Una vez más, el Sporting Club de Montecarlo fue el escenario para el tradicional Baile de la Rosa de Mónaco, donde la familia Grimaldi se reúne para dar cátedra de glamour. Pero a diferencia de otras ediciones, esta vez, el amor (de madres a hijos, entre parejas, hermanos y nueras) fue el protagonista indiscutido.
Carolina de Mónaco se convirtió, sin dudas, en una de las más espectaculares de la noche. Junto a ella se encontraban sus hijos: Charlotte, Andrea y Pierre Casiraghi, con sus respectivas parejas, Dimitri Rassam, Tatiana Santo Domingo y Beatrice Borromeo; y Alexandra de Hannover, inseparable de su novio Ben Strautmann.
Alberto de Mónaco quiso apoyar a su hermana en esta 65a edición de la celebración que ella organiza y rinde homenaje a la memoria de la princesa Grace con el objetivo de recaudar fondos en favor de los chicos más necesitados en nombre de la fundación que lleva su nombre. Para Carolina no fue una velada más, ya que se trataba de la primera tras la partida del diseñador Karl Lagerfeld, íntimo de la familia y encargado de la decoración del baile desde 1999. Antes de su muerte –el 19 de febrero– el "Káiser" ya había decidido con su gran amiga cuál sería la temática de la gala: la época dorada de la Costa Azul francesa, durante los años 50. Por tratarse de una ocasión sensible, se esperaba que la princesa Charlene, mujer de Alberto, decidiera reaparecer en esta celebración tan emblemática para los Grimaldi. Pero, como desde 2014, fue la gran ausente.
EN MEMORIA DE LAS DIVAS DE HOLLYWOOD
El año pasado la velada sirvió para que Charlotte Casiraghi y Dimitri Rassam oficializaran su compromiso. Entonces, la hija de Carolina lució un impresionante anillo que no pasó desapercibido. Además, en ese momento todavía era un secreto, pero Charlotte ya estaba embarazada de su segundo hijo, el primero junto al productor de cine francés. Trescientos sesenta y cinco días después, la expectación era máxima, ya que a principios de año Charlotte y Dimitri se distanciaron y decidieron posponer su boda, después de casi dos años de relación. Pero la pareja demostró que su amor sigue tan fuerte como siempre.
Charlotte también captó la atención de todos por revalidar su título como la más elegante dentro de la Casa Grimaldi gracias a un diseño inspirado en Rita Hayworth. Decidió ceñirse a la temática de una forma más rebelde y alternativa; dos señas de identidad que caracterizan desde hace años su particular estilo. Por eso y por la buena relación que la une a la casa Saint Laurent, llevó un vestido que recordaba mucho a uno de los looks más míticos de la historia del cine: el que lucía Hayworth en la película Gilda.
Aunque muchos esperaban que la nieta de Grace Kelly hiciera algún tipo de guiño a su abuela, finalmente fue Beatrice Borromeo quien se inspiró en la princesa con un look old Hollywood de Dior que cobraba fuerza gracias a los guantes por encima del codo.
JOYAS CON HISTORIA
Para esta ocasión, Carolina apareció con un conjunto de pendientes y gargantilla de perlas perteneciente a su madre. Se trata del mismo collar de perlas elegido por el príncipe Rainiero, en enero de 1956, en la joyería Van Cleef & Arpels de Nueva York como regalo de bodas para su futura mujer, Grace Kelly. Una pieza extremadamente importante para la familia que fue expuesta en diferentes muestras, tras la muerte de la princesa, y que hasta ahora nadie más había los llevado en público.
Tatiana Santo Domingo , la mujer de Andrea Casiraghi, demostró una vez más que tiene a su disposición el joyero de los Grimaldi: como ya hizo en su boda religiosa en Gstaad, luciendo la tiara Fringe, esta vez se decantó por unos pendientes de diamantes que también pertenecieron a Grace.
INVITADAS DE LUJO
Como una más de la familia, Carole Bouquet, madre de Dimitri, posó junto a los Grimaldi. Al gran evento, la acompañó su otra nuera, la fotógrafa Charlotte Tarbouriech, quien contrajo matrimonio con Louis Giacobetti –fruto de su relación con el director Francis Giacobetti–, en junio del año pasado. Siendo una de las íntimas amigas de Carolina de Mónaco, Carole demostró el estrecho vínculo que tiene con la familia política de su hijo; tal es así que tomó un papel preponderante en esta edición del Baile de la Rosa.
Otra de las royals más elegantes de Europa, Alessandra de Osma –mujer de Christian de Hannover– dijo presente convertida en una Cenicienta moderna gracias a un romántico vestido de Carolina Herrera, una de sus firmas de referencia para las grandes citas. A pesar de que en un principio se dudó incluso si los príncipes de Hannover habían asistido al baile, ya que no posaron junto al resto de la familia, horas después de la celebración se publicaron las fotografías de la pareja que, como siempre, cautivó con su sofisticación.
Los Grimaldi tuvieron su gran noche y las postales que ilustran esta nota dejan en claro que los gestos de amor, las miradas cargadas de complicidad y las sonrisas "de a dos" se convirtieron en personajes claves de una gala que recordó como nunca antes a la princesa Grace.
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