Bárbara Recanati: "No tengo dilemas éticos con que una marca pague el disco"
Cantante del grupo de rock Utopians, con 29 años, habla sobre los sponsors y de cómo cambió la industria de la música popular
No proviene de una familia de músicos. Dice que en su casa el tema artístico fue muy poco importante. Que sus padres eran trabajadores sin tiempo para esos asuntos. Y que todo empezó a los 8 años con un dibujito animado, American Pop, donde tuvo la revelación absoluta de Jefferson Airplane y su tema "Somebody to love". "Se me volvió una obsesión", acota mientras toma un té chai latte de Starbucks.
Bárbara "Barbi" Recanati (29 años) es la cantante y compositora de Utopians, una de la bandas argentinas que mejor sintetizan el momento de una escena de rock argentino indie, garage, alternativo y punk, donde la "consagración" tiene un contenido distinto del tradicional. O eso es lo que en principio podría interpretarse mientras habla, aunque promediando la entrevista los temas de "convocatoria de público", "éxito" y "dinero" surgen como algo nada suplementario en la vida de Barbi. "Me di cuenta de que hay personas que tienen una dificultad muy grande para generar dinero, y a mí no me pasa", dice esta chica de aspecto normcore con una remera de Bob Dylan, una bermuda de jean roto y unas zapatillas rosas. El último disco de la banda, Vándalo, fue grabado en un superestudio de los Estados Unidos (Sonic Ranch) y uno de sus temas fue la cortina de un programa del programa Gente Sexy, de Rock & Pop, el año pasado. Además, salieron de gira por EE.UU. y México para tocar en muchos festivales, como South By Southwest. En 2013 fueron teloneros de The Cure en la Argentina, porque, según comenta Barbi, Robert Smith los eligió personalmente.
"Ahora puedo vivir de Utopians, y si bien no gano mucha plata, cada año estoy más cómoda. No tengo una necesidad de volverme millonaria, pero no me gusta que la plata sea un problema", sostiene con una seguridad abrumadora antes de tocar en el ciclo Philips Music Nights en la Viola Bar de Palermo.
-¿Y eso no se contradice un poco con la visión romántica o más bohemia del rock?
-Ruido ético me hace cuando veo a una banda tratando de mantener un discurso antimercado punk o rockero con camperitas que cuestan 5000 pesos...
-¿Cómo fue eso de que una marca de ropa les pagó la grabación del último disco? ¿Tenés algún complejo con el rock sponsoreado?
-Antes, las discográficas apostaban al desarrollo de artistas que consideraban brillantes porque compensaban con el éxito de otros. Hoy no cumplen esa función y ponen plata donde saben que hay dinero seguro. Entonces apareció una marca de ropa, Adidas, que ya nos sponsoreaba, y le planteamos el proyecto de grabar un disco. Cuando nos dijeron que estaban de acuerdo, no lo podíamos creer. Hicieron lo que debería haber hecho una discográfica... No tengo dilemas éticos con que una marca de ropa pague el disco, al contrario: fue un alivio. Son gente a la que le copa la banda y que no nos pedía nada artístico a cambio, salvo que usáramos sus productos, algo que ya hacíamos, por cierto. Los Sex Pistols hicieron que Dr Martens (borceguíes) se forrara y sin guita... eso me parece peor.
-¿Cómo es el público que va a verlos?
-Nuestro público es el mejor. Son chicos de 14 hasta personas de 40 y hay familias enteras que nos vienen a ver. Mucha gente que iba a ver bandas como Sumo viene a nuestros recitales con sus hijos. Cuando aparece alguien más grande que vivió otras escenas, como la de los ochenta, y dice que le gusta la banda es todo un halago.
-¿Cómo te llevás con el hecho de ser una mujer y al mismo tiempo estar al frente de una banda de rock?
-Cuando empecé, a los 15 años, me costaba mucho el tema sexual por la música: no veía cómo podía ser una mujer y al mismo tiempo Joe Strummer [cantante de The Clash, su ídolo, luego de superar su fanatismo por Bono de U2]. Cuando conocí a Patti Smith trascendió la música, fue un refugio de identidad. Se transformó en mi ícono. Una mujer que podía salir al escenario como cualquiera sin pensar en su maquillaje y preocupada sólo por las canciones.
-¿No sentís que todas tus referencias son... retro?
-Justo con la música soy un poco retro, melancólica. Me cuesta encontrar cosas nuevas, aunque me encanta Arcade Fire. Siento que antes los músicos estaban mucho menos preocupados y eran más espontáneos. Hoy los músicos saben demasiado de cómo funciona la industria y suben al escenario con un discurso estudiado y cuidado. Eso le quita frescura. Está todo controlado.
-¿Cómo es un día en tu vida?
-Me levanto a las 9.30 y me pasa a buscar el baterista para ir a ensayar hasta las 13 de lunes a viernes. Y dos días por semana me quedo después del ensayo componiendo canciones con Gus, el guitarrista. Los fines de semana tocamos.
-Una vida bastante rutinaria...
-Después de tantos años [Utopians se formó en 2005] entendimos que la rutina es lo que nos mantenía más contenidos respecto del resto de nuestras vidas. No queremos ser la banda más famosa, pero sí queremos ser una de las mejores. Antes no había Internet ni WhatsApp y un músico estaba todo el día tocando aunque estuviera colgado de heroína. Lo que me importa es hacer la mejor versión de mí misma. Y no soy una persona negada a generar cambios para crecer.
-¿Te afecta en algo el tironeo político en el ambiente cultural?
-No me interesa nada la política. Siento que si estás en el poder hiciste algo malo. No me gusta que la gente hable de los políticos como si fueran héroes porque no lo son. Tengo la capacidad de entender lo que está mal: como que alguien que hace algo bueno por la cultura se quede sin su trabajo, por un lado, o como que los músicos acepten cobrar un caché millonario del Estado para tocar, por el otro.
-¿Cómo te imaginás dentro de 15 años?
-Cuando era chica me costaba mucho ver un futuro con la música. Pero cuando crecés ves que la gente que te rodea tiene 45 años... ya no es como antes. Ahora es más natural. Si me preguntás, me veo con un poco más de plata.
-¿Qué es lo último que te sorprendió?
-Hace poco descubrí que la plata que estaba poniendo en Spotify valía la pena... ahora escucho las listas que me sugiere y la verdad es que descubrir nueva música y bandas no me pasaba hacía mucho.
Té chai con miel, un compañero
A la hora de elegir una bebida, Barbi es bastante tajante, como con casi todo: "El té chai con miel lo tomo todas las mañanas y cuando salimos de gira siempre me llevo saquitos, un termito con agua y un pote de miel. Me gusta la marca The Stash, que le pido que me traiga a todo el que viaje al exterior".