Fue una boda real tan íntima y tradicional como inesperada. Inicialmente planeada para el 29 mayo en la Capilla Real de St. James –seguida por una lujosa recepción para 150 invitados en los terrenos del Palacio de Buckingham– la pandemia la obligó a posponerla. Apenas Beatriz de York (31) anunció su compromiso con el conde y desarrollador inmobiliario Edoardo Mapelli (36), tuvieron dificultades para fijar fecha: la polémica entrevista que ofreció en televisión su padre, el príncipe Andrés, cuando intentó (sin suerte) limpiar su nombre luego de que trascendiera su amistad con el empresario Jeffrey Epstein –acusado de integrar una red de prostitución y pedofilia– retrasó los planes nupciales.
A pesar de que muchos apostaron que formaría parte recién en 2021 del calendario de los Windsor, el pasado viernes 17 Bea y Edo se dijeron "sí, quiero". Y la reina de Inglaterra, abuela de la novia, estuvo allí para acompañarlos.
La ceremonia, de la que participó sólo la familia más directa, se celebró en la Capilla Real de Todos los Santos, ubicada en el Royal Lodge de Windsor, el lugar donde la novia pasó su infancia y donde también se refugiaron los York en plena cuarentena.
CÁBALAS Y TRADICIONES
A pura sonrisa, la hija mayor del príncipe Andrés y de Sarah Ferguson caminó al altar del brazo de su padre con un diseño vintage que cumplió la función del clásico "algo viejo" que lleva una novia en señal de buena suerte. El traje en cuestión, un diseño de Norman Hartnell, salió del guardarropa de Isabel II, que lo estrenó en un viaje de Estado en 1961 y lo llevó en 1966 en la apertura del Parlamento, uno de los actos con mayor relevancia institucional. Pero, además, en un guiño a la mujer de su primo William, Kate, usó los mismos zapatos Valentino que lució durante la boda de los duques de Cambridge, nueve años atrás. Lo "prestado", en tanto, fue la espectacular tiara con que lo complementó, que además de ser una de las alhajas más importantes y valiosas del cofre real, es la misma que usaron su abuela y su tía, la princesa Ana, el día de sus respectivas bodas. En cuanto a las alianzas, la de la princesa fue diseñada por Shaun Leane, mientras que la de Edo es una pieza antigua, ahora transformada en una banda de oro diseñada por Josh Collins.
Por otra parte, Beatriz incluyó en su bouquet de rosas y jazmines unas ramitas de mirto, tal como hicieron casi todas las mujeres de la realeza británica desde el siglo XIX. El mirto representa la fertilidad, el amor y la inocencia y la primera en decorar con ellas su ramo de novia fue la reina Victoria en su boda con el príncipe Alberto en 1840, para instaurar así una longeva tradición, que siguieron Isabel II, Diana de Gales, la duquesa de Cambridge y Eugenia de York. Tras la ceremonia, el bouquet fue depositado sobre la Tumba del Soldado Desconocido en la Abadía de Westminster, otra costumbre que no quiso omitir, a pesar de que la iglesia queda en el centro de Londres.
SÓLO PARA POCOS
La boda se mantuvo en secreto para garantizar la máxima privacidad. Con la ayuda de su madre, Beatriz organizó todo en dos semanas para que la Reina pudiera estar allí antes de partir a Balmoral para sus vacaciones de verano. Y lo logró. Isabel II no sólo estuvo acompañada por su marido, el duque de Edimburgo (el mes pasado cumplió 99 años), sino que, ya al bajar del Land Rover que manejaba su chofer, se mostró de excelente humor.
A pesar de que no se pudo escuchar música en vivo, sonó el himno nacional y una selección de canciones. Y las madres de Edo y Bea pusieron su voz a los poemas favoritos de los novios: "Soneto 116", de William Shakespeare, y "I Carry You In My Heart", de E.E. Cummings.
Aunque no se reveló la lista de invitados, se sabe que del lado de la novia estuvieron, además de sus padres y abuelos, su hermana, Eugenia de York, junto a su marido, Jack Brooksbank. Por parte del novio, además de su mamá, Nikki Shale (actualmente casada con el escultor David WilliamsEllis), dijeron presente su padre, Alessandro Mapelli Mozzi (ex esquiador olímpico, representó a Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de 1972, en Japón); su hijo de 4 años, Christopher (o Wolfie, como lo llaman, fruto de su relación con la diseñadora Dara Huang) y su medio hermano, Alby Shale.
El Palacio de Buckingham, a través de un comunicado, dejó claro que se trató de un "asunto de familia". "La ceremonia de boda privada de la princesa Beatriz y el señor Edoardo Mapelli Mozzi tuvo lugar a las 11 del viernes 17 de julio en la Capilla Real de Todos los Santos en Royal Lodge, Windsor. Asistieron la Reina, el duque de Edimburgo, y la familia cercana", anunciaron.
PROTAGONISTA EN LAS SOMBRAS
La discreción con la que se celebró la boda no impidió que el príncipe Andrés acaparara portadas y titulares. "¿Dónde está papá?", publicó en tapa Sunday Mirror, para poner el foco en algo evidente: el príncipe Andrés no sale en las fotografías oficiales que se compartieron hasta el cierre de esta edición.
Por otro lado, The Telegraph asegura que "el duque de York pudo acompañar a la princesa hasta el altar". En definitiva, Andrés pudo estar con su hija y con su familia, que desde el principio cerró filas en torno a él, y evitar así enfrentarse a la prensa.
UN ESCENARIO DE CUENTO
La capilla donde intercambiaron los votos los novios jugó un rol fundamental. Además de sumarle calidez, es un lugar especial para la nueva novia. Tan cerca de la infancia de Beatriz –se dice que después de pasar la noche con sus padres llegó caminando–, este lugar de culto fascina a su familia desde hace años. Ya la reina Victoria la visitaba constantemente durante su reinado; la Reina Madre, bisabuela de la princesa, adoraba visitarla durante su residencia en Royal Lodge, y su abuela la Reina, que se quedó en el castillo de Windsor durante el confinamiento, todavía usa la capilla para la oración privada.
AMOR, AMOR
La feliz pareja conoce a las familias del otro desde hace muchos años, pero su amistad se convirtió en romance en octubre de 2018, durante el casamiento de la hermana de Beatriz. En aquel momento, la princesa hacía dos años que estaba sola, tras un noviazgo de una década con Dave Clark. Y si bien todos se alegraron de volver a verla sonreír, llovieron las críticas cuando trascendió que cuando empezó a rondar a Bea, Edo, pese a mostrarse feliz con su princesa, todavía vivía con la madre de su hijo. Finalmente, en septiembre pasado, le propuso casamiento a Beatriz durante unas vacaciones en Capri y le entregó un anillo de diamantes.
Después, en las redes sociales, gritó a los cuatro vientos: "Nunca estarás solo mi amor, mi corazón es tu hogar. De la mano, hoy, mañana y para siempre".
CONDESA BEATRIZ
A partir de ahora, Beatriz de York tiene el título de "contessa" o "nobile donna". La explicación es sencilla: "Edoardo Mapelli es conde. Su mujer será automáticamente condesa y cualquiera de sus hijos serán condes o nobile donna. Es el único descendiente masculino de la siguiente generación", contó meses atrás Alessandro Mapelli Mozzi, el suegro de la joven.
Eso sí, esta designación es simbólica y no está reconocida oficialmente ni en Italia ni en Reino Unido. Mucho más "tangible" es la extensa propiedad a la que también tiene acceso Beatriz de York tras su boda: la residencia familiar Villa Mapelli Mozzi en Casatenovo, al norte de Italia, cerca de Milán. Se trata de un impresionante palacio neoclásico de trece habitaciones situado en plena naturaleza, rodeado de zonas verdes y con una espectacular pileta al aire libre. Los Mapelli suelen usar esta villa del siglo XVIII como residencia de verano. Una de las curiosidades de la propiedad es que se puede alquilar por unos 16 mil euros la semana.
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