forma de que lo reconozca. Eso sí, nunca dejarlos solos, porque siguen siendo animales y nunca se sabe con total certeza cómo pueden reaccionar.
A la vez, conforme el niño va creciendo, también es vital el cuidado con respecto al trato de él hacia el perro. "Puede ser el animal más bueno del mundo, pero si le tiran la cola o el pelo no les va a gustar mucho y pueden reaccionar", apunta Fabiana. También se suma el factor de enseñanza de qué cosas se pueden hacer con el perro y sus elementos y cuáles no. Cecilia Chumbita, mamá de un varón de un año y tres meses, le repite a diario que no debe jugar con el agua y la comida de su cachorra ni apretarla, tirársele encima o abrir un cajón y guardarla dentro. "Es cansador, por eso considero importante organizarse primero con el bebe; sentir que se puede dormir mejor y descansar más, porque con un cachorro también hace falta energía", apunta. Aunque en plan de juegos, es posible que el perro también se acostumbre un poco a los tironeos y empujes, especialmente si vienen de niños. "Lola ya sabe que es parte del juego y se presta; jamás mordería ni a mis hijas ni a ningún otro chico que venga de visita a casa, aunque quizá reaccione distinto si el que la tironea es un adulto", agrega Rosario sobre su bulldog francés.
Cuestión de valores
Para quienes están a favor de esta crianza compartida, uno de los grandes puntos a favor de las mascotas son los valores que le inculcan al niño. Respeto por los animales, sensibilidad y responsabilidad por el cuidado de alguien más y sus emociones son grandes pesos en la balanza. "Los perros -mucho más que los gatos, que suelen ser independientes- fomentan chicos más sensibles, que están atentos a las necesidades de alguien además de ellos mismos. El hecho de convivir con una mascota desarrolla la inteligencia emocional, y ese efecto es algo que se ve incluso mucho después, en la vida adulta, porque son seres más sensibles y con mayores habilidades sociales", apunta Silvana Weckesser, psicóloga, quien además cuenta el caso de un paciente propio, un niño con mutismo selectivo al que tener un perro le generó lazos a través de los cuales empezar a comunicarse con otros, aunque más no fuera para contar sobre su animal.
A la vez, la experiencia de transitar el duelo por una mascota, aunque doloroso, también puede ser un aprendizaje para el chico a lo largo de su infancia y de su crecimiento. "Si bien nadie está preparado para la muerte, el niño puede entender que las personas y los animales cumplen un ciclo de vida, y guardar de ese perrito todo lo bueno que tenía e hizo. Y el próximo perro que tenga, que tiene otra personalidad y hace otras gracias, no reemplaza ese recuerdo, sino que lo recrea", agrega Weckesser. Y asimismo en la compleja etapa de la adolescencia, un perro es un nexo incondicional con el mundo. "Es el compañero más fiel. El chico no se rebela contra él como lo hace con los padres, y el hecho de que lo saque a pasear y se preocupe por cuidarlo habla de cierto grado de empatía con el otro", finaliza la profesional.
Despejar dudas
Esta misma sensibilidad, aprendizaje y responsabilidad buscaron Sol y Pat von Borowski, dueños de un golden retriever pleno de energía, Tobey, y padres de Franz y otro futuro bebe en camino. Aunque Sol jamás había tenido perro, Pat sí, y se moría por tener el propio estando ya casado. Así que una noche Sol cedió al impulso y volvió a su casa con una cajita y un cachorro de 45 días.
Con un departamento chico, las dudas del entorno se hicieron sentir enseguida, y se intensificaron cuando ella quedó embarazada por primera vez. "Sí, el espacio no es el ideal para un perro tan grande, pero nos propusimos hacerlo funcionar. Es cuestión de hacer lo que uno cree mejor para su familia, que en nuestro caso lo incluye a Tobey", sostiene Sol. Es que ambos están convencidos de que la crianza a la par es lo mejor, porque el chico encuentra a su primer mejor amigo. "Es como tener dos cachorros. Se buscan, se molestan, se aman. No se nos ocurre otra forma de criar a nuestros hijos que al lado de Tobey. Nos parece vital tener respeto por los animales, y ver la relación que Franz tiene con él nos demuestra todos los días que es la mejor decisión que podríamos haber tomado."
Consejos de adaptación
Al principio
Enseñarle al niño a tocar al animal con suavidad, evitando el rabo o la cabeza y priorizando el lomo y la panza. También decirle que hay que dejarlo en paz cuando come o duerme.
Reglas
Establecer reglas generales dentro de la familia para la educación y los límites del animal.
Cuando llega el bebe
Es bueno dejar que el animal lo huela o lama un poco, como forma de reconocimiento.