Una ciudad donde el espíritu del quíntuple campeón del mundo se derrama en decenas de emprendimientos que toman carrera y convierten al destino en un sitio inmejorable para una escapada.
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Cuenta la leyenda que Juan Manuel Fangio tenía su carácter, aunque pareciera un calmado campechano balcarceño. Que lo sacaba a la luz en las pistas y también fuera de ellas. Siempre fue su propio representante y, no siendo un jovencito cuando le tocó debatirse con los grandes de la Fórmula 1, sabía lo que quería. Esa personalidad arisca lo repelía de Enzo Ferrari. Se rondaban a distancia. Un carácter tan arisco lo alejaba de su contrincante como si fuesen dos polos del mismo signo.
En los tres primeros mundiales que ganó, Fangio se cruzó con Ferrari solo indirectamente. Con la retirada de Mercedes de los torneos, Fangio se quedaba sin escudería y no quedaba mejor destino que Ferrari. El contrato se firmó para la temporada de 1956. Los egos hacían chispas. En Maranello todos sabían que Ferrari está antes que todo, incluso que el triple campeón. Eso a Fangio no le gustaba demasiado. A pesar de los éxitos, la tensión entre ambos era irrefrenable. En Monza conseguiría su cuarto título y uno para la escudería como la mejor de la temporada. El acuerdo llegó hasta ahí. Fangio privilegiaba la paz sobre el éxito. Pero la admiración mutua era indiscutible. Y eso daría un paso más en la herencia de ambos.
Un proyecto para honrar al corredor
Para fines de los ´70 no existía un museo vinculado al automovilismo. Por iniciativa de los vecinos de Balcarce y bajo la idea de que Fangio de reunir en un único sitio, se inicia una comisión para la creación de lo que hoy es el Museo del corredor.
Para dar el puntapié inicial, en presencia del propio Fangio supervisando cada paso, se destinó un edificio de 1906, en el que había funcionado la Municipalidad y el Concejo Deliberante del Partido, que estaba prácticamente derruido, pero que tenía un tamaño prometedor en la plaza central del pueblo.
El 22 de noviembre de 1986 se inauguró finalmente el Centro Tecnológico-Cultural y Museo del Automovilismo Juan Manuel Fangio. Un interior de siete plantas que se convierte en pista de carreras para recorrer de piso a techo la trayectoria del piloto, pero que, a su vez, reúne gran parte de la historia del automovilismo nacional, con generosas expresiones dedicadas al Turismo de Carretera y a otros corredores nacionales, como Carlos Reuteman, los hermanos Galvez o Froilán Gonzáles.
De autos y trofeos
En promedio son 40.000 los visitantes anuales que recorren los más de 6000 metros de muestras de autos y trofeos de Juan Manuel Fangio, en un desarrollo que toma como base la cronología de su historia en la competición y todo lo que corresponde a su vida publica posterior. El esplendor de la obra y la calidad de la muestra, ideada paso a paso por el propio corredor antes de su muerte, reúne una cincuentena de autos famosos junto a innumerables trofeos y distinciones de Fangio y de otros ases del volante.
Es en este museo, donde se guarda hasta el traje y casco del accidente de Le Mans en 1955, el que inspiró a Ferrari para idear el propio.
En los pasos del chueco
La visita al museo es un imperdible de una ciudad que puede ser destino final o una escapada de su vecina costera Mar del Plata. Uno de los atractivos inigualables de la región es la irreverencia con que el terreno se adentra en las serranías del complejo de Tandilia, dando vida a unos campos que, comparados con las planicies rurales bonaerenses y el mar cercano, se inspiran en las ondas de campiña inglesa.
Es aquí donde se yergue uno de los mejores microclimas y terrenos para la siembra de la papa. Es así como emergen emprendimientos locales que producen para las grandes marcas, y la gourmet local, Gauchitas, que innovaron en la forma de los cristales de sal. Eligieron escamas obtenidas en la costa patagónica. Cortan las papas más gruesas para conservar nutrientes y no las enjuagan para cuidar el almidón. Luego, un maestro fritero supervisa la temperatura que recibe a las papas en pocas cantidades y en una cadencia de altos y bajos muy diferente a la cocción de las tradicional de paquete.
Por Balcarce las cosas se hacen con amor. El postre que lleva el nombre de la ciudad, por supuesto, nació allí. Hoy Jockey Delicias Gourmet, que originalmente se fundó a mediados de 1962, con el pastelero Ángel Cerezuela a cargo de las delicatessen y discípulo directo del creador del auténtico postre Balcarce, revive la receta con dulce de leche, crema chantillí, pionono, nueces o castañas en almíbar, coco y azúcar impalpable.
De la zona también son los alfajores Guolis, un emprendimiento familiar de madre y cuatro hijos que se lanzaron como un típico proyecto de garaje, fabricando tortas galesas y budines a pequeña escala, para convertirse en la maca de alfajores de Balcarce que se proyectan al país.
En vistas de seguir el recorrido balcarcense, la estancia de Fangio es un sitio donde descansar. Luego de volver a las manos de la familia para su administración, se la experimenta un poco decaída, pero sigue manteniendo ese perfil austero y honesto que revela la personalidad de su propietario.
Con tradiciones camperas de antaño, enormes recorridos hasta donde la vista se pierde, decenas de recovecos y salones aptos para recibir a delegaciones de la nobleza, la rusticidad y el aroma a campo es la impronta que se distingue.
Rutas turísticas
Las serranías proponen pequeñas bucólicas paradas con aire de asado al asador. San Agustín, por ejemplo, nación en 1892 con la estación de trenes. Uno de sus mayores atractivos es su parque reserva natural Idoyaga Molina y un emblema arquitectónico: la Delegación Municipal, construida por Francisco Salamone.
Baker, por su parte, se adentra en las bajas sierras del macizo de Tandilia. Se esconden allí circuitos de trekking, ciclismo y cabalgatas. Es el sitio destacado del país en la producción de frambuesas.
Desde la propia estancia de Fangio se vislumbra el Sistema serrano de Tandilia, una de las formaciones geológicas más antiguas del planeta, que se originó entre los 1.500 y los 2.200 millones de años por lo cual sus picos redondeados, han sido desgastados por el tiempo y no superan los 600 metros de altura.
En las cercanías se despereza un atractivo turístico poco conocido: un espejo de agua de 420 hectáreas cuya profundidad oscila entre los 4 y los 6 metros, rica en flora y fauna silvestre. Es Laguna Brava.
Sobre la costa sur, apenas traspuesto el acceso desde la ruta 226, se llega a Ruca Lauquen, un complejo de siete hectáreas con cabañas, hostería y camping con parrillas. Es donde hacen pie los amantes del agua listos para la práctica deportiva de esquí acuático, windsurf o wakeboard.
Del otro lado de la laguna, Carlos y Nadia idearon Piedra Naranja. Mientras se transita la paz del lugar, los anfitriones diagramaron un electrizante plan de aventuras que involucra tierra, aire y agua: parapente biplaza, kayakismo, windsurf, trekking, mountain bike y cabalgatas son algunos de los atractivos.
En un revire de la costa, la laguna deja ver la mansión de Paula Paz Anchorena de dos plantas obra de Alejandro Bustillo. Como un clásico de sus obras, a la pieza arquitectónica lo rodea un parque interminable de azucenas, rosas, agapantos, hortensias y decenas de variedades de coníferas.
Balcarce se cuece entre sabores serenos, con paisajes que relajan el alma, experiencias que llenan la agenda y rutas tan circuladas como Monsa o Mónaco. Para darse una panzada fuerte de historia y presente, apenitas a un suspiro del Obelisco.
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