Todo parecía calculado minuciosamente: unos meses de descanso en Los Ángeles, adonde va y viene desde hace años porque allí vive su novio, Ricardo Freund (37), un mes de marzo a puro trabajo en México y un pronto regreso a Buenos Aires, donde la esperaba el estreno de una obra de teatro en la calle Corrientes y su banda de afectos (sus sobrinos son la gran perdición). Pero la pandemia, ya entonces desatada en Europa, cruzó el Atlántico y cambió los planes de Bárbara Lombardo (40), y en lugar de volar a Miami, para tomar el avión hacia Argentina, cambió su ticket y aterrizó en los brazos de su amor. "Hace ya un tiempo que voy y vengo a Estados Unidos porque Ricardo vive acá, entonces cuando no tengo trabajo o puedo hacerme un espacio para quedarme un tiempo, lo aprovecho. Sin darnos cuenta y sin pensarlo demasiado se fue armando un vínculo serio entre nosotros, comprometido. Y acá estamos, juntos hace casi seis años", le cuenta la actriz a ¡HOLA! desde Los Ángeles.
–¿Cómo se conocieron?
–Nos conocimos en San Francisco. Yo me gané una beca para estudiar escultura y él estaba ahí. Él es brasileño, me entiende muchísimo porque aprecia mucho el arte. Es consultor de mindfulness, entrenó con un lama tibetano, y por otro lado trabaja en la construcción.
–¿Te pesó la relación a distancia?
–Jamás lo viví como algo tan grave. Me banco estar sola bastante tiempo, hasta me parece divertido. Y a Ricardo le pasa lo mismo. A principios de año, viajé por trabajo a México y una semana después de llegar las cosas se complicaron mucho, la gente empezó a entender que era algo muy serio la pandemia y más allá de que no entraron en una situación tan estricta de cuarentena se cancelaron los proyectos. Ahí tuve que decidir qué hacer. Y me vine para Los Ángeles, no sólo porque estaba Ricardo, sino porque desde México era más fácil venirme para acá. Pensé que sería un mes o dos meses, pero se fue extendiendo y atravesamos esto juntos. Ahora me estoy concentrando mucho en aprender a escribir, desarrollar ficción, que es algo que me encanta. Acá mi ritmo es más tranquilo y tengo algo entre manos aunque todavía es prematuro para hablar de eso. Por otra parte, tengo algunos castings. Antes me pesaba que por estar lejos pensaran que no estaba disponible para trabajar, pero hoy se normalizaron los encuentros virtuales. Claro que prefiero el contacto humano, pero las posibilidades online suman mucho, ahorran tiempo y se consume menos.
–¿Te resultó difícil rearmar los planes de un día para el otro?
–Me dolió tomar la decisión de no volver a Argentina con mi familia, pero realmente era más seguro hacer este viaje corto que irme a Miami, donde se estaban cancelando los vuelos. Mamá me ayudó a decidirme cuando me dijo: "Andá con tu novio y quedate tranquila". [Se ríe]. Es que soy muy apegada a mi familia. Papá murió cuando yo tenía 3 años, y desde entonces fuimos mamá, yo y mis tres hermanas.
–Mucha energía muy femenina…
–Sí, es una familia llena de mujeres. Por eso hoy, con todo este auge del feminismo, donde en los últimos años nos llegan ciertas definiciones y vocabulario de una forma bien concreta, yo digo "ay sí, yo soy feminista de pura cepa". [Se ríe]. Además de mamá y mis hermanas, también crecí con mi tía abuela y mis abuelos que viven en Mar del Plata y que extraño tanto. [Piensa]. Crecí, por un lado, con una conciencia de finitud muy clara. Desde entonces supe que la vida te puede cambiar en dos segundos. Y, por el otro lado, hubo una cosa linda de amor, respeto, de saber que estamos todos para uno y uno para todos. Formamos una linda red. Y lo mismo siento que me pasa con mis amigas.
–Con este espíritu protector del que hablás, ¿la maternidad es un sueño?
–No tengo un deseo profundo de ser madre. Soy muy maternal y tengo un talento con los niños, pero pensá que vivo unos meses acá, otros meses allá, no sé en qué momento podría ser madre. El 50 por ciento de mis amigas no quiere ser madre. Hay una nueva conciencia de lo complicado y lo difícil que es. Lo estoy pensando porque pasa el tiempo, pero no lo tengo tan claro. Además, la maternidad se puede ejercer de muchas maneras, incluso, quizás podría adoptar en unos años.
–A pesar de las idas y venidas, ¿sentís que tenés una vida armada en Los Ángeles?
–Sí, se puede decir que tengo también una vida acá, sólo que es muy diferente. No está esa cosa de barrio que tengo en Buenos Aires, hay que moverse en auto para casi todo, es muy diferente la dinámica de la ciudad. Pero tengo amigos y adoro la ciudad, que encima de ser hermosa tiene playa, que para mí es muy valioso. Por otra parte, adoro que puedo comer muy sano fácilmente.
–Y eso lo trasladás últimamente a tus redes sociales…
–Sí. Bajé el consumo de carne a una vez por semana y sólo elijo orgánica, sin conservantes. Trato de no comprar nada con pesticidas ni antibióticos. Me voy al Farmer’s Market, un mercado agroecológico que está cerca de casa, y llevo mi bolsa de tela porque acá es un tema el uso del plástico. Me parece que son granitos de arena que pueden ayudar.
–¿Cuáles son tus planes para lo que queda de 2020?
–La semana que viene me reúno con Clara Cullen, con quien el año pasado trabajé para su ópera prima acá, y necesita sumar unas tomas. Y tengo muchas ganas de ir a Buenos Aires, a ver a mi familia y a mis amigos. Siento que ya tengo que estar allá.
Agradecimientos: Mutma, Ilana Kohn, Natura, Pilar Salinas
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